“Enviad esto a vuestras yayas, que vean el contenido que se están perdiendo”. “Ojalá este baile de bachata de Ana Belén y Broncano suponga el empujón definitivo para conectar con las yayas de este país”. El martes La Revuelta tuvo una invitada que sí conoce toda España y aprovechó para publicar varios mensajes en X apelando a un público que por ahora se le resiste, quienes están en edad de jubilación. Pero no usó esa expresión, ni “personas mayores”, ni tampoco “personas en edad avanzada” o “los mayores”. Usó un término que no por coloquial o extendido deja de ser incorrecto: “yayas”, cuando ni todas las mujeres mayores lo son ni las mujeres mayores quieren ser definidas sólo por ese rol familiar.
Es una manera de hablar aún común, pero no inocua. “Puedes haberlo dicho sin mala intención, pero lo que hace, y más con la gran capacidad de amplificar que tiene La Revuelta, es perpetuar el imaginario de que lo único que pueden ser las mujeres mayores es abuelas”, explica a infoLibre Mónica Ramos Toro, geroantropóloga feminista y coordinadora técnica del Grupo Social UNATE, especializado en personas mayores, de Cantabria. “Existe la idea de que una mujer mayor es una abuela, que hace ricas croquetas, quizás con andador, pero las mujeres mayores son muy diversas: también son personas que se masturban, escriben novelas o se envían tuits con alguien de Sídney”, recuerda.
Ramos menciona cómo en una charla de la pionera corresponsal Rosa María Calaf los alumnos se sorprendían de que estuviese viajando por el mundo con 79 años. Y destaca también las entrevistas que ha dado la actriz María Galiana en las que sugiere que le habría gustado haber podido proyectar, desde el enorme escaparate que era Cuéntame, un modelo de abuela diferente, que hubiera ido evolucionando como Merche, su hija en la ficción. Cuando La Revuelta hizo su llamamiento a las “yayas” en Twitter, con el anzuelo de Ana Belén, muchas mujeres, con y sin nietos, pidieron al programa que no las llame abuelas. Recordaron que pueden serlo, no serlo y, siempre, ser otras muchas cosas.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) es otra de las entidades que trabaja para combatir el estereotipo de persona mayor instalado socialmente: “Se tiene una imagen de personas que pierden la capacidad de pensar, de decidir, que tienen valores trasnochados, que no están al día”, indica a infoLibre Pili Castro Blanco, profesora de psicología del envejecimiento en la Universidad de Deusto y vocal de la SEGG. Y añade: “Existe la creencia de que envejecer es algo malo, cuando es algo natural, y de que a medida que nos hacemos mayores valemos menos, cuando hay cosas en las que se gana. Algunos estudios sobre la felicidad dicen que somos más felices con 70 que con 40”. La peor consecuencia de este estereotipo es cuando se piensa que alguien no va a hacer algo determinado por su edad y lo que acaba pasando es que no se le ofrece.
Un grupo tan diverso como las vidas que han tenido
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La forma de hablar y las imágenes que aparecen en los medios de comunicación sobre las personas mayores perfilan a un grupo homogéneo, pero lo cierto es que es un sector de la población mucho más diverso que el resto, advierten tanto Ramos como Castro. “Tendemos a meterlas a todas en un cajón chiquitito y a pensar que todas las personas mayores son diferentes del resto de la sociedad”, indica la antropóloga. “Ser mayor no te obliga a ser de una determinada manera, eso depende de la forma de vida que hayas tenido y de las oportunidades”, apunta la psicóloga. Además es el grupo más amplio: entre los 65 y los 95 años hay muchos mundos.
La conversación en X sobre los tuits de La Revuelta no dejaba matiz de este asunto sin tocar. Algunas personas se referían a que no se habría escrito eso si el invitado hubiera sido un hombre, y otras decían de diferentes formas que “lo último en lo que uno piensa al ver a Ana Belén es en una yaya” (aunque la cantante, de 73 años, sí lo es). “Ana Belén tiene una imagen que rompe con el estereotipo de persona mayor: está bien, es guapa, mantiene su estilo”, anota Castro. “Ana Belén no fue al programa por ser abuela, no se la entrevistó por eso, entonces vemos claramente que esa palabra está fuera de lugar, y al edadismo se suma el machismo, claro”, opina Ramos, quien recuerda que en justamente en las fechas navideñas que vienen hay mujeres mayores que sólo sufren un papel que no han elegido y del que no las dejan desprenderse: “Hay mujeres que odian las navidades, que se les llene la casa de gente, seguir preparando el cordero de siempre, cuando lo que realmente querrían es simplemente tomarse unos aperitivos, unas copas, bailar y reírse”.
Los medios de comunicación tienen en este, como en otros temas sociales, una responsabilidad especial para contribuir a educar a la sociedad y a desterrar estereotipos, o al menos para dejar de perpetuarlos. Castro considera que el edadismo aún es algo de lo que se está comenzando a tener conciencia. Pero el trabajo de los expertos ya tiene años, hay manuales específicos para comunicar correctamente sobre este sector de la población y evitar caer en los errores más comunes. Un término que aún se escucha y se lee, “tercera edad”, se reevaluó a partir de una asamblea mundial en 2002 y ahora se considera que lo correcto es referirse a esa etapa como “vejez” y a quienes la viven como “personas mayores”.
“Enviad esto a vuestras yayas, que vean el contenido que se están perdiendo”. “Ojalá este baile de bachata de Ana Belén y Broncano suponga el empujón definitivo para conectar con las yayas de este país”. El martes La Revuelta tuvo una invitada que sí conoce toda España y aprovechó para publicar varios mensajes en X apelando a un público que por ahora se le resiste, quienes están en edad de jubilación. Pero no usó esa expresión, ni “personas mayores”, ni tampoco “personas en edad avanzada” o “los mayores”. Usó un término que no por coloquial o extendido deja de ser incorrecto: “yayas”, cuando ni todas las mujeres mayores lo son ni las mujeres mayores quieren ser definidas sólo por ese rol familiar.