PORTUGAL

Las elecciones en Portugal dejan herido el bipartidismo por el descalabro del PS y el aumento de la ultraderecha

Luis Montenegro celebra con sus simpatizantes en la sede de campaña de su partido la noche de las elecciones legislativas de 2025, celebradas en Lisboa

Joana Rei

Lisboa (Portugal) —

Portugal giró definitivamente a la derecha este domingo. Las elecciones legislativas dieron la victoria a Luís Montenegro, líder de la coalición de centro derecha Alianza Democrática (AD), con el 32,72% de los votos y 89 diputados, nueve más que en los anteriores comicios. Pero estas votaciones marcaron, sobre todo, el ascenso de la extrema derecha del país. Chega, el partido ultraderechista de André Ventura, se hizo con el 22,56% de los votos y pasó de 50 a 58 diputados. Una cifra que los iguala con los socialistas, que han quedado por delante por menos de un punto de diferencia, una ventaja que seguramente perderán cuando se cuenten los votos de los emigrantes portugueses.

Los resultados ya se han cobrado la cabeza del líder del Partido Socialista, Pedro Nuno Santos, que ante el peor resultado de su partido desde 1985 dimitió la misma noche electoral. Pero más allá de los resultados de cada partido, las elecciones de este domingo representan un punto y aparte en la composición del Parlamento portugués. La izquierda reduce su representación a mínimos nunca vistos en democracia, y la derecha consigue una mayoría de dos tercios en la cámara. Un cambio importante porque la derecha estaría en condiciones de promover reformas constitucionales en solitario sin tener que negociarlas con el PS o cualquier grupo de izquierdas.

Si todos los sondeos hacían prever la victoria de Montenegro ninguno señalaba la escalada de la extrema derecha. “Fue la derecha radical y no la izquierda quien capitalizó el caso Spinumviva [la empresa familiar de Montenegro con la que podría haber violado la obligación de exclusividad e incurrir en un posible conflicto de intereses]. Chega se transforma en un partido que desafía al partido socialista como segundo partido y, además, representa un reto para el Gobierno de centro derecha”, explica el politólogo António Costa Pinto.

Cuando el caso de la empresa familiar de Luís Montenegro salió a la luz, Chega presentó una moción de censura que el Parlamento tumbó. André Ventura hizo una campaña centrada en lo mismo que viene defendiendo: la corrupción de las élites gubernativas, los chiringuitos y la idea de que PS y PSD (socio mayoritario de la AD) son lo mismo y, por eso, hay que sacarlos del poder.

“Se trata de un fenómeno que acerca a Portugal a una tendencia europea donde los movimientos de derecha radical se vienen consolidando, al igual que las fuerzas de izquierda van perdiendo fuerza”, dice la politóloga Filipa Raimundo.

¿Fin del bipartidismo o voto protesta?

Además, al final de la campaña, Ventura sufrió un problema gástrico que le llevó a abandonar dos eventos en ambulancia y que capitalizó en las redes, subiendo fotos de su estancia en el hospital, recordando a líderes de la ultraderecha mundial como Bolsonaro. En las redes circularon después varios bulos, diciendo que miembros de la comunidad gitana, una de las más atacadas por André Ventura, se habían presentado en el hospital para intentar agredirle, algo que el hospital y la policía desmintieron, pero el poso quedó.

A la hora de valorar el resultado, Ventura habló de “un día histórico”, del “fin del bipartidismo por primera vez desde el 25 de abril de 1974” [fecha del final de la dictadura], y advirtió de que “esto no se acaba aquí, porque llegaremos a gobernar”.

“Muchos analistas hablan de un electorado ideológicamente fiel a Chega, pero a mí me sigue pareciendo que hay aquí mucho voto de protesta. Es decir, es un electorado fiel al discurso de André Ventura pero en el sentido de querer protestar contra el status quo, porque a nivel de ideología, Chega tiene aun muchas debilidades”, explica Riccardo Marchi, historiador e investigador del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Universitario de Lisboa, que lleva más de 20 años estudiando la evolución de los movimientos de extrema derecha en el país.

“Tiene tópicos que lanza pero no concreta. No sabemos cuál es su proyecto económico, no aclara del todo su posición en política internacional e incluso en temas como la inmigración, de los que habla todo el rato, nunca presenta ningún tipo de solución. Lo único que es consistente en su ideología es que es un partido antisistema”, añade.

