El PP cuida los puentes con Vox y estrena su mayoría absoluta en Andalucía regalándole un cargo

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Nueva era política en Andalucía. Arranca la XII legislatura, la primera con un reparto de poder que fue impensable durante la larga etapa de hegemonía socialista: mayoría absoluta del PP, que por primera vez pone al presidente del Parlamento. Los hubo hasta ahora del PSOE, de Izquierda Unida y de Ciudadanos, pero nunca del partido de Javier Arenas y ahora de Juan Manuel Moreno. El que corrige la historia es Jesús Aguirre, hasta ahora consejero de Salud y Familias, conocido por su espontaneidad en el discurso, que tanto juego ha dado a las televisiones y las redes sociales. Con su elección, el presidente Juan Manuel Moreno está cesando al que ha sido responsable de la gestión de la pandemia –antes, de la crisis de la listeriosis–, que debía ahora enfrentarse al monumental reto de enderezar un sistema sanitario tocado de gravedad. Pero esa posible interpretación, la del cese, apenas se ha oído. La lectura mayoritaria, alentada por el PP, es que Moreno premia el duro trabajo de Aguirre, de 66 años, con un puesto de honor y menos estresante.

Así comienza la legislatura para el PP. Todo parecen buenas noticias para Moreno y los suyos. Todo les viene de cara. Hasta tal punto es así que el presidente se permite gestos de generosidad, con lo que al mismo tiempo cultiva su promesa de no dejarse llevar por la arrogancia propia de la mayoría absoluta y cuida los puentes con Vox, que pueden ser importantes tras las autonómicas, municipales y generales de 2023. Las autonómicas del 19J no fueron un punto y final, sino un punto y seguido en las relaciones de PP y Vox.

Paso a paso

Moreno, con todo el poder, va administrando los gestos y los nombramientos en pequeñas píldoras. No hay ni una filtración sobre los nombres de su futuro gobierno, en el que perderá al que ha sido su hombre fuerte, el consejero de Presidencia y portavoz, Elías Bendodo. Todo son suposiciones sobre el futuro Ejecutivo. La principal equis por despejar es quién ser el nuevo –o la nueva– en el cargo de Bendodo, que sale del Gobierno andaluz para centrarse en la dirección nacional de Alberto Núñez Feijóo.

Moreno quiere ir paso a paso. Esta semana, tocaba constitución del Parlamento, precisamente este jueves. La que viene, habrá investidura: miércoles 20 y jueves 21. El sábado 23 tomará posesión. Y después, sólo después, se conocerán los nombres de su gobierno, con la idea de que celebre su primera reunión antes de las vacaciones de agosto. Ese es el calendario.

El presidente trata de evitar filtraciones hasta el punto de que su modus operandi al ofrecer un cargo a un consejero es advertirle de que, si se acaba sabiendo antes de tiempo, no habrá nombramiento, señala un próximo al jefe del Ejecutivo. No deja de ser un clásico: evitar filtraciones es una demostración de poderío y autoridad, de concentración de la decisión en una sola persona.

Moreno no quiere que los anuncios sobre el futuro eclipsen el presente. Y este jueves tocaba Parlamento, con la sesión de constitución de la Cámara. Era el día para elegir a Jesús Aguirre y dar el nombre de, portavoz parlamentario del PP, Toni Martín, un aliado de Moreno en las luchas internas del nunca del todo pacificado PP de Sevilla.

Si Martín será una voz destacada del PP, los referentes de la oposición serán Juan Espadas (PSOE), Macarena Olona (Vox) e Inmaculada Nieto (Por Andalucía), que compartirá protagonismo con Juan Antonio Delgado (Podemos) y Esperanza Gómez (Más País Andalucía).

Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) intentaré sacarle todo el jugo que pueda a sus dos escaños –el suyo incluido– sin grupo.

Un regalo para Vox

Lo más relevante desde el punto de vista del reparto de poder de este jueves fue la conformación de la mesa de la Cámara. Se trata del órgano rector del Parlamento, a semejanza de la mesa del Congreso. Está compuesta por siete miembros: presidente, tres vicepresidentes y tres secretarios. El peso político del órgano es determinante. ¿Un ejemplo? En la pasada legislatura, fue clave en la expulsión del grupo de Podemos e IU de los diputados considerados "tránsfugas" afines a Teresa Rodríguez.

