Semana de alto voltaje político en Cataluña. En sólo siete días se han desencadenado acontecimientos que nadie preveía que se materializarían a 100 días de las elecciones catalanas. ¿El motivo? El proceso independentista, que vuelve al centro de la política catalana después de unas elecciones municipales marcadas por el eje social. En resumen: CDC y UDC han roto su matrimonio de 37 años, han salido tres consellers del Gobierno catalán, Artur Mas ha lanzado su propuesta de lista electoral por las elecciones del 27 de septiembre, Oriol Junqueras ha anunciado su intención de tejer una “Aliança per la República Catalana” y UDC ha decidido presentarse en solitario a las elecciones catalanas. Recapitulemos y vamos paso por paso.
Después de las elecciones municipales, Unió tenía un reto por delante, aplazado desde hacía meses: clarificar su posición en el debate sobre la independencia. Los socialcristianos son, desde su fundación, un partido confederal a favor del derecho a la autodeterminación, pero en este proceso los objetivos ambiguos ya no cotizan. La indefinición que mantuvieron en la consulta del 9-N ya no es posible el 27-S. El bloque soberanista plantea los comicios como “plebiscitarios” y “constituyentes”. Es decir, una cita electoral donde se debe decidir la independencia de Cataluña, y CDC no podía permitirse ir a las elecciones suscitando dudas sobre su compromiso con el Estado independiente. Mas se juega su continuidad en política –si pierde, ha dicho que dimitirá a la británica–.
La paradoja es que esta indefinición, hasta ahora, había permitido a la federación de CiU navegar entre dos aguas. Sin poner límites a la soberanía catalana, los convergentes han jugado con dos caras: la de Artur Mas y la de Josep Antoni Duran i Lleida. El primero ha liderado el proceso independentista mientras el segundo apostaba por una tercera vía: la reforma de España. Pero el cónclave terminó el domingo 14 de junio, ya que UDC, en un acto de democracia interna, sometió a consulta su continuidad como partido en el proceso. Lo hizo mediante una pregunta compleja y con distintos condicionantes: Unió seguiría en el bloque soberanista siempre que se cumpliera con la seguridad jurídica y la permanencia en la Unión Europea, y se descartara la declaración unilateral de independencia, entre otras cosas.
El sector oficialista liderado por Josep Antoni Duran i Lleida con el apoyo de Ramon Espadaler (conseller de Interior), Joana Ortega (vicepresidenta) y Josep Maria Pelegrí (conseller de Agricultura) apostó por el sí a la consulta. Y el sector crítico (liderado por Núria de Gispert, presidenta del Parlament, y Antoni Castellà, secretario de Universidad) defendió el no como sinónimo de una apuesta clara por la independencia –sea o no en el marco jurídico constitucional–. El desenlace: victoria pírrica de Duran y división en Unió.
Después de este resultado, la presión se acentuó sobre UDC. CDC pidió a los de Duran que respondieran si aceptarían presentarse con un programa nítidamente independentista el 27-S. Unió respondió con la salida del gobierno. Ahora Mas tiene tres miembros menos en su ejecutivo (Espadaler, Ortega y Pelegrí) y este lunes está previsto que anuncie una remodelación.
Aunque puede parecer que éste es otro golpe para Artur Mas, desde CDC se ven reforzados. Creen que la separación les beneficia y que, de este modo, van a atraer más voto independentista. Fue el mismo coordinador nacional del partido, Josep Rull, quien salió en rueda de prensa a dar por “terminado” el proyecto de la federación. Ahora los convergentes apuestan sin complejos por la independencia, sin el lastre de un socio que no lo tiene claro.
Las consecuencias de la separación
Hoy por hoy, no parece que el divorcio de la federación conlleve la inestabilidad del gobierno. Espadaler ha reiterado en varias ocasiones que el Ejecutivo de Artur Mas tiene garantizado el apoyo de Unió en el Parlament. Así, el grupo de CiU en la Cámara catalana seguirá actuando al unísono en los dos plenos parlamentarios que quedan.
No será así en el Congreso de los Diputados, donde el grupo está pilotado por Duran i Lleida, presidente del comité de gobierno de Unió. CDC quiere marcar distancias con el democristiano y los dos partidos actuarán de facto por separado hasta terminar la legislatura. De hecho, Convergencia espera que Duran deje la presidencia del grupo parlamentario a iniciativa propia.
En el caso del Senado, también esperan actuar por separado, pero en los ayuntamientos, consejos comarcales y diputaciones, CDC y UDC mantendrán los compromisos adquiridos fruto de las elecciones municipales. La voluntad es mantener los pactos.
Por otro lado, a nivel orgánico, la separación está estipulada en los estatutos de la federación. No obstante, hay una vertiente legal y económica que más tarde deberán afrontar los socios, como la deuda conjunta que tiene la federación.