Las debilidades fueron visibles en estas elecciones en las que no dio a conocer las listas electorales hasta el último minuto. “Chega no tiene una base de cuadros políticos y André Ventura está obligado a aceptar los nombres que le dan sus líderes regionales, sin conocerlos, porque no hay alternativa. Y por eso a veces se cometen errores”, dice Marchi.

Escándalos que no pasaron factura a Chega

Errores que resultaron en varios escándalos durante la pasada legislatura. El más grave de ellos, el de un concejal de Lisboa acusado de prostitución infantil al haber mantenido relaciones sexuales con un menor de 15 años a quien pagó 20 euros, mientras en público defendía la “castración química para quien tuviese relaciones con menores”.

Pero también fue sonado el caso de un diputado que todas las semanas viajaba en avión entre Lisboa y la isla de San Miguel en las Azores, ocasión que aprovechaba para robar maletas cuyo contenido vendía en una aplicación de venta de artículos de segunda mano.

Nada de esto le pasó factura. “Sabemos, por los estudios, que el electorado suele ser particularmente tolerante con las cuestiones éticas cuando éstas tocan al partido de su preferencia. No le pasó factura a Chega, ni tampoco a Luís Montenegro”, señala Raimundo.

“Montenegro consiguió lo que pretendía. Empujó al Gobierno a elecciones en un momento en el que la oposición, sobre todo el PS, no las deseaba, para atajar el desgaste que podría sufrir con una comisión de investigación y conseguir relegitimarse en las urnas. Le salió bien”, añade Costa Pinto.

No es no”

Montenegro ganó. Aumentó su ventaja sobre los adversarios, pero se quedó lejos de una mayoría suficiente para gobernar tranquilo. Tendrá que hacer acuerdos y ahí está la clave. A lo largo de la campaña, como sucedió en la anterior, Luís Montenegro se mantuvo fiel a su “no es no”, garantizando que no iba a llegar a acuerdos con Chega en ninguna circunstancia. En la noche electoral pidió “responsabilidad a la oposición” y “sentido de Estado”, dejando la pelota claramente en el tejado socialista.

Lo hace, además, desde el confort que le proporciona saber que hasta dentro de un año Portugal no puede volver a las urnas. El país se encuentra en la recta final del mandato del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, y la Constitución prohíbe disolver el Parlamento en los seis últimos meses de mandato. Esto, sumado los dos meses de antelación con los que se deben convocar las elecciones legislativas, nos lleva a la primavera del año que viene.

“Hay que ver cómo se comporta Montenegro ante este escenario, porque una cosa son los discursos de campaña y los del día de la victoria, y otra la estrategia y el comportamiento que va a adoptar ante la configuración parlamentaria que dejan las elecciones”, insiste Raimundo.

Pese a que las peores consecuencias las ha sufrido el Partido Socialista, la AD tampoco puede mirar a otra parte cuando a su derecha ve cómo se infla Chega. Puede que ahora no le haya devorado, pero el riesgo de que vaya a más en los siguientes comicios es real. “Chega se ha transformado, hoy en día, en Portugal, en un partido que roba votos a todos los partidos, de izquierda a derecha. Es un partido de representación nacional y que, bien o mal, representa los anhelos de la clase media-baja portuguesa”, analiza Costa Pinto.

Además, tampoco está claro que la decisión de apoyarse o no en Chega sea exclusiva de Montenegro. André Ventura dejó claro que quiere “gobernar” y señaló que “Chega está a punto de conseguirlo”. Los resultados dejan margen al partido para rechazar un posible acuerdo con la AD y seguir haciendo mella en la oposición, en una estrategia que le ha dado frutos.

“No creo que Chega deje pasar la oportunidad de llegar al Gobierno si le surge. Es cierto que André Ventura siempre tiró por lo alto, diciendo que quería ganar las elecciones, pero también dijo que estaba dispuesto a ser la solución a un gobierno estable de derecha. Lo que ha dejado claro es que, para ello, quiere tener responsabilidades, es decir, ministerios, y no simplemente ser la muleta de la AD”, indica Marchi.

