El debate sobre las pensiones es muy incómodo para Alberto Núñez Feijóo. Desde que llegó a la presidencia del PP, él y su equipo económico tratan de evitar esta cuestión hasta el punto de haber eludido durante meses aclarar si el PP va a apoyar o no la revalorización de las rentas de los pensionistas de acuerdo con el IPC, tal y como establece la legislación española.
Finalmente, y con la vista puesta en el año electoral que viene (las municipales y autonómicas están a siete meses vista), Feijóo y los suyos han resuelto el dilema diciendo que “la ley debe cumplirse”. Por lo tanto, el PP apoyará la subida de las pensiones del 8,5 % que ha propuesto el Gobierno (la cierta puede variar en función de la evolución de la inflación).
Una decisión que contradice sus propios planteamientos y que únicamente se explica en un contexto electoral. Porque el PP sigue defendiendo el modelo de Mariano Rajoy, que incluía una cláusula que permitía reducir las prestaciones para garantizar la sostenibilidad del sistema.
De hecho, el líder de la oposición no ha dejado de sembrar dudas sobre la viabilidad del modelo actual en todas las entrevistas en las que le preguntan por este asunto. El lunes, en El Programa de Ana Rosa (Telecinco), después de confirmar que está a favor de “cumplir la ley, y la ley actual dice que las pensiones se han de incrementar con el IPC”, añadió que lo que hay que hacer, “además de mantener el nivel de vida de los pensionistas con un mínimo de dignidad”, es asegurar la sostenibilidad de sus rentas. Porque los jubilados “están muy preocupados por mantener la viabilidad de sus pensiones y por si sus hijos y sus nietos mantienen sus empleos”.
Feijóo volvió sobre este asunto el martes, en una conferencia-coloquio organizada por el diario El Mundo. Allí apostó abiertamente el modelo de Rajoy. Con él, dijo, “las cosas iban bien”, lo que demuestra que en el PP “lo sabemos hacer”. “Mi partido tenía una propuesta en pensiones, era razonable y el Gobierno la ha quebrado”, acusó.
Aquel sistema, aprobado en 2013, es el único que se ha aprobado hasta ahora sin el consenso de todos los partidos e incluía un índice de revalorización de las pensiones que recortaba su incremento en función de variables como el PIB o los salarios. Abandonar el IPC y dañar de nuevo el poder adquisitivo de las pensiones como hizo aquel índice tiene un elevado coste político, una lección que ya aprendió el PP en 2018. La subida se ligaba entonces al déficit o superávit que tuviera la Seguridad Social cada año. Entre 2015 y 2017 la inflación subió muy poco, pero, aun así, mientras el nivel de vida aumentó un 2,7 %, las pensiones solamente lo hicieron un 0,75 %. Dos puntos menos.
En este tema la posición de Feijóo no difiere mucho de la de su antecesor. Pablo Casado defendía prolongar la vida laboral e incluso alababa los sistemas de capitalización mixta –pensiones privadas– o de reparto –el español lo es– en que las prestaciones se adecúen a los ingresos; es decir, con mecanismos de recorte como ocurría con Rajoy.
Garantizar por ley la revalorización de las pensiones es, según Feijóo, “una cuestión puramente ideológica”. “Como si a los pensionistas les interesase únicamente la cuestión del año que viene y no la pensión de toda su vida útil. O como si no es interesase cómo les va a sus hijos o a sus nietos”.
El modelo portugués
Para reforzar su distancia con Sánchez en este asunto, añadió: “Yo estoy mucho más próximo en pensiones al primer ministro portugués que al español”. Pero cuando el director de El Mundo, Joaquín Manso, le recordó que el modelo luso no revaloriza de acuerdo con el IPC, especialmente las pensiones más altas, Feijóo reculó: “Yo no conozco con exactitud cómo son las cuentas de las pensiones portuguesas”. Y cambió de tema: “Hay dos clases de políticos, los que piensan en los próximos años y los que piensan en año electoral”.
Eso es lo que cree que está haciendo Sánchez, al que reprocha que todavía no haya dado respuesta satisfactoria a las dudas expresadas por Bruselas acerca de la sostenibilidad del modelo español. Algo que el Gobierno tendrá que hacer antes de fin de año si quiere que la UE le haga entrega del cuarto tramo de los fondos Next Generation.
Bruselas consideró correctos, en una evaluación realizada el pasado mes de junio, los cálculos del Gobierno del incremento del gasto (en torno al 2,7 % del PIB) pero entonces veía demasiado optimistas y poco realistas los cálculos del ahorro fiscal de las medidas para prolongar la vida laboral (entre el 1,1 % y el 1,7 % del PIB para 2050).
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Entretanto, a Feijóo le “parece que a los pensionistas se les ha de garantizar que van a seguir manteniendo sus pensiones hasta el final”, dando a entender que el modelo actual no lo hace. “El Gobierno deberá decir si eso es posible o no en España con el número de pensionistas que van a entrar en los próximos lustros”.
Él, en cualquier caso, no va a explicar cuál es su alternativa. “Si yo fuera presidente contestaría con detalle”, respondió cuando le preguntaron. “Cuando sea presidente del Gobierno voy a contestar con exactitud”, insistió, pero no antes. Una vez en la Moncloa, prometió, su “primer objetivo será la sostenibilidad de las pensiones”, así como “explicarles a los pensionistas la verdad” y “tomar las decisiones [necesarias] para garantizar la sostenibilidad” del sistema, añadió sin precisar cómo piensa hacerlo.
“Si el Gobierno quiere actualizar las pensiones, nosotros no tenemos más que decir que eso es cumplir la ley”. Pero Feijóo sostiene que el Ejecutivo lo va a hacer “con deuda pública” y con eso él no está de acuerdo. “Tiene que hacer ajustes, muchos ajustes, en su gasto corriente, en su gasto burocrático, y en el funcionamiento del Estado”.
El debate sobre las pensiones es muy incómodo para Alberto Núñez Feijóo. Desde que llegó a la presidencia del PP, él y su equipo económico tratan de evitar esta cuestión hasta el punto de haber eludido durante meses aclarar si el PP va a apoyar o no la revalorización de las rentas de los pensionistas de acuerdo con el IPC, tal y como establece la legislación española.