Acaparamiento frente a escasez. La esperanza de una salida, frente a la frustración que provoca el túnel cuyo final no se atisba. La crisis del covid-19, tanto la sanitaria como la económica, agrava las diferencias entre norte y sur, entre países ricos y países pobres. Pese a la milmillonaria aportación de dinero público a las principales vacunas, cerca de 70 países encaran un riesgo grave de disponer en 2021 sólo de vacunas para una de cada diez personas. "Los países ricos, que representan sólo el 14% de la población mundial, han comprado hasta el 53% de las vacunas más prometedoras hasta la fecha", alerta un grupo de ONG, entre ellas Amnistía Internacional, que reclama una categoría mundial de población prioritaria que englobe a los últimos de los últimos: hacinados en cárceles, refugiados, desplazados, comunidades sin acceso seguro a agua potable...
El choque norte-sur se hace evidente en torno a la propuesta de suspensión de la patente de Sudáfrica e India, con el respaldo de un centenar de países pero escasos visos de abrirse paso. La rechaza la industria farmacéutica, que promete esfuerzos para que la vacuna llegue a todo el mundo. Médicos sin Fronteras responde: "Depender de la buena voluntad empresarial o de la caridad en forma de donaciones no es una solución".
La desigualdad vacunal es lluvia sobre mojado en el terreno económico. 2019 ya interrumpió dinámicas de convergencia, según un informe de Allianz, que añade: "La misma historia está a punto de repetirse en 2020, sólo que al extremo". Cálculos de organismos internacionales alertan de hasta 150 millones de personas más en "pobreza extrema" entre 2020 y 2021 y hasta de 132 millones de desnutridos más. Y ello ante la insuficiencia de los programas nacionales de ayuda, acreditada por Oxfam Intermón. Falta además compromiso con la pequeña y mediana empresa por parte de las instituciones financieras de desarrollo, centradas en sectores lucrativos. En el horizonte se despliega un negro nubarrón: un posible "tsunami" de deuda en los países pobres, que son al mismo tiempo los que más sufren por la impunidad de los paraísos fiscales. Inquieta especialmente la situación de América Latina.
Eduardo Soler, especialista en geopolítica del Cidob, advierte de los riesgos de que la pandemia añada a las brechas sanitaria y económica una tercera, la "emocional", con los países con mayor acceso a vacuna y crédito abrigan esperanzas en 2021 de manera proporcional a la frustración y el resentimiento de los postergados.
infoLibre repasa la costura abierta norte-sur con ayuda de especialistas e informes.
Vacunas a dos velocidades
En teoría, diversas iniciativas multilaterales para matizar el sistema de patentes con aportaciones extraordinarias de Estados, empresas y ONG a países pobres deberían equilibrar la balanza. Pero hay indicios de que no será así. Reino Unido, Canadá o la propia UE, todos ellos firmantes de uno de estos programas, Covax, lanzado por la Organización Mundial de la Salud, están "socavando" el propio pacto al alcanzar "acuerdos secundarios" por su cuenta, revela un informe del Global Health Innovation Center. Dicho informe advertía en noviembre de que las vacunaciones en los países pobres pueden demorarse hasta 2024 mientras la Unión Europea (UE) ha asegurado derechos de 400 millones de dosis y Estados Unidos tiene acuerdos para cubrir a más del doble de su población. The New York Times, a partir de los contratos para las vacunas reunidos por la Universidad de Duke, Unicef y la empresa de análisis de datos Airfinity, amplía la alerta al concluir que mientras la UE, Estados Unidos y Canadá reúnen existencias para inocular la vacuna dos, tres y hasta cuatro veces a sus residentes, respectivamente, ni siquiera en escenarios optimistas la reciben el 20% de las poblaciones de los países más pobres.
