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Los militantes del PSOE devuelven el liderazgo a Sánchez

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Ibon Uría

En marzo, el sanchista Andrés Perelló vaticinó que Pedro Sánchez sería, tras Lázaro y Cristo, el "tercer resucitado" de la Historia. No bromeaba. 232 días después de su dimisión en el transcurso del bronco Comité Federal del 1 de octubre de 2016, el pronóstico se hizo realidad este domingo: la militancia ha devuelto el liderazgo del PSOE a Sánchez, que se ha impuesto con claridad a Susana Díaz y Patxi López. Con el 99,23% de los votos escrutados, Sánchez supera el 50% y gana por más de diez puntos a la presidenta andaluza.

Las cifras superan los mejores pronósticos de la candidatura del líder reelegido, que recupera el timón del partido tras una campaña en la que ha apelado al valor de las bases y ha sacado partido del enfado por la abstención en la investidura de Rajoy. Logró 74.223 votos (50,2%), 10.000 más de los que consiguió en las primarias de 2014 y 20.000 papeletas más que los avales que reunió. Segunda fue Susana Díaz, con el 39,94% de los sufragios y 59.041 papeletas. La presidenta andaluza tuvo menos votos que avales (60.021). Tercero, y a mucha distancia, Patxi López, que se quedó en el 9,85% con 14.571 votos.

Por comunidades autónomas la victoria de Sánchez es también inapelable: ganó en todas las federaciones socialistas salvo en Andalucía, donde se impuso Díaz —63,1% contra 31,7%— y Euskadi, feudo de Patxi López —el exlehendakari tuvo el 52,5%, Sánchez el 40,1% y Díaz el 7,5%—. En todas las demás Sánchez fue el más votado. Entre las grandes federaciones es especialmente destacado su resultado en Cataluña —81,9% contra 11,7%—, Comunitat Valenciana —63% contra 28,2%— y Madrid —49,4 contra 31,7%—.

Estas primarias fueron además una prueba en torno al poder de los barones, y el resultado es un duro varapalo a los secretarios generales territoriales. Todos los presidentes autonómicos socialistas, salvo la balear Francina Armengol, estaban alineados son Susana Díaz. Y todos vieron este domingo cómo la militancia de sus territorios se decantaba por Pedro Sánchez. Aragón fue la última en dar su brazo a torcer: Díaz aventajó en un puñado de votos a Sánchez durante todo el recuento hasta que, con el 95% escrutado, el resultado se dio la vuelta. Sánchez acabó ganando con el 45,9% frente al 43,7% de la andaluza.

La situación se repitió en Asturias —53,4% contra 39,6%—, Baleares —71,1% contra 17,8%—, Canarias —56,5% contra 32,2%—, Cantabria —71,4% contra 14,4%—, Castilla-La Mancha —48,3% contra 43,9%—, Castilla y León —53,3% contra 37,8%—, Ceuta —64,9% contra 27,8%—, Extremadura —49,2% contra 43,7%—, Galicia —65,7% contra 27%—, La Rioja —60,9% contra 22,8%—, Melilla —64% contra 26,4%—, Murcia —49,1% contra 40,2%— y Navarra —70,1% contra 16,6%—. Entre los militantes en el exterior, Sánchez gana en Europa —53,5% a 34%— y Díaz en América —51,7% contra 37,7%—.

Por provincias el mapa no cambia demasiado: Susana Díaz sólo gana en las ocho demarcaciones andaluzas y en Ávila, Badajoz y Cuenca. Patxi López, por su parte, se impone en Bizkaia y Gipuzkoa. En los 38 territorios restantes es Sánchez quien se alzó con el primer puesto. 

Sánchez promete izquierda y unidad

Pasadas las once de la noche, el secretario general electo fue recibido entre aplausos y gritos de "sí es sí", "militancia, democracia" y "presidente, presidente" en la sala Ramón Rubial de la sede socialista de Ferraz. Allí le esperaba el equipo de su candidatura, liderado por los diputados José Luis Ábalos y Adriana Lastra, entre otros. En su primer mensaje anunció la llegada de un PSOE nuevo, una organización basada en el papel de la militancia, alineada a la izquierda, coherente y creíble. El ganador de las primarias prometió unidad y ser el líder "de todos y cada uno de los afiliados". 

