La secularización avanza sin freno. Con datos de 2018 del CIS en la mano, el 68,7% de los españoles se definen como católicos. Son casi 10 puntos menos que hace una década. Pero, de estos, más de la mitad, un 56,2% no van "nunca" a misa (si no contamos bodas, bautizos y comuniones). Hay resultados que apuntan a una secularización aún más frenética. Una encuesta de Win/Gallup en 2015 sobre casi 64.000 personas llegó a situar a España como el 16º país menos religioso del mundo, con sólo un 37% que se declara religioso. Tomando como referencia el CIS, la adscripción a las opciones de conciencia no religiosa –ateos, agnósticos, no creyentes– no para de crecer: 8,5% en 1980, 9,8% en 1990, 13,2% en 2000 y 27% en 2018, su máximo histórico. En el caso de los jóvenes de 18 a 24 años, el porcentaje de no religiosos asciende al 48,9%, casi 30 puntos más que en los mayores de 65 años. Es decir, que la religión va desapareciendo inexorablemente de los convencimientos íntimos de los españoles.
Ante estos datos se suele oponer que existe –y es cierto– una arraigada religiosidad popular, más cultural que espiritual, que es difícil de cuantificar y que incrementa la influencia de la Iglesia católica en España más allá de donde llegan los números de filiación. No obstante, hay indicios que indican también un relajamiento en la práctica social de los usos religiosos. Es fácil observarlo con las bodas y los nacimientos.
En ambos aspectos, matrimonio y maternidad, se ha detenido en su último informe la Fundación Ferrer i Guàrdia, un referente laicista en Cataluña que toma su nombre del pedagogo y librepensador condenado a muerte tras los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona. La conclusión que se extrae de su informe Laicidad en cifras: el retroceso de las bodas religiosas, acompañado por la cada vez mayor propensión a tener hijos fuera del matrimonio, demuestra que la posición de la Iglesia en la institución social de la que se dice principal valedora, la familia, ha quedado fuertemente minada.
Maternidad: 46,79% fuera del matrimonio
Los nacimientos fuera del matrimonio no paran de crecer. Según los datos del Movimiento Natural de Población del INE, utilizados por el informe de la Fundación Ferrer i Guàrdia, el porcentaje de hijos nacidos de madres no casadas ha crecido de forma espectacular. En 1975, cuando arranca la serie, eran el 2,02%. La evolución sigue así:
– 1980: 3,92%.
– 1985: 7,96%.
– 1990: 9,6%.
– 1995: 11,09%
– 2000: 17,7%.
– 2005: 26,64%.
– 2010: 35,52%.
– 2015: 44,48%.
– 2017: 46,79% (último año del que hay datos).
El 46,79% es el porcentaje de todos los hijos nacidos en España fuera del matrimonio. El INE hace una distinción entre hijos de madres españolas y extranjeras. Las españolas dan a luz fuera del matrimonio más que las extranjeras: 48,14% frente a 41,08%.
En toda la serie, desde 1975, el porcentaje sólo ha bajado en 1994 con respecto a 1993, aunque de forma casi insignificante: del 10,75% al 10,74%. Todos los demás años ha subido. España está cerca de que más del 50% de sus bebés nazcan de madres no casadas.
Matrimonio: La Iglesia, minoritaria
La Iglesia defiende un modelo de familia "tradicional", en el que la paternidad se retrase hasta después del matrimonio; de hecho, el sexo también debería retrasarse hasta después de pasar por el altar. Que casi la mitad de los niños que nacen en España lo hagan fuera del matrimonio demuestra el retroceso claro de su influencia.
A ello se suma que la boda religiosa está quedando arrinconada. El 79,3% de los matrimonios son civiles, frente a un 19,5% confesionales y un 1,2% que no aparecen determinados, según una elaboración realizada por la fundación a partir de datos del INE. La serie histórica muestra una fuerte reducción del número de matrimonios religiosos, fórmula históricamente arraigada, en relación inversamente proporcional al auge de los civiles. En 1992, la relación era la opuesta a la actual: 79,4% de matrimonios confesionales y 20,6% civiles. En 2008, hace sólo diez años, el 50,3% de los matrimonios eran religiosos. Han caído en 30,8 puntos en diez años. A la inversa, el porcentaje de matrimonios civiles ha pasado del 49,3% al 79,3%, 30 puntos más. De los matrimonios confesionales, cerca de un 97% siguen siendo católicos.