La BBC, también con datos de Airfinity, ha cifrado en más de 7.150 millones de euros lo aportado por los Estados para las principales vacunas, frente a 1.560 millones de las organizaciones sin ánimo de lucro y cerca de 2.800 de las propias empresas. Pese a la inversión pública realizada, que en teoría debería mitigar el predominio del criterio mercantilista, casi 70 países pobres sólo podrán vacunar a una de cada diez personas en 2021 si no hay "medidas urgentes para garantizar la producción de dosis suficientes", según la estimación de Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam Intermón. "En cambio", añaden, "las naciones más ricas han comprado dosis suficientes para vacunar casi tres veces a toda su población antes del final de 2021". "Los datos actualizados muestran que los países ricos, que representan sólo el 14% de la población mundial, han comprado hasta el 53% de las vacunas más prometedoras hasta la fecha. [...] 67 países de ingresos bajos y medianos bajos podrían quedarse atrás mientras los países ricos avanzan hacia la salida de esta pandemia. De estos 67, cinco –Kenia, Myanmar, Nigeria, Pakistán y Ucrania– han notificado en total casi 1,5 millones de casos", señalan estas organizaciones. El problema no sería sólo de esos países, sino global, ya que podrían convertirse en grandes reservorios del virus.
Una propuesta de India y Sudáfrica
Este escenario está provocando alianzas entre países emergentes. India, con más de 1.300 millones de habitantes, y Sudáfrica, con cerca de 60, han presentado una iniciativa ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) para suspender los derechos de la propiedad intelectual hasta que se consiga la inmunidad grupal global. Países como Kenia, Esuatini (antigua Suazilandia), Pakistán, Mozambique y Bolivia están entre el centenar que se han sumado al a propuesta.
Organizaciones como Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, Salud por Derecho y Amnistía Internacional se han volcado en su apoyo. "Una propuesta como la de Sudáfrica e India podría marcar un horizonte de acceso a la vacuna rápido y equitativo, independientemente de si residen en un país de renta alta o baja", señala la carta enviada por Salud por Derecho a Pedro Sánchez para tratar de que apoye la medida. Médicos del Mundo denuncia la insuficiencia de los mecanismos solidarios creados a nivel internacional, por su carácter voluntario. "Siete meses después del inicio de la pandemia, no existe aún una solución política global. [...] El Fondo de Acceso a la Tecnología Covid-19 (C-TAP), creado por la OMS para compartir voluntariamente conocimientos, propiedad intelectual y datos ha sido rechazado por la industria farmacéutica. Las empresas siguen firmando acuerdos de licencia secretos y restrictivos". Médicos del Mundo señala un antecedente inquietante: "Los acuerdos de licencia secretos de Gilead para el remdesivir, un medicamento desarrollado con una importante financiación pública, están restringidos a unos pocos fabricantes de su elección, impidiendo así el suministro a bajo costo a casi la mitad de la población mundial. No es de extrañar que haya habido una escasez mundial del medicamento".
La propuesta de India y Sudáfrica tiene escasos visos de salir adelante, al no contar con el apoyo de Estados Unidos, Reino Unido, la UE, Brasil, Canadá, Japón, Australia, Noruega y Suiza. Entre los argumentos para su rechazo destaca el hecho de que existen ya mecanismos de cooperación internacional, respetuosos con la patente, y que la propia industria ha manifestado su intención de garantizar suministro a todo el globo. Médicos sin Fronteras replica, en palabras de su coordinador de Campaña de Acceso, Felipe de Carvalho: "Depender de la buena voluntad empresarial o de la caridad en forma de donaciones no es una solución". Y añade: "Las corporaciones farmacéuticas mantienen su enfoque habitual, como si no pasara nada, centrado en maximizar las ganancias. Los últimos meses han revelado varios casos e indicios que muestran cómo la propiedad intelectual ha obstaculizado, o plantea serias amenazas de que lo hará, la fabricación y el suministro de diagnósticos, equipos médicos, tratamientos y vacunas".
Una carta firmada por más de 400 entidades de todo el mundo [ver aquí] señala que "la industria farmacéutica ha tenido una actitud de 'no cambiar nada', afianzando los controles monopolísticos, que restringen la ampliación de la fabricación, bloquean a los proveedores diversificados y socavan la competencia que hace posible precios más bajos". No es suficiente, a juicio de los firmantes, con gestos de buena voluntad: "Unas pocas empresas, como AstraZeneca, han prometido precios sin ánimo de lucro mientras dure la pandemia, pero al mantener el control sobre estas tecnologías, pueden declarar unilateralmente el fin de la pandemia y aumentar los precios para maximizar los beneficios, aunque ello socave los esfuerzos internacionales para salvar vidas".
