En el patio unos niños juegan al fútbol, otros intercambian cromos. Corre la mitad de la década de los ochenta. El ‘maisu’ Iñigo da las asignaturas de Sociales y de Lengua a alumnos de cuarto y quinto de la EGB. Reúne a una de las clases para inmortalizar aquel curso con el horizonte del ladrillo visto de la ikastola Ati Leku. Pa-ta-ta. Y en la primera fila está sentado Imanol, un escolar con un inmaculado jersey blanco. ¡Flash!
Cuando se reveló aquel carrete, nadie podía imaginar que había dentro una foto histórica de la política de Euskadi. El profesor Iñigo llevaba por apellido Urkullu y el aplicado escolar tenía Pradales en el DNI. El actual lehendakari cuenta ahora los días para abandonar el Palacio de Ajuria Enea con la mente puesta en que sea su sucesor como candidato del PNV el 21A el que siga manteniendo la hegemonía del nacionalismo vasco. La historia se repite.
Imanol Pradales es la apuesta del PNV para taponar la sangría de votos y lograr frenar el terremoto de EH Bildu. Urkullu tenía ganas de seguir al frente del Gobierno vasco, pero el partido llevaba tiempo ya barruntando un cambio ante un electorado cansado de tantos años con sello peneuvista. Y siempre detrás de bambalinas analizó mucho la situación y movilizó sus hilos Joseba Aurrekoetxea, el todopoderoso responsable de Organización del partido y persona muy cercana al hoy aspirante en la carrera del 21-A. Una figura clave para el recambio.
Hacía falta sangre fresca, renovar la papeleta, no seguir dejando margen a una victoria de EH Bildu. Las nuevas generaciones ya no conectan tanto con el PNV y se miran mucho en las políticas sociales de la izquierda abertzale. Se puso en marcha la operación. Se barajaron varios nombres. Se buscaba un perfil distinto. Y la conclusión llegó al final: Imanol Pradales. ¿Por? “Juventud y gestión”, resumen fuentes jeltzales. Un aspirante muy del partido pero también con rasgos diferentes para reconectar con muchas capas de la sociedad. Del barrio de Mamariga de Santurtzi. Margen izquierdo, no viene de las grandes familias industriales y burguesas. Al contrario: distrito obrero, su familia era muy humilde y lo pasó muy mal durante la reconversión industrial. Nada de puestas de largo ni veraneos en palacetes de estilo anglosajón de Getxo.
El barrio, la cuadrilla, el remo... y el poder
Hijo de Rosi y de Manu y el mayor de cuatro hermanos, en su casa siempre se miraba para llegar a fin de mes. Como resume una fuente del PNV: “De ocho apellidos no vascos”. Su elección, como indican en el partido, simboliza ese partido transversal que acoge a toda la sociedad con un aspirante criado en zona castellanoparlante y que también escucha a las nuevas generaciones. Pero la política la mamó desde pequeño, desde el salón de casa. Sus padres se afiliaron a la formación nacionalista en 1976 y ya de niño acudía al Alderdi Eguna y al Aberri Eguna. Eso lo lleva dentro, muy dentro.
Pradales lleva consigo también a la vez dos símbolos muy del PNV y de Euskadi: su paso por Deusto y haber sido remero en La Sotera. La universidad privada es uno de los centros donde se conoce la élite que domina luego el mundo empresarial y político tanto en el País Vasco como en parte de España. Aunque su familia no tenía recursos, logró estudiar Políticas allí gracias a su abuelo, quien le dio el dinero que había recibido como ayuda de compensación del Gobierno de Felipe González como represaliado (luchó en el bando perdedor y fue herido en el bombardeo de Otxandio). El político exhibe también esa parte metafórica vasca que conlleva el remo. Siempre presume de ello y del compañerismo, otra de las características que suelen explotar los políticos de Euskadi en las carreras electorales. “Es muy de cuadrilla”, añade también una persona cercana al candidato a lehendakari, quien intenta desconectar durante estos días corriendo. Con la música también siempre presente, al ritmo habitual de Bruce Springsteen.
