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El poder navarro: cómo una federación de 1573 militantes se ha convertido en puntal de influencia en el PSOE

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El PSOE tiene mucho acento navarro. Mucho. Fuerte y poderoso. La federación, que cuenta con un censo de apenas 1.573 militantes, se ha convertido en uno de los principales puntales de influencia en el partido y en un lugar clave para el actual presidente del Gobierno a nivel interno por lo que supone institucional y orgánicamente.

Navarra no es un lugar cualquiera ahora mismo en el PSOE y reúne una serie de condiciones que no se dan en ninguna otra comunidad autónoma. Es el único Gobierno regional donde hay una mujer socialista al frente, María Chivite, en un mapa donde sólo otras dos regiones son del puño y la rosa (Asturias y Castilla-La Mancha) frente al dominio territorial azul del Partido Popular.

Además, la fortaleza del PSN se evidenció la noche del pasado 23 de julio, donde fue una de las pocas circunscripciones en la que los socialistas se impusieron como primera fuerza en las urnas, siendo el único partido que en la comunidad logró dos diputados y aumentó el porcentaje de voto hasta el 27,38%, más de dos puntos por encima de lo que lograron cuatro años antes, cuando obtuvieron un 25,26%.

De Navarra proviene el todopoderoso secretario de Organización, Santos Cerdán, que se ha convertido en una de las personas de máxima confianza del presidente del Gobierno y en pieza imprescindible en las negociaciones por la investidura Y, además, el PSN acaba de incorporar otro nombre a la élite del poder nacional: Elma Saiz, que se ha hecho en el nuevo Gobierno con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Una persona del círculo de Cerdán y de Chivite.

El factor Cerdán

El nombre que más se repite en el PSOE y en la política nacional es el de Santos Cerdán, el encargado de armar la investidura con Junts. Su figura ha sido indispensable para la investidura y fue el enviado a negociar en Bruselas los votos de los de Carles Puigdemont. Allí tuvo que afanarse para cerrar el pacto el 9 de noviembre junto a Jordi Turull, pero la vía se abrió desde la noche electoral. La relación con ese partido era nula por parte de Ferraz y el propio Sánchez le dio la orden a su secretario de Organización de establecer un canal de comunicación. El navarro tiró de sus contactos con el PNV para llegar al corazón de Waterloo y sondear si había agua en la piscina.

Ahora Cerdán es el encargado de pilotar la delegación socialista en las reuniones con Junts programadas cada mes. La primera se celebró el pasado fin de semana en Ginebra y se fijó la metodología de los encuentros, además de aprobarse como verificador al diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez. El secretario de Organización cuenta con el apoyo en esas citas de Juan Francisco Serrano, diputado y su adjunto en Ferraz. Su mano derecha y pupilo político en Madrid. Esto ha puesto a Cerdán en la diana de las críticas de la derecha y en la figura que asume el desgaste público, pero a la vez se refuerza como actor principal a la hora de lograr que aguante la legislatura.

“Santos tiene el partido en la cabeza. Es un secretario de Organización nato, con un hilo directo con todos los territorios, conoce a todo el mundo”, indican fuentes de la dirección socialista, donde lo comparan con un "director de orquesta para que todo fluya". “Logra que la maquinaría electoral del PSOE funcione como un metrónomo. No hay ciudad, municipio, comunidad autónoma de la que no tenga todos los datos en la memoria”, indican.

El PSN, clave en las alianzas

Cerdán también ha sido clave dentro del PSOE en la relación con EH Bildu, convirtiéndose en el puente socialista con este partido. Su figura fue vital para que el PSN pudiera acceder al poder en Navarra tras las elecciones de 2019 gracias a la abstención de varios diputados de EH Bildu, lo que supuso que el partido volviera a la Presidencia 23 años después en la comunidad foral. 