Áreas prioritarias
El desigual reparto de las vacunas afecta a poblaciones especialmente necesitadas. Maribel Tellado, responsable de Campañas de Amnistía Internacional, considera que a los colectivos prioritarios considerados prioritarios en cada país –mayores, enfermos, sanitarios– deberían sumarse otros a nivel internacional. Se trata, explica Tellado, de "poblaciones y grupos históricamente marginados, o aquellos que viven en condiciones de escaso acceso a agua potable, o con sistema de salud limitados"... A esto se suman comunidades indígenas, encarcelados en prisiones con hacinamiento, zonas de conflicto campamentos de refugiados [ver aquí información en detalle sobre puntos de riesgo].
¿Ejemplos a los que Tellado daría máxima prioridad? Por desgracia, hay donde elegir. "Las comunidades indígenas de la Amazonia de Ecuador a menudo se enfrentan a un riesgo mayor debido a la escasez de agua potable, fuentes de alimentos, suministros médicos, servicios de salud y pruebas para detectar la covid-19. En abril, un vertido de petróleo contaminó las fuentes de alimentos y agua de muchas comunidades, lo que aumentó su riesgo de infección", explica. Entre los campos de refugiados, rescata el caso de Vucjuk, en Bosnia, donde las autoridades locales "han cortado deliberadamente el suministro de agua para forzar la reubicación de quienes viven en él". Pasa después a los desplazados internos de Somalia, donde medio millón de personas "viven diseminadas en unos 700 asentamientos ubicados en el área de Banadir, donde se encuentra Mogadiscio". "Estas personas se enfrentan a desalojos forzosos, falta de empleo y unos servicios de salud deficientes", explica. Y termina su repaso –aunque Tellado podría seguir– en Nicaragua, donde las cárceles "se están convirtiendo en centros para el castigo de activistas". "Las mujeres encarceladas hablan de condiciones inhumanas, falta de atención médica y abusos. La pandemia está convirtiendo una situación desesperada en otra terriblemente sombría", señala. Allí reclama Tellado que lleguen vacunas ya.
Riqueza concentrada, pobreza extendida
La desigualdad sanitaria tiene un correlato económico. A pesar de que la riqueza ha seguido creciendo. "Nunca en los últimos diez años pudimos reportar un aumento tan grande de la riqueza. A nivel mundial, los activos financieros brutos [de los hogares] crecieron un 9,7% en 2019, registrando el mayor crecimiento desde 2005", señala el informe sobre riqueza lanzado a finales de septiembre por Alllianz. Parece una frase propia de un informe optimista. Pero no lo es. Su lectura deja un regusto amargo.
El informe de Allianz, como hacen todos los que describen brechas económicas, muestra las limitaciones que supone trazar una línea de desigualdad norte-sur, ya que ignora las diferencias dentro de los propios territorios. No obstante, hay ya evidencia de aumento de la diferencia entre países ricos y pobres, al margen de las brechas que se abran en cada uno de ellos. Ya en 2019 las regiones que vieron el crecimiento más rápido fueron "de largo las más ricas", señala el informe. Por tercer año consecutivo, los mercados emergentes no pudieron superar a sus pares mucho más ricos. "El proceso de convergencia se ha estancado", señala el informe. Y agrega: "La misma historia está a punto de repetirse en 2020, sólo que al extremo".
Allianz alerta de que el amortiguador de las políticas expansivas es un "dulce veneno", porque a la larga "agrava la desigualdad social". "La brecha de riqueza entre los países ricos y pobres se ha ampliado de nuevo", señala el estudio, según el cual el 10% más rico del mundo –520 millones de personas con activos financieros netos medios de 240.000 euros– poseen en conjunto el 84% del total de los activos en 2019. El 1% más rico– con activos financieros netos medios de más de 1,2 millones– posee casi el 44%.
