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Mélenchon: “La izquierda está muerta si no convence a las clases medias”

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J. M. M.

Escuchar la reflexión política de Jean-Luc Mélenchon, eurodiputado y líder del Partido de la Izquierda francés (Parti de Gauche), permite visualizar el complejo dilema al que se enfrenta (también) la izquierda española. Una izquierda en la que Mélenchon, que fue ministro socialista en un Gobierno de Lionel Jospin, tampoco incluye al PSOE. Mélenchon ha venido a Madrid un par de días para apoyar con su presencia la Marcha del Cambio Marcha del Cambio convocada por Podemos, y a la vez para mostrar su apoyo a Alberto Garzón en Izquierda Unida.

A la misma hora que, en la noche del viernes, la Presidencia Federal de IU evidenciaba por enésima vez la división interna (simplificada entre jóvenes y vieja guardia, aunque ni en el primer sector todos son jóvenes ni en el segundo todos ancianos), Mélenchon y Alberto Garzón compartían unas croquetas y una tortilla de patatas con un grupo de periodistas franceses y españoles. Para hablar de política, de la izquierda y de Podemos.

Mélenchon es contundente en su exposición. A su juicio, aquí como en Francia, como en el resto de Europa, hemos llegado “a ese punto en el que la gente sólo piensa y grita: 'que se vayan todos'”. Y todos significa todos los que estaban. La izquierda “está muerta si no consigue acercarse, conectar, acompañar y representar a las clases medias”, y hay que hacerlo “de la mano de los movimientos ciudadanos”. La forma de conseguirlo, obviamente, cree que puede y debe tener variaciones en cada lugar, y que en todo caso es una “cuestión interna”, como diría un diplomático. Pero no oculta que la fórmula a su juicio más eficaz, más pragmática, es la que hoy representa Podemos, “siempre que consiga no sólo el apoyo y la movilización ciudadana, sino contar con una estructura y una organización seria de partido”, y eso puede aportarlo “nuestro buen amigo Alberto Garzón”.

Sobre IU y Podemos

La claridad de Mélenchon no resulta del todo cómoda a su “buen amigo Alberto”, que cuenta con toda la simpatía del político galo (no olvida el apoyo del sector de Garzón en los momentos más crudos del frente izquierdista francés). Sabe que el argumento principal de la llamada vieja guardia de IU contra él, y en Madrid contra Tania Sánchez y compañía, es su supuesta intención de diluir IU en Podemos hasta su desaparición. Garzón explica que a su juicio el riesgo de desaparición radica precisamente en la resistencia a los cambios por parte de Cayo Lara y de otros muchos. Pero también se esfuerza Garzón en diferenciarse de Pablo Iglesias y en mostrar ante Mélenchon que lo que Podemos pretende respecto a IU no es una suma de esfuerzos, una convergencia limpia, sino simplemente “una OPA hostil”. Y critica de Podemos una falsa “transversalidad” que en realidad funciona con una “verticalidad absoluta”.

El candidato de IU a la Moncloa, Alberto Garzón, y el líder del Parti de Gauche, Jean-Luc Mélenchon, durante la cena celebrada el pasado viernes en Madrid.

El veterano político y experiodista galo no entra en esas diferencias estratégicas entre distintos sectores de IU y Podemos. Considera “absolutamente acertado” el planteamiento ideológico y semántico de los de Pablo Iglesias. “El término casta es perfecto para definir a las élites dominantes; por desgracia nosotros no podemos usarlo en Francia porque ya lo hizo el Frente Nacional”. Reconoce Mélenchon que eso mismo les ocurre con elementos clave de lo que cree el discurso necesario para conectar con las clases medias. Su problema es “ella”, como se refiere a Marine Le Pen. “¿Aquí en España no quedan fascistas?”. El líder del Partido de la Izquierda y del Front de Gauche considera un obstáculo muy difícil la capacidad de los ultras franceses de transformar en puro populismo y demagogia algunas de las claves que hoy movilizarían sin duda a la izquierda.

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No ve muchos motivos para el optimismo Mélenchon, pero pone en valor el triunfo de Syriza en Grecia y las posibilidades de la izquierda en España “siempre que Podemos y Alberto y los movimientos ciudadanos sumen”. Cuando Garzón alude a que todavía hay mucho trabajo por hacer entre “los abstencionistas, la gente marginada, los que en mi tierra de Málaga esta Nochebuena no tenían para un bocadillo…”, Mélenchon lo frena. “No te engañes, ellos no van a votar; hay que aprender de la experiencia latinoamericana. Se gana con apoyo de las clases medias, y desde el poder, aplicando políticas sociales, puede sumarse entonces a los marginados”.

Mélenchon se retira a descansar para acudir esta mañana de sábado a la Marcha por el Cambio junto a Iglesias, Errejón y compañía. Garzón reconoce que asistirán, seguro, miles de votantes de IU. Él no. Tiene citas en Andalucía, donde el 22 de marzo está convocada la primera cita de este año electoral. La batalla interna queda aplazada al 21 de febrero, donde los suyos esperan ganar en el Consejo Político Federal de IU lo que ayer no consiguieron.

A Mélenchon, nacido en Tánger y con ascendencia directa en la sierra de Jaén, las discrepancias internas le aburren bastante (como sospecha que le ocurre a una buena parte del posible electorado progresista). Le preocupa más lo que dijo antes de atacar la primera croqueta: “La izquierda está muerta si no convence a las clases medias”.

Escuchar la reflexión política de Jean-Luc Mélenchon, eurodiputado y líder del Partido de la Izquierda francés (Parti de Gauche), permite visualizar el complejo dilema al que se enfrenta (también) la izquierda española. Una izquierda en la que Mélenchon, que fue ministro socialista en un Gobierno de Lionel Jospin, tampoco incluye al PSOE. Mélenchon ha venido a Madrid un par de días para apoyar con su presencia la Marcha del Cambio Marcha del Cambio convocada por Podemos, y a la vez para mostrar su apoyo a Alberto Garzón en Izquierda Unida.

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