El actual secretario de Organización del PSOE convenció a Sánchez de la necesidad de un giro de alianzas en Navarra, donde en las últimas décadas Ferraz se había opuesto a acercamientos con los nacionalistas en varias ocasiones. Durante la época de José Luis Rodríguez Zapatero, José Blanco truncó un pacto de Fernando Puras con Na Bai para hacerse con el Ejecutivo autonómico. Ese ‘agostazo’, como se conoce en el partido, hizo que finalmente el poder cayera en manos de Miguel Sanz (UPN). Los problemas entre el PSN y Ferraz también fueron evidentes con Roberto Jiménez, que quiso presentar una moción de censura pero la dirección que dirigía entonces Alfredo Pérez Rubalcaba en 2014 detuvo sus intenciones con la excusa de que necesitaba el respaldo de Bildu. Los socialistas navarros siempre han tenido una relación apesadumbrada y de incomprensión con Madrid por las posibles alianzas, algo que Cerdán ha logrado hacer virar y, sobre todo, comprender por parte del resto de federaciones. 

Cerdán tiene la máxima confianza de Pedro Sánchez, quien lo encumbró a secretario de Organización en julio de 2021 tras apartar de su puesto a José Luis Ábalos. Él era realmente quien llevaba las riendas del día a día de la calle Ferraz, donde mantenía un pulso con la entonces vicesecretaria general, Adriana Lastra. Y una de las cosas que más le gusta al presidente del navarro es su absoluta “discreción”, como reconocen personas del partido. No le gusta hablar con la prensa, no le gustan las filtraciones, mantiene el secreto hasta el final. Eso es algo que exige el presidente del Gobierno para estar a su lado.

El círculo íntimo del presidente es muy pequeño. Sólo un grupo de personas comparte las decisiones vitales. La noche del 28M, tras el batacazo de las municipales y autonómicas, Sánchez sólo pidió a cuatro personas ir al Palacio de La Moncloa para organizar el adelanto electoral: María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar López y el propio Cerdán. El secretario de Organización ha estado con el líder socialistas a su lado de manera férrea desde las mismas primarias contra Susana Díaz. Y es un dirigente “muy, muy de las siglas”, indican fuentes del PSOE. No ha perdido los nervios durante estos meses de negociaciones, pero los suyos, según indican personas conocedoras, sí lo han visto pasarlo mal por los ataques a las sedes socialistas y los insultos a los compañeros en las calles.

Chivite y Saiz, en la élite

Cerdán ha visto cómo su apuesta en Navarra ha calado y se ha agrandado en votos. Allí Chivite se reivindica como la fórmula del “diálogo”, como indican fuentes socialistas navarras, en una autonomía con una composición política muy fragmentada. Precisamente su estilo durante estos años se ha basado en potentes políticas sociales y en ser capaz de ir pactando cada ley en virtud de una centralidad. Lo que ha querido es huir de temas identitarios que han dividido durante años a esta autonomía. En ese juego de equilibrios del PSN está, por ejemplo, dejar que UPN se hiciera con el Ayuntamiento de Pamplona, pero a la vez facilitar que EH Bildu, en la figura de Xabier Alcuaz, obtuviera la Presidencia de la Federación Navarra de Municipios y Concejos (FNMC).

Una de las personas de confianza de Chivite es precisamente Elma Saiz. El presidente pidió nombres para posibles ministros y la presidenta navarra le hizo llegar el de la que fuera aspirante a la Alcaldía de Pamplona. Además, fue su consejera de Economía y Hacienda y portavoz del Gobierno navarro en la anterior legislatura. Con el aval, por supuesto, de Cerdán. El perfil encajó en La Moncloa: había demostrado diálogo para sacar los presupuestos. Y este será un periodo muy complejo en el Congreso, donde cada voto es imprescindible y donde el pacto con el PNV requiere de mucho talante en temas de Seguridad Social. El 20 de noviembre Pedro Sánchez pronunciaba su nombre en la escalinata del palacio presidencial. El poder navarro acariciaba todavía más el cielo madrileño.

El PSOE tiene mucho acento navarro. Mucho. Fuerte y poderoso. La federación, que cuenta con un censo de apenas 1.573 militantes, se ha convertido en uno de los principales puntales de influencia en el partido y en un lugar clave para el actual presidente del Gobierno a nivel interno por lo que supone institucional y orgánicamente.

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