La pasada legislatura vio cómo dos grupos de extrema derecha, “los presentables y los no presentables”, como decía un veterano corresponsal, se aliaban y chocaban, cómo los “presentables” se acercaban algunas veces con cuidado al Partido Popular Europeo y cómo en ese grupo de “presentables” (ECR, liderado por los italianos de Hermanos de Italia y los polacos del PIS) había algunos que estaban incómodos, como los de Vox. Esta legislatura que arranca la próxima semana podría ser distinta gracias al trabajo en las últimas semanas del Fidesz de Viktor Orbán.
Identidad y Democracia, el grupo más ultra, desaparece oficialmente. Pero en la práctica lo que hace es recibir un lavado de cara expulsando a los neonazis alemanes de AfD e incorporando tanto al Fidesz (que al principio de la anterior legislatura había abandona el Partido Popular Europeo a minutos de ser expulsado) como a algunos de los miembros del ECR, como Vox.
Es un lavado de cara que le permite crecer y alcanzar los 84 diputados, convirtiéndose en la tercera fuerza de la Eurocámara, muy ligeramente por delante de los liberales de Renew y de la extrema derecha “presentable” de Giorgia Meloni.
La italiana, que parece la perdedora de la jugada, puede en realidad salir beneficiada. Mientras ese nuevo grupo (Patriotas por Europa) une a todos los ultras y se convierte en infrecuentable para las demás formaciones, Meloni suelta lastre y podrá ser aún más “presentable” para que el Partido Popular Europeo se le puede acercar con menos remilgos. Sin VOX, por poner el ejemplo español, al Partido Popular le costará menos pactar con ellos. Y el tamaño aquí sí importa, porque de esa variable depende por ejemplo la asignación presupuestaria para las actividades del grupo.
Viktor Orbán, más que sus eurodiputados, ha sido el negociador en jefe en las últimas semanas, pero cuando la legislatura arranque los líderes (porque tienen 30 escaños de 84) serán los lepenistas. Por eso el presidente del grupo, elegido este lunes, es el francés Jordan Bardella. El joven delfín de Marine Le Pen ya era eurodiputado y había faltado a más del 70% de las sesiones parlamentarias y comisiones en las que debía haber participado. Por eso en los pasillos de la institución se le conoce como “Bard n’est pas là” (un juego de palabras que significa “Bardella no está”).
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Este lunes fue elegido “en ausencia”, porque tampoco estaba. El grupo tiene cinco vicepresidentes, entre ellos Hermann Tertsch, de Vox y el general italiano Roberto Vannaci, un neofascista que considera a Benito Mussolini un “estadista”, que cree que los homosexuales “no son normales” y que el odio (racista) debe poder expresarse libremente. Así que chocará con partidos de su grupo, como el PVV de Geert Wilders, que defienden los derechos de los homosexuales.
El grupo tiene una grieta que puede romperlo: Ucrania. Mientras los húngaros o los austríacos son abiertamente pro-Putin, los franceses y los españoles lo fueron y ahora supuestamente no lo son, otros, como los holandeses, no pueden serlo si no quieren hundirse en sus países. Por ahí empezaron a recibir ataques ayer mismo. El primer ministro checo Petr Fiala, socio de Meloni y hasta hace días de VOX, dijo este lunes que el nuevo grupo estará “al servicio de Rusia”.
Ucrania no dejará de abrir sus costuras porque el presidente ruso usará a partidos de este grupo para sus intereses y no tendrá ningún problema en dejar mal parado a cualquiera. Dos días después de que Orbán le visitara en Moscú “en misión de paz”, la Fuerza Aérea rusa bombardeó el mayor hospital oncológico de Kiev. Orbán tiene por objetivo la desestabilización de la Unión Europea porque sabe que sólo en ese escenario su Europa de las naciones gobernada por nacionalistas tendrá alguna oportunidad de materializarse.
La pasada legislatura vio cómo dos grupos de extrema derecha, “los presentables y los no presentables”, como decía un veterano corresponsal, se aliaban y chocaban, cómo los “presentables” se acercaban algunas veces con cuidado al Partido Popular Europeo y cómo en ese grupo de “presentables” (ECR, liderado por los italianos de Hermanos de Italia y los polacos del PIS) había algunos que estaban incómodos, como los de Vox. Esta legislatura que arranca la próxima semana podría ser distinta gracias al trabajo en las últimas semanas del Fidesz de Viktor Orbán.