Ahora corre su carrera más importante para el 21A y para la que se ha preparado durante años. Siempre ha sido uno de los jóvenes más emergentes y mimados por los cuadros de partido. No se puede comprender tampoco su figura si no se nombra a otro histórico del nacionalismo vasco: José Luis Bilbao. Su mano fue indispensable para que hiciera carrera en la Diputación de Bizkaia, desde donde ahora ha saltado para competir por la Lehendakaritza.
Tras su paso como profesor de Deusto, su trampolín a la escena institucional fue en 2007 bajo el paraguas de la Diputación Foral para hacerse cargo como director de Bizkaia Talent, la asociación encargada de la atracción, retención y vinculación de talento. Esta es hoy una de sus principales banderas a la hora de captar voto y siempre se define como muy ligado al emprendimiento y al desarrollo. El siguiente escalón fue el de diputado de Promoción Económica, entre junio de 2011 y 2015, un puesto con gran poder en una institución que se encarga de recaudar los impuestos. Para ocupar luego a otro de los cargos clave: diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial.
El "error" de Sacyr
Los suyos defienden a capa y espada su capacidad para la gestión. Siempre se supo mover bien y no le gustaba dar la nota o ir a los grandes titulares. Pero ese currículum tiene como gran mancha la compra que hizo, nada más llegar al departamento de Infraestructuras y Desarrollo Territorial, de 7.200 acciones de la constructora Sacyr. Al desvelarse la noticia con su declaración de bienes, el político pidió perdón por el “error” y se deshizo de los títulos. Esa empresa había sido adjudicataria antes de su nombramiento de varias obras impulsadas por la Diputación como la variante de Igorre y los túneles de Autzagane.
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De hecho, la izquierda lo pone en el foco estos días como parte del sistema del PNV durante décadas. Como señala un rival político tirando de Lampedusa: “Que todo cambie para que todo siga igual”. Y ese grado de renovación es lo que se intenta en casi todos los partidos con muchas caras nuevas. Pradales es el más conocido de la cita, pero apenas sabe su nombre el 44% de los electores, según el último Sociómetro del Gobierno vasco. Por detrás aparecen: Miren Gorrotxategi (Podemos), con un 43%; Eneko Andueza (PSE-EE), con un 41%,;Pello Otxandiano (EH Bildu), con un 36%,;Javier Andrés (PP), con un 32%; Amaia Martínez (Vox), con un 17%, y Alba García (Sumar), con un 14%.
Pero pierde ante su gran rival de EH Bildu en valoración, ya que Otxandiano aprueba con un 5,3, mientras que él se queda a las puertas con un 4,9, por encima Gorrotxategi (4,8) y Andueza (4,2). La principal aprobación se la dan los votantes del PNV, y su grado de aceptación después está en los que apoyan a EH Bildu y el PSE-EE. En cambio, recibe malas notas principalmente de Vox, PP y Elkarrekin Podemos.
Desde que arrancó la precampaña Pradales se ha lanzado con el mensaje ante los votantes de que esta cita va de dos modelos: PNV y EH Bildu. “Un futuro mejor o peor para Euskadi”, repite en estas horas con la idea de que se puede perder el Estado del Bienestar si llega la formación de la izquierda abertzale. Con ataques también al PSE, su potencial socio, sobre quien siembra dudas de una “pamplonada”: “Hay que elegir experiencia, estabilidad, confianza y certidumbre”. Sobre sus hombros está la misión más complicada en décadas para el nacionalismo vasco: conservar la joya de la corona de Ajuria Enea.
En el patio unos niños juegan al fútbol, otros intercambian cromos. Corre la mitad de la década de los ochenta. El ‘maisu’ Iñigo da las asignaturas de Sociales y de Lengua a alumnos de cuarto y quinto de la EGB. Reúne a una de las clases para inmortalizar aquel curso con el horizonte del ladrillo visto de la ikastola Ati Leku. Pa-ta-ta. Y en la primera fila está sentado Imanol, un escolar con un inmaculado jersey blanco. ¡Flash!