Mientras tanto, el Banco Mundial, una importante fuente de financiación de países en desarrollo, prevé que como consecuencia de la pandemia 150 millones de personas más comiencen a vivir en la "pobreza extrema" entre 2020 y 2021. La nota del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob) El mundo en 2021: diez temas que marcarán la agenda internacional, que repasa los estragos del coronavirus a nivel global, abunda en las advertencias graves: "Uno de los muchos efectos secundarios de la covid-19 es la agravación de crisis humanitarias por el aumento de la pobreza, la disminución de la ayuda internacional disponible o las dificultades logísticas para hacerla llegar. Hay casos extremos como el de Yemen, pero la tendencia podría generalizarse". El Cidob recuerda la la agencia contra el hambre de la ONU ha alertado en su informe de de 2020 de un aumento de entre 83 y 132 millones de personas desnutridas.
Como en otras muchas vertientes de realidad económica, social y geopolítica, la pandemia acelera cambios que venían de atrás. No sorprende ahora que Allianz prevea que uno de estos grandes fenómenos, el de la concentración de la riqueza, se recrudezca. En Así empieza todo. La guerra oculta del siglo XXI (Ariel, 2020), el periodista Esteban Hernández recalca cómo la crisis del covid-19 ha multiplicado las opciones de acaparamiento de los grandes capitales y las tendencias monopolísticas: "Como en todas las recesiones, han salido ganando quienes cuentan con capital, ya que hay muchas más oportunidades para adquisiciones a buen precio". Es una tendencia que funciona tanto dentro de cada país como a nivel internacional. Y que refuerza la posición de los países y entidades con más cash. Eduardo Soler, especialista en geopolítica del Cidob, pone como ejemplo la acelerada penetración de Catar en Turquía, que ha vendido al país árabe el 10% de su bolsa. Es una dinámica que no se ha detenido y que ahora se agrava.
Brecha "emocional" y deuda
Soler explica que ahora no hay que estar sólo atento a las desigualdades tradicionales –de renta y/o ingresos, generacional, hombre-mujer, territorial dentro de cada país y entre países–, sino a otras dos nuevas desnudadas por la pandemia: la sanitaria, que castiga con mayor dureza a los países con sistemas más frágiles, lógicamente los más débiles; y la que Soler la "brecha emocional". ¿En qué consiste? El investigador del Cidob expresa su temor a que una salida sanitaria y económica a dos velocidades resulte frustrante y desmoralizadora para los países atrasados, con consecuencias sociales y políticas imprevisibles.
De momento, celebra Soler, el problema de la deuda no ocupa la cabecera de la agenda, aunque han empezado a aparecer síntomas inquietantes, como la reciente bancarrota de Zambia. Un titular de The Guardian resume la situación: "El default de Zambia alimenta los temores de un 'tsunami de la deuda' africana". Al menos cinco países, además de Zambia, han incumplido obligaciones de pago de deuda: Argentina, Ecuador, Surinam (Sudamérica), Belice (América Central) y Líbano (Asia).
En abril quedó impresa, concretamente en Financial Times, una llamada de alerta en forma de carta abierta de 18 gobernantes de Europa y África, entre ellos Pedro Sánchez. "Ninguna región puede combatir sola al covid-19. Si no lo derrotamos en África, volverá para perseguirnos a todos", decía la carta. ¿Se refería al problema sanitario? No sólo. Con la firma de los primeros ministros de Etiopía, Italia, Portugal, Alemania, Países Bajos y España; y de los presidentes de Ruanda, Malí, Kenia, Francia, Angola, Sudáfrica, Senegal, Egipto y de la República Democrática del Congo, así como de la Comisión Europea y el Consejo Europeo y de la Comisión de la Unión Africana (UA), la carta solicitaba una moratoria de la deuda pública y privada. Vista en perspectiva, Soler considera la carta un síntoma de preocupación, pero añade: "Creo que en 2021 la deuda no va a ser el tema central. Eso sí, acabará habiendo una reflexión sobre cómo pagar".
El riesgo de América Latina
Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano, ve sombras, pero también algunas luces. "Esta pandemia es un shock. En 2020 y 2021 se va a producir un aumento de la pobreza en los países pobres. Se revierte una tendencia de desarrollo de los países emergentes", introduce. Ahora bien, no todos los países emergentes están igual. Steinberg señala que, mientras en el sudeste asiático la rápida respuesta a la pandemia parece haber amortiguado el golpe y en África el impacto está siendo menos intenso del previsto inicialmente, en América Latina el problema sanitario y económico es mayor. Preocupan sus economías "muy dependientes del turismo, el comercio y las remesas, que se han hundido" junto con el precio de las materias primas, apunta Steinberg.
