Casi cuatro meses después de las elecciones generales el actual presidente del Gobierno en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, será investido esta misma semana con —previsiblemente— 179 fotos a favor, lo que le permitirá seguir al frente del Ejecutivo central durante, como máximo, cuatro años más. Por segunda vez en democracia, el Gobierno del Estado no será monocolor, sino que estará compuesto por miembros del PSOE y también de Sumar, la coalición liderada por Yolanda Díaz.
Tal y como adelantó infoLibre, Díaz espera contar con cinco ministerios, los mismos que tuvo Unidas Podemos la pasada legislatura, que recaerán en dirigentes de algunas de las formaciones que integran la coalición, como los comunes, Más Madrid e Izquierda Unida. La también ministra de Trabajo, un cargo en el que prevé repetir, está convencida de que en el nuevo Gobierno de coalición la convivencia entre ambas partes será más fácil. De hecho, ese ha sido el principal motivo para dejar fuera a Podemos del reparto ministerial.
En una reunión con el grupo parlamentario de Sumar celebrada este lunes, Díaz reivindicó una "nueva relación" con los socialistas basada en el "respeto mutuo". Esto, según explican fuentes de la coalición, implica tener una relación más colaborativa y menos de confrontación que la pasada legislatura, sin desplantes públicos ni "ruido" de sables entre socios, pero en la que el PSOE no tome decisiones "de manera unilateral" sin consultarles.
Por lo pronto, según trasladan fuentes de Sumar, no tienen previsto contar con un mecanismo como el de la Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo de Coalición —aunque tampoco se descarta—. Un espacio creado un mes después de constituirse el Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos para gestionar sus discrepancias y revisar el funcionamiento de la alianza que la propia Díaz utilizó para solventar discrepancias a cuenta de la reforma laboral. Díaz, cuya interlocución con Sánchez es mucho más fluida que la que tenía su antecesor en el cargo y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, confía en solventar esas diferencias directamente con el presidente, como ocurrió en la negociación del pacto de coalición.
La líder de Sumar también dejó claro a sus diputados que la "nueva relación" con los socialistas debe trabajarse desde el Congreso. “La parte esencial de este trabajo recae aquí, en este grupo. El trabajo en el Congreso será fundamental, más que nunca tenemos que impulsar el diálogo, el acuerdo. Os pido responsabilidad, sensibilidad, la gente lo está pasando mal. Vivimos una crisis de inflación sin precedentes. Lo importante está fuera, no en nuestras cuitas internas. Os pido inteligencia, que nos pongamos al servicio de este país", subrayó.
Llamados a entenderse con Sánchez y obligados a diferenciarse del PSOE
Una de las críticas que sobrevuelan sobre Díaz radica en su dificultad de diferenciarse del PSOE por su complicidad con Sánchez y su formas, más propensas al diálogo que al "ruido", como ella misma define a las discrepancias entre los socios del Ejecutivo. Podemos, que la pasada legislatura ostentó el liderazgo de ese espacio, convirtió sus enfrentamientos con el PSOE uno de sus campos de batalla, mientras que Díaz abogaba por resolver los conflictos en privado, sin explicitar tanto sus diferencias con los socialistas. Una estrategia que contrasta con la que siguió Iglesias cuando llegó al Ejecutivo y que pervivió a través de Ione Belarra, la actual líder de la formación.
Tanto Iglesias entonces como Belarra consideraban imprescindible remarcar esas diferencias para evitar ser percibidos como una sola formación —donde el socio minoritario tiene, a su juicio, siempre las de perder— y advertían de que la vicepresidenta segunda en funciones corría el riesgo de quedar desdibujada frente a Sánchez esta legislatura. Especialmente en un momento en el que el PSOE gana posiciones y es percibido como el "enemigo a batir" por la derecha, como se comprobó el 23J, cuando los socialistas sumaron casi un millón de votos a su resultado de 2019.
Una advertencia que también lanzó Izquierda Unida tras la celebración de las generales. En el informe político ratificado por la dirección pedían a Sumar acentuar más las diferencias con el PSOE y reforzar su autonomía política. Con el bipartidismo en máximos desde el año 2015, el líder del partido, Alberto Garzón, remarcó que no solo vale "continuar" con las políticas que ha desplegado el Gobierno esta nueva legislatura, sino que hay que "ir más allá" para que Sumar sea capaz de "socavar las bases del neoliberalismo y la reacción conectando con la clase trabajadora".
La estrategia de Díaz para marcar perfil frente al PSOE, según apuntan varias fuentes de su equipo, será similar a la desplegada en campaña: dar protagonismo a las propuestas y reforzar la comunicación en positivo para no ser percibidos de manera hostil. Uno de los mensajes en los que ha insistido más la vicepresidenta segunda en funciones es en el hecho de que las medidas del Gobierno de coalición no han llegado a todos los hogares, especialmente a los que más lo necesitan, y por ese motivo hacen falta medidas "vivir mejor", como la reducción de la jornada laboral.
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Desde el entorno de Díaz subrayan que la cooperación con el PSOE no implica ejercer como "muleta" de Sánchez, sino elegir bien qué batallas dar. La vicepresidenta segunda en funciones ya ha esbozado algunas de las prioridades de la legislatura y quiere diferenciarse a través de la acción política, escenificando que Sumar llega donde el PSOE no lo hace. Por ese motivo la titular de Trabajo en funciones ya ha anunciado que convocará "de inmediato" a los agentes sociales para subir nuevamente el Salario Mínimo Profesional (SMI), una decisión que desde el ala socialista de la coalición —a través del ministerio de Economía—defiende que debe estar pactada con patronal y sindicatos, frente a una Díaz que reivindica hacerlo también sin la CEOE.
¿Reparto de roles en la coalición?
En el Gobierno de coalición que ahora expira, el reparto de roles entre los miembros de Sumar ha sido diáfano. Mientras Díaz ha ostentado un perfil más institucional, las ministras de Derechos Sociales y de Igualdad, Ione Belarra e Irene Montero, se han mostrado más beligerantes con los socialistas y han criticado medidas impulsadas por Sánchez, como el aumento del presupuesto en Defensa o el envío de armas a Ucrania, desde la misma sala del Consejo de Ministros. Desde Podemos creen que eso les ha granjeado un coste alto a nivel político y mediático que han pagado a conciencia.
Salvo sorpresa mayúscula, Podemos no estará en ese futuro Ejecutivo de coalición. Según trasladaban fuentes de la negociación a este periódico, la actual líder de Más Madrid, Mónica García, el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, la eurodiputada de Izquierda Unida Sira Rego, y el actual secretario de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, son los mejores situados para ser elegidos ministros esta legislatura. Sus perfiles, aunque diferentes, van en la línea de la estrategia de "institucionalidad" de Díaz, si bien Rego, como miembro de IU, podría ser quien explicitara más esas diferencias con los socialistas.
Casi cuatro meses después de las elecciones generales el actual presidente del Gobierno en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, será investido esta misma semana con —previsiblemente— 179 fotos a favor, lo que le permitirá seguir al frente del Ejecutivo central durante, como máximo, cuatro años más. Por segunda vez en democracia, el Gobierno del Estado no será monocolor, sino que estará compuesto por miembros del PSOE y también de Sumar, la coalición liderada por Yolanda Díaz.