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El PP intenta dar la vuelta al ‘caso Rato’ para frenar el daño electoral

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La imagen de Rodrigo Rato, un hombre que lo fue casi todo en los gobiernos de José María Aznar, siendo introducido detenido en un coche policial supuso un shock tremendo para el Partido Popular y para el Gobierno. Pero no sólo para la formación conservadora. La noticia se coló en las casas de los ciudadanos a través de los informativos de televisión. Y al ya citado shock de los que compartieron partido, escaño o mesa del Consejo de Ministros con el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) vino a sumarse el miedo de estos por lo delicado del momento en el que esto ocurría: a poco más de un mes para las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. Con escasas vías de salida a esta crisis, la reacción del Ejecutivo y del partido que lo sustenta ha sido la de conjurarse para usar el ya denominado caso Rato como muestra, como banco de pruebas de su política anticorrupción.

El PP, que llegó al Gobierno duramente golpeado por el caso Gürtel y el escándalo de los papeles de Bárcenas,los papeles de Bárcenas intentó sacudirse parte de esta etapa del partido a base de leyes. No obstante, no ha sido hasta hace un par de semanas cuando su denominado paquete de regeneración democrática y contra la corrupción vio la luz en el Congreso de los Diputados. Ahora, sin mucho margen de maniobra por lo inminente de la cita del 24-M, el partido y el Gobierno intentan dar la vuelta al caso que afecta al que fuera vicepresidente en la etapa de Aznar en la Moncloa para frenar el daño electoral. ¿Cómo? Poniendo el foco en que las instituciones funcionan sin injerencia del Ejecutivo, en que la ley se aplica con independencia de que roce al partido del Gobierno y en que a Hacienda no le tiembla el pulso a la hora de actuar contra uno de los principales referentes del PP. "Hacer del problema virtud", resume un dirigente regional del partido consultado por infoLibre que se queja de que desde la semana pasada no hay acto de precampaña en el que no se le pregunte por Rato. "No sólo nos preguntan los periodistas, también nos preguntan los nuestros, los militantes y simpatizantes", añade.

Lo primero que requiere esta estrategia es un distanciamiento con Rato por parte del PP y del Gobierno. Se trata este de un paso relativamente fácil para los conservadores porque es algo que llevan ensayando desde el otoño, cuando estalló el escándalo de las tarjetas B de Caja Madrid, un medio de pago opaco al fisco con el que el exministro gastó cerca de 100.000 euros en más de 500 operaciones. En este momento, desde el entorno de Rajoy se le recomendó a Rato que lo mejor, antes de que la decisión la tomase el partido, era que anunciase su renuncia a su carné de partido. Y así fue.

Esto ha permitido que tanto desde la formación como desde el Ejecutivo se insista estos días en que Rato ya no forma parte del partido y que todo lo que le está ocurriendo tiene que ver con su esfera privada, con lo personal. En los últimos días se ha instalado la idea en el PP de que cuando estalló el escándalo de las tarjetas B tarjetas B en el Gobierno ya se intuía que éste no iba a ser el único episodio de presunta corrupción que iba a salpicar al exdirector gerente del FMI. "De ahí el abandono", reflexiona un diputado.

En el argumentario que el PP ha empezado a desplegar para hacer frente a este escándalo tampoco falta el tan socorrido argumento del 'y tú más'. Los conservadores mantienen que en este caso es la Agencia Tributaria, dependiente del Ministerio de Hacienda, la que ha actuado. Y que, por ejemplo, en el caso de los ERE, ha tenido que ser a iniciativa judicial. "Lecciones del PSOE en este caso, ni una", señala un miembro de la dirección nacional.

Ataques al PSOE

La estrategia también pasa por criticar a los socialistas no sólo por su forma de hacer frente al escándalo de los ERE, sino por poner en evidencia que un partido con vocación de Gobierno y que ha gobernado durante años en España, esté utilizando como arma para desgastar al PP algo que es "imposible". Es el caso de la publicación de la lista de aquellos que se acogieron a la amnistía fiscal de 2012.

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"Lo que pretende el PSOE es que incumplamos la ley y prevariquemos y el Gobierno no va a prevaricar", dijo este mismo lunes José Luis Ayllón, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Además, mostró su preocupación de que una formación que ha tenido responsabilidades de gobierno "pida a otro partido que incumpla la ley". "Se acabarán sabiendo los nombres de las personas sobre las que exista un procedimiento de carácter administrativo o penal", añadió, no obstante.

¿Y el efecto electoral?

Son pocas las voces en el PP que creen que este escándalo y su gestión puede reportarles beneficios de algún tipo. Sobre todo, a corto plazo. Es decir, para las municipales y autonómicas. "Un mes no es suficiente para que en la gente cale la idea de que el PP es contundente con la corrupción", considera uno de los candidatos que pasarán el examen el 24-M. "En todo caso, podría esperarse algún efecto positivo para las generales de finales de año. Pero esa lista de 704 puede dar todavía muchas sorpresas", añade.

La imagen de Rodrigo Rato, un hombre que lo fue casi todo en los gobiernos de José María Aznar, siendo introducido detenido en un coche policial supuso un shock tremendo para el Partido Popular y para el Gobierno. Pero no sólo para la formación conservadora. La noticia se coló en las casas de los ciudadanos a través de los informativos de televisión. Y al ya citado shock de los que compartieron partido, escaño o mesa del Consejo de Ministros con el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) vino a sumarse el miedo de estos por lo delicado del momento en el que esto ocurría: a poco más de un mes para las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. Con escasas vías de salida a esta crisis, la reacción del Ejecutivo y del partido que lo sustenta ha sido la de conjurarse para usar el ya denominado caso Rato como muestra, como banco de pruebas de su política anticorrupción.

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