Susana Díaz, por su parte, fue la gran perdedora de la noche. Ella era quien más se jugaba en esta carrera por el puesto de mando de Ferraz. Ella era la favorita del aparato y la líder de la federación socialista más poderosa. Ella era la que pudo presentarse en 2014, cuando se lo pidieron muchos barones; o en 2015, tras el descalabro de Sánchez en las generales. Decidió esperar y este domingo sufrió una dolorosa derrota. Tras conocer los resultados, compareció brevemente en la sala de prensa de Ferraz. Se puso a disposición "de lo que el partido necesite" y, tras una brevísima foto de familia con Sánchez y Patxi López, abandonó la sede.

Por último, Patxi López, resistió hasta el final y logró más votos que avales, aunque sus cifras fueran irrelevantes para el desenlace final. Eso sí, el temor al voto útil hacia las posiciones de Sánchez y al desfallecimiento de su candidatura no se materializó. López felicitó al ganador, al que deseó "toda suerte de aciertos", y llamó a la familia socialista a estar "junta". "Mañana todos juntos con él a la cabeza, hay que trabajar para recuperar al mejor PSOE", pidió el exlehendakari, que agregó: "El PSOE ha demostrado que es un partido vivo, lo han demostrado los militantes con su pasión, entrega y participación".

Las incógnitas del PSOE

Sánchez se tomará un descanso este lunes: nada de entrevistas ni comparecencias en Ferraz. Pero su regreso a la Secretaría General no acaba con la crisis del PSOE, ni mucho menos, sino que deja muchas incógnitas sobre el futuro de los socialistas. La fundamental es si será capaz de lograr la unidad interna. Los sanchistas confían en que los barones, que en el otoño pasado protagonizaron las maniobras para intentar descabalgarlo, recapaciten, escuchen a su militancia y no se dediquen a organizar una oposición interna sistemática. En 2014 Sánchez ganó aupado por el aparato, y quedó en la cuerda floja tan pronto como su relación con Susana Díaz se fue a pique. Ahora, en cambio, gana por el voto directo de las bases y en la contra de los dirigentes de más peso. De cara a los congresos regionales ha prometido no impulsar candidaturas alternativas. Está por ver.

 

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La segunda gran duda es saber cómo hará oposición el PSOE con su líder fuera del Congreso de los Diputados. Sánchez cree que no tener acta de diputado no será un escollo insalvable, pero deberá responder a Rajoy y atacar al PP desde fuera de las Cortes Generales, una circunstancia inédita. La noche de este domingo, además, se cobró una primera víctima en el grupo parlamentario socialista: Antonio Hernando hasta ahora portavoz, presentó, tan pronto como supo de los resultados, su dimisión irrevocable. El partido tendrá que elegir en los próximos días a un nuevo portavoz en la Cámara baja. La mayoría de diputados estaban alineados con Susana Díaz, lo que no facilita la elección. En el terreno de lo concreto, Sánchez ha rechazado apoyar la moción de censura de Unidos Podemos, pero no ha descartado que el PSOE impulse una más adelante, si dan los números.

El próximo evento en el calendario del PSOE es el Congreso Federal del 17 y 18 de junio. Allí se nombrará a la nueva Ejecutiva y se aprobará la ponencia, con cuestiones polémicas por decidir como la regulación de las consultas a la militancia. Hasta entonces, se dará un curioso fenómeno de cohabitación: Sánchez es el secretario general electo, pero la dirección ejecutiva del partido sigue recayento en la comisión gestora, que mantendrá sus funciones hasta el cónclave federal. A partir de este miércoles se celebrarán los congresillos provinciales, donde se elegirá al millar de delegados al congreso. Así que el embrollo en el PSOE no ha terminado, sólo ha entrado en una nueva fase. Como dijo el propio Sánchez este domingo, jaleado por sus simpatizantes, "hoy empieza todo". El final está aún por escribir.

En marzo, el sanchista Andrés Perelló vaticinó que Pedro Sánchez sería, tras Lázaro y Cristo, el "tercer resucitado" de la Historia. No bromeaba. 232 días después de su dimisión en el transcurso del bronco Comité Federal del 1 de octubre de 2016, el pronóstico se hizo realidad este domingo: la militancia ha devuelto el liderazgo del PSOE a Sánchez, que se ha impuesto con claridad a Susana Díaz y Patxi López. Con el 99,23% de los votos escrutados, Sánchez supera el 50% y gana por más de diez puntos a la presidenta andaluza.

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