Batacazo a la izquierda

A la izquierda del PS, poco se puede hacer. Tan solo Livre, partido ecologista y europeísta, creció ayer. De los cuatro diputados que tenía pasó a seis y fue el único que pudo celebrar, garantizando que iba “a dar la batalla en la calle, criando una resistencia al fascismo, dinamizando un movimiento democrático y progresista”. “Sabemos que un país no se construye con odio, polarización y desconfianza”, dijo su líder, Rui Tavares, en la noche electoral.

El Bloco de Esquerda, que tenía cuatro escaños, consiguió elegir tan solo a su líder, Mariana Mortágua, y el Partido Comunista perdió un escaño y se quedó con tres asientos en la Asamblea de la República. “Chega superó al partido de Mário Soares [PS], mató al partido de Álvaro Cunhal [Partido Comunista] y barrió al Bloco de Esquerda”, dijo André Ventura.

A los partidos de izquierda no les queda otra que tomar nota, cambiar de estrategia e intentar remontar. Después de haber sido decisivos en la solución de Gobierno de los dos primeros mandatos de Antonio Costa, con la llamada Geringonça, Bloco de Esquerda y Partido Comunista se han ido desinflando a semejanza de lo que ocurrió en España con Podemos. El PS supo capitalizar medidas como la subida de las pensiones y del salario mínimo, que se han tomado por presión de los dos partidos minoritarios, que no han sacado rédito de ellas.

El rechazo a los presupuestos de Costa, en la segunda mitad de la segunda legislatura, que abocó el país a elecciones anticipadas, les dio la estocada de la que no han podido recuperarse. En las urnas, los electores castigaron a los dos y le han dado una mayoría absoluta a António Costa. La caída, desde entonces, se acentuó.

El dilema socialista

Así las cosas, el dilema lo tiene ahora el PS, mientras se prepara para elecciones internas. Pedro Nuno Santos dimitió diciendo que no quería ser “un estorbo en la decisión que el partido tendría que tomar”. Pero se fue dejando claro que él “no apoyaría a este Gobierno” y que, en su opinión, “el PS no puede ser el soporte de este Gobierno”. “Son tiempos duros y difíciles para la izquierda. Son tiempos duros y difíciles para el PS. La extrema derecha ha crecido mucho, se ha tornado más violenta, más agresiva y más mentirosa, y lo hemos sentido en esta campaña. Debe ser combatida sin miedo y mirándola a los ojos”, zanjó.

Al PS no le quedan buenas opciones cuando es su supervivencia la que parece estar amenazada. Por una parte, puede verse obligado a viabilizar el Gobierno de la AD por un sentido de responsabilidad y para evitar que la extrema derecha entre en el Gobierno. Sin embargo, al hacerlo, y aunque no entre en ningún acuerdo de Gobierno, deja a Chega libre, para ejercer de oposición como más le convenga y seguir la estrategia que le ha llevado hasta aquí.

La coalición conservadora gana las elecciones en Portugal y el éxito de la ultraderecha amenaza a los socialistas

La coalición conservadora gana las elecciones en Portugal y el éxito de la ultraderecha amenaza a los socialistas

“Es una decisión muy difícil para el PS. Sabemos que dentro del partido hay dos sensibilidades distintas, una, la de ahora, más cercana a Pedro Nuno Santos, que se escora más a la izquierda y no admite acuerdos con la AD. Y otra, que aboga por una solución del tipo bloque central. Pero todo va a depender de cómo vayan las elecciones internas del partido”, explica Raimundo.

Por lo pronto, sólo dos certezas: Pedro Nuno Santos no se va a presentar y José Luís Carneiro, exministro del Interior del Gobierno de António Costa y perdedor de las anteriores elecciones del PS contra Pedro Nuno Santos, se volverá a presentar. Carneiro es un defensor del ala más moderada del PS, al que no disgusta un posible acuerdo con la AD.

Pero tras la hecatombe de este domingo, con la supervivencia del partido encima de la mesa, cualquier tropezón puede ser decisivo. Sobre todo cuando 1985, el año que marcó el peor resultado del partido hasta ayer, vino precedido de un Gobierno de bloque central, en el que PS dio la mano al PSD, que aprovechó el trampolín para llegar al poder y mantenerse en él durante diez años.

Más sobre este tema
stats