Los matrimonios son un indicador fiable del grado de secularización, porque constituyen una práctica fuertemente vinculada a lo que se podría llamar "religiosidad cultural". El paso por el altar suele marcar no sólo una adhesión a la Iglesia, sino también una voluntad de criar a la descendencia con una cierta vinculación con la institución y su campo de valores. La caída de las bodas religiosas, que además es una fuente de ingresos para las iglesias y parroquias, es común a todas las comunidades, pero no igual. Hay ocho autonomías con porcentajes de bodas religiosas por encima de la media:
– Extremadura: 31,5%.
– Castilla La Mancha: 30,2%.
– Andalucía: 28,7%.
– Región de Murcia: 26,6%.
– Aragón: 23,3%.
– Castilla y León: 22,1%.
– Comunidad de Madrid: 21,6%.
– Navarra: 20,4%.
Y nueve que están por debajo de la media:
– Cataluña: 9%.
– Islas Baleares: 10,4%.
– País Vasco: 11,1%.
– Cantabria: 13,1%.
– Canarias: 13,2%.
– Asturias: 15,6%.
– Comunidad Valenciana: 15,6%.
– Galicia: 18,3%.
– La Rioja: 18,6%.
La diferencia en el porcentaje de las bodas religiosas entre Cataluña (9%) y Extremadura (31,5%) asciende a 22,5 puntos.
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Un fenómeno imparable
El avance de la secularización no está impidiendo que la clave religiosa marque la dinámica política en España. Los posicionamientos de raíz católica están determinando la posición de PP y Vox en temas como la interrupción del embarazo y el fin de la vida. La Conferencia Episcopal ha pedido el voto para los partidos contrarios al aborto y la eutanasia, sin mencionar a PP y Vox. Y ambos partidos han convertido el catolicismo en seña de identidad política, incorporando el elemento religioso entre los rasgos definitorios del ser español. En paralelo, los datos reunidos en su informe por la Fundación Ferrer i Guàrdia nos muestran una sociedad que cada vez da más la espalda la Iglesia católica.
El fenómeno no es nuevo. El franquismo taponó por la fuerza un proceso de secularización que era previo a la Segunda República. Ya en democracia, la Conferencia Episcopal ha venido constatando su retroceso en la vida moral española en sus sucesivos planes pastorales. A la bajada de asistencia a misa se vienen sumando la pérdida de importancia de los sacramentos. Y, para colmo, hay una "extraordinaria escasez" de sacerdotes, como ha reconocido el propio Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal. Hoy hay 6.117 sacerdotes menos que parroquias, según un informe publicado por Elindependiente.com.
La secularización avanza sin freno. Con datos de 2018 del CIS en la mano, el 68,7% de los españoles se definen como católicos. Son casi 10 puntos menos que hace una década. Pero, de estos, más de la mitad, un 56,2% no van "nunca" a misa (si no contamos bodas, bautizos y comuniones). Hay resultados que apuntan a una secularización aún más frenética. Una encuesta de Win/Gallup en 2015 sobre casi 64.000 personas llegó a situar a España como el 16º país menos religioso del mundo, con sólo un 37% que se declara religioso. Tomando como referencia el CIS, la adscripción a las opciones de conciencia no religiosa –ateos, agnósticos, no creyentes– no para de crecer: 8,5% en 1980, 9,8% en 1990, 13,2% en 2000 y 27% en 2018, su máximo histórico. En el caso de los jóvenes de 18 a 24 años, el porcentaje de no religiosos asciende al 48,9%, casi 30 puntos más que en los mayores de 65 años. Es decir, que la religión va desapareciendo inexorablemente de los convencimientos íntimos de los españoles.