Mas, de vuelta al ataque
El pasado sábado, mientras Unió celebraba un tenso Consell Nacional a puerta cerrada –de más de siete horas de debate–, Mas lanzó su nueva propuesta, desde un acto en Molins de Rei, para recuperar el turbo del proceso. Emplazó directamente a la sociedad civil a trabajar por la unidad soberanista el 27-S, recuperando la idea de frente conjunto de las fuerzas independentistas en los próximos comicios. Anunció lo que hacía días que circulaba en las esferas políticas y mediáticas: su apuesta para concurrir desde la unidad en septiembre.
Pero cambió de estrategia, corrigiendo un matiz importante de lo que se ha llamado la lista del president: “A mí me incomoda este concepto, no deja de ser una personalización que no conviene”, dijo. Mas es consciente de que, a veces, su hiperliderazgo ha generado anticuerpos en los otros partidos. Por eso, apostó por una lista con el president cediendo el protagonismo a las entidades de la sociedad civil, ofreciéndose, eso sí, a adoptar el “papel” que sea necesario.
Esto implica que, ahora, la responsabilidad de decidir si se conjura una lista unitaria del soberanismo recae sobre la Asemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la Asemblea de Municipios por la Independencia (AMI). Estas entidades deberán debatir internamente la cuestión, con el riesgo de fracturar su cohesión: hay opiniones de todos colores. En los meses posteriores al 9-N, con Mas-Junqueras enfrentados por la lista unitaria, ya se puso a prueba esta fortaleza interna.
Si finalmente aceptaran el reto de Mas y tejiesen un espacio central del soberanismo, ERC lo tendría difícil para justificar su no implicación. Así, los planes del president vuelven a topar con los de Oriol Junqueras (ERC), que el viernes escribía un artículo en el diari Ara a favor de una lista bautizada como Alianza por la República Catalana, una confluencia de izquierdas soberanista para presentarse en el 27-S.
Dos procesos paralelos
En Cataluña la situación es particular y agitada políticamente. Los procesos de regeneración democrática y empoderamiento social proceden de dos movimientos paralelos: el soberanismo y la nueva izquierda. El resultado de las elecciones municipales son una prueba de esta confluencia: subió el apoyo a los partidos independentistas y los ayuntamientos giraron a la izquierda. La conquista de Barcelona por parte de Ada Colau, la irrupción de la CUP o la subida de ERC en el área metropolitana son muestras de este cambio, aunque a en Cataluña ganó las elecciones CiU.
El pacto que ha hecho alcaldesa a Dolors Sabater en Badalona es otro ejemplo de esta convergencia: la alianza de ERC y la CUP con la plataforma ciudadana Guanyem Badalona ha permitido echar a Xavier García Albiol (PP) de la alcaldía.
Aunque las nuevas plataformas ciudadanas a menudo no tienen clara la cuestión nacional, apuestan, igual que los independentistas, por un proceso constituyente en Cataluña. Y es en este punto donde se puede encontrar la nueva mayoría social. En este sentido, Ada Colau y la ANC ya han hecho los primeros pasos para acercarse. Han mantenido reuniones y Colau ha garantizado su asistencia como alcaldesa en la concentración del próximo 11-S en la Avinguda Meridiana de Barcelona.
Este punto de encuentro entre los dos procesos es lo que pretende la monja Teresa Forcades (Procés Constituent) con su apuesta por liderar una candidatura de la izquierda alternativa. Apuesta por juntar a la CUP, Podemos y ICV-EUiA en una sola lista y disputar la presidencia a Artur Mas, como Colau hizo con Trias en Barcelona. Por ahora sólo los ecosocialistas esperan con entusiasmo esta confluencia, ya que la CUP y Podemos apuestan por presentarse con su marca en los comicios.
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La apuesta de Unió
Mientras todo el mundo habla de confluencia, Unió decide presentarse en solitario. En el Consell Nacional del sábado aprobaron presentarse solos en los comicios del 27-S por una amplía mayoría (69,2% a favor, 28,2% en contra y un 2,2% abstenciones). La reunión estuvo marcada por mucha tensión entre el sector crítico y el oficialista. ¿Quién encabezará esta lista? Aún no está claro, mientras que el futuro de Duran i Lleida es ahora una incógnita.
El panorama es cambiante pero, una cosa está clara, los próximos meses serán claves para revelar posiciones y prepararse por la última batalla: las elecciones “plebiscitarias”.
Semana de alto voltaje político en Cataluña. En sólo siete días se han desencadenado acontecimientos que nadie preveía que se materializarían a 100 días de las elecciones catalanas. ¿El motivo? El proceso independentista, que vuelve al centro de la política catalana después de unas elecciones municipales marcadas por el eje social. En resumen: CDC y UDC han roto su matrimonio de 37 años, han salido tres consellers del Gobierno catalán, Artur Mas ha lanzado su propuesta de lista electoral por las elecciones del 27 de septiembre, Oriol Junqueras ha anunciado su intención de tejer una “Aliança per la República Catalana” y UDC ha decidido presentarse en solitario a las elecciones catalanas. Recapitulemos y vamos paso por paso.