Una gran incógnita, señala, es si habrá una traducción de la crisis en la balanza de pagos. De momento los países están apostando por políticas monetarias y fiscales expansivas, aunque sin la potencia de fuego que ha mostrado la UE para salvar el cuello a los países más expuestos. Los mayores nubarrones planean sobre Argentina, en los que la deuda nueva se acumula sobre la antigua. No obstante, Steinberg apunta: "Se temía que hubiera muchos programas enormes de rescate, y hasta ahora no los está habiendo".
Falta músculo en la ayuda
Un análisis de las políticas de 126 países de ingresos bajos y medios durante la pandemia realizado por Oxfam Intermón aporta conclusiones poco alentadoras sobre su músculo para encarar la crisis. "Ninguna de las transferencias públicas ha sido suficientemente elevada como para satisfacer las necesidades básicas", señala. Un dato: en total, los Estados han gastado en 2020 más de 9,6 billones de euros en políticas para hacer frente al covid, según Oxfam. Pero reaparece la desigualdad. El 83% los han gastado 36 países ricos, frente al 0,4% de 59 países de bajos ingresos. En cuanto al dinero destinado a los programas de protección social, 28 países ricos han invertido 571 euros por persona, mientras los países medios y bajos gastaban entre 23 y 3,29 euros.
El informe se detiene en casos concretos, como el de Sovann Vary, una madre soltera camboyana que, al quedarse sin trabajo como empleada de hogar, pidió prestados 5.000 dólares para comprar un tuk-tuk para trabajar. Ahora tiene dificultades para devolver el crédito y no es elegible para el plan de seguridad social establecido por el Gobierno.
En un informe conjunto, el Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria y Médicos sin Fronteras han concluido que hasta ahora "sólo se ha cubierto el 40% del Plan de Respuesta Global contra la covid-19 lanzado por Naciones Unidas", un porcentaje "totalmente insuficiente", a juicio de ambas organizaciones.
La European Network on Debt and Developement (Eurodad) ha denunciado además que sólo el 2% de las inversiones realizadas de marzo a octubre por cinco de las mayores instituciones financieras de desarrollo del mundo han llegado a empresas con sede en los países más pobres. El informe de Eurodad concluye que, a pesar de haber comprometido al menos 5.700 millones de euros en inversiones adicionales para hacer frente a la crisis de covid-19, estas instituciones se han concentrado sólo en sectores "financieramente lucrativos". Y añade: "El 65% de las inversiones se han destinado al sector financiero y a la infraestructura, en lugar de ir directamente a las pequeñas y medianas empresas que emplean a más de la mitad de la población del sur global".
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El castigo añadido de los paraísos
Hay un foco más de desigualdad entre países ricos y pobres: los paraísos fiscales. La federación Tax Justice Network, en un trabajo presentado en noviembre que cifraba en más de 350.000 millones de euros al año las pérdidas por abuso y evasión fiscal en el mundo, señalaba un claro desequilibrio. "Las pérdidas fiscales de los países de menores ingresos equivalen a casi el 52% de sus presupuestos combinados de salud pública, mientras que las pérdidas fiscales de los países de mayores ingresos equivalen al 8%", señala el informe, que también busca culpables: "Los países con ingresos más altos son responsables del 98% de las pérdidas fiscales de los países, mientras que los países con ingresos más bajos son responsables de sólo el 2%".
El informe pone ejemplos concretos: las pérdidas de Sudáfrica podrían sacar a más de 3 millones de personas de la pobreza; las de Grecia equivalen a más de un cuarto de los reembolsos de deuda programados. Mientras tanto, según Tax Justice Network, la "telaraña de Reino Unido", en referencia a los Territorios de Ultramar y Dependencias de la Corona británica, "es responsable de más de un tercio de las pérdidas fiscales mundiales". El informe sitúa el cogollo del cogollo del esquema mundial de los paraísos fiscales en la City de Londres. Allí ya ha empezado la vacunación.