La formación de la mesa en la era del multipartidismo se ha convertido en un rompecabezas en el inicio de cada legislatura. Por una parte, siguiendo el reglamento de la Cámara, si cada partido vota por sus propios candidatos a cada uno de los puestos se quedan grupos fuera. Por otro, el reglamento establece que deben estar representados todos los grupos. La ecuación se viene resolviendo con vocales sin voto para los grupos que se quedan fuera. Un apaño.

¿Qué ha elegido hacer el PP? Tener, en el mismo inicio de la legislatura, un gesto de generosidad con Vox, al que ha regalado no sólo un puesto sin voto, sino toda una vicepresidencia de la mesa de la Cámara sin tener ninguna necesidad de hacerlo. Además, Moreno ha dejado caer que espera reciprocidad a la "generosidad" de su partido. El cargo supone un complemento de más de 1.300 euros al mes, según el régimen económico del Parlamento. Pero eso no es lo importante, sino el gesto en sí y el voto en las decisiones de la mesa. Eso sí, el PP mantiene la mayoría absoluta en el órgano, que queda repartido así: cuatro miembros del PP –le tocaban cinco–, dos del PSOE y uno de Vox –cedido por el PP–. Por Andalucía, el otro grupo, tendrá una vocalía, está por ver si con voto. La decisión está pendiente de adoptarse, señala una fuente parlamentaria.

La "sonrisa" de Olona

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Así que en el primer día del curso político para Macarena Olona, que durante su extremadamente beligerante campaña prometía que iba a entrar en San Telmo con unas "tijeras de podar", con una "escoba" y hasta con una "motorsierra", lo que hizo fue aceptar sonriente un regalo del PP en forma de cargo. "Ya saben –explicó ante los periodistas– que nuestra misión no es ocupar poltronas", pero la "experiencia" les demuestra que hay que estar en la mesa para evitar que otros tomen acuerdos "bajo mano". No ha sido, dijo, un "mercadeo indigno de sillas", ni el PP debe esperar nada a cambio.

Eso sí, Olona dejó claro que su oposición a "Juanma" en el Parlamento andaluz será totalmente distinta a la oposición a Pedro Sánchez en el Congreso. "Lamentamos", manifestó la portavoz, remitiéndose a la intervención de Santiago Abascal en el Debate del estado de la nación, "haber hecho una una oposición tan dura" en el Congreso. "No descubro nada nuevo si digo que digo que he sido partícipe y un elemento activo en esa oposición tan dura", añadió. Pero ahora la disposición es distinta porque ve que "Juanma", a pesar de la mayoría absoluta, no es "arrogante" ni "soberbio", sino dialogante.

"No sabe usted –le dijo al periodista que le preguntó– las ganas que tengo de poder llevar a cabo una oposición con la mejor de mis sonrisas, con la mano tendida y en diálogo permanente, porque vengo de vivir todo lo contrario". La portavoz se mostró satisfecha de que el inicio de la legislatura haya discurrido "por la senda correcta". Está claro que Olona se baja –al menos, por ahora– del papel estridente de la campaña electoral, cuando acusaba a Moreno de permitir la perversión de los niños a los que se les enseñaba a masturbarse con diez años. Adiós a aquella Olona, por lo visto. A Vox no le ha ido bien hacerle oposición al PP con una beligerancia parecida a la que emplea con el PSOE, porque ha acabado reforzando la centralidad de Moreno. La nueva Olona enseña "la mejor" de sus "sonrisas" en el arranque de una legislatura larga.

Nueva era política en Andalucía. Arranca la XII legislatura, la primera con un reparto de poder que fue impensable durante la larga etapa de hegemonía socialista: mayoría absoluta del PP, que por primera vez pone al presidente del Parlamento. Los hubo hasta ahora del PSOE, de Izquierda Unida y de Ciudadanos, pero nunca del partido de Javier Arenas y ahora de Juan Manuel Moreno. El que corrige la historia es Jesús Aguirre, hasta ahora consejero de Salud y Familias, conocido por su espontaneidad en el discurso, que tanto juego ha dado a las televisiones y las redes sociales. Con su elección, el presidente Juan Manuel Moreno está cesando al que ha sido responsable de la gestión de la pandemia –antes, de la crisis de la listeriosis–, que debía ahora enfrentarse al monumental reto de enderezar un sistema sanitario tocado de gravedad. Pero esa posible interpretación, la del cese, apenas se ha oído. La lectura mayoritaria, alentada por el PP, es que Moreno premia el duro trabajo de Aguirre, de 66 años, con un puesto de honor y menos estresante.

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