Dos décadas después de implantar el modelo, y todavía sin una evaluación oficial y completa, Madrid revierte, aunque sólo en parte, su programa de educación bilingüe. El modelo, implantado por la expresidenta Esperanza Aguirre en el curso 2004-2005, lleva años siendo cuestionado y duramente criticado por sindicatos, docentes y expertos, que solicitan, al menos, un estudio de su impacto en el alumnado. Hasta ahora, lo único que se han llevado a cabo han sido encuestas. La última, una realizada por la organización Acción Educativa a 1.716 docentes que dejaba en muy mal lugar al modelo: no es un método demasiado efectivo para aprender inglés, empeora los conocimientos de las materias que se imparten en este idioma y, además, segrega al alumnado. Pero esos defectos, no obstante, no acaban en las fronteras de la región. "El modelo, tal y como se ha instalado, es un fracaso", sentencia, tajante, el secretario de Política Educativa de la Federación Estatal de CCOO, Alonso Gutiérrez Morillo.
Pero volvamos al principio. ¿Qué va a cambiar en Madrid? La medida adoptada por el Gobierno conservador de Isabel Díaz Ayuso entrará en vigor el próximo curso y se ceñirá, exclusivamente, a la asignatura de Geografía e Historia. Según detalló esta semana el consejero de Educación de la Comunidad, Emilio Viciana, la decisión llega después de haber observado, igual que ya lo hicieran los docentes, "un detrimento" en los conocimientos "tanto de Historia como de Inglés". "Queremos reforzar el estudio de la Historia y evitar que sus contenidos propios se rebajen por impartirlos en inglés", señaló. Hasta ahora, el modelo sólo recibía alabanzas de los Ejecutivos madrileños. En su propia web, de hecho, el Gobierno mantiene la afirmación de que éste es "uno de los proyectos más exitosos del sistema educativo madrileño". Su creadora, Aguirre, señalaba a El País que no comparte la decisión. "Yo puse otro modelo, pero en fin... Quizá yo esté equivocada", ha dicho.
En cualquier caso, y a pesar de la reforma, Madrid seguirá siendo la Comunidad donde este modelo está más implantado. Actualmente abarca a centros públicos en los que está matriculado el 51,4% del alumnado de Educación Primaria y el 61,7% del de Secundaria. A nivel estatal —en 2016 culminó el proceso de extensión de este modelo, cuando el Ministerio de Educación lo llevó a Ceuta y Melilla—, son un millón y medio de alumnos y alumnas los que estudian bajo un programa bilingüe. En número de centros, éste ha llegado ya a 7.000, según la información recogida por la Asociación Enseñanza Bilingüe, una organización que aboga por la implantación de este tipo de enseñanza pero para la que propone mejoras empezando, señalan en un documento —basado también en encuestas a 1.377 docentes— titulado La enseñanza bilingüe en España. Datos para el análisis 2023, por una evaluación.
España, critican, es "un país en el que sistemáticamente se rechaza la evaluación". "La mejora de cualquier programa bilingüe pasa por su conocimiento y su análisis y ello requiere disponer de datos que permitan tomar las decisiones adecuadas. Salvo que se basen en estudios e informes internos y reservados, se desconocen los argumentos de algunas administraciones educativas para justificar los cambios que realizan", señala la organización. También lo piden para este caso. A preguntas de infoLibre, la Asociación Enseñanza Bilingüe tacha la decisión del Ejecutivo de Ayuso de "disparate", y piden conocer "los detalles que la sustentan y justifican". "Cualquier modificación que suponga un retroceso y que perjudique la calidad de los programas y por lo tanto de la educación que reciben los alumnos, debe ser analizada con el fin de alertar sobre sus posibles efectos", señalan. Y defienden que Madrid sí contempla realizar evaluaciones sobre la implantación del programa, algo que, insisten, siguen exigiendo. Porque, de los 18 modelos que existen en nuestro país, "todos tienen fallos, fisuras y debilidades".
La Consejería de Educación, preguntada por este periódico, no ha aclarado si la decisión se ha tomado tras algún tipo de investigación sobre el modelo, pero sí ha explicado que entra dentro de un "Plan para una Educación Libre, Plural y de Calidad cuyos detalles se presentarán el próximo mes de enero".
Los expertos consultados, por su parte, son claros en este tema. Mejorar el modelo, señala el maestro y doctor en Educación Daniel Turienzo, requiere de hacerse preguntas. Es lo primero de todo. "Hay que hacer una evaluación, pero antes hay que preguntarse qué se quiere evaluar", señala. No sirve de nada, continúa, analizar simplemente si los programas bilingües mejoran los conocimientos de inglés del alumnado si se comparan sus resultados en este ámbito con los de quienes reciben una educación únicamente en castellano. "Es evidente que será así", responde. "Lo que hay que ver es si es beneficioso en distintos grupos de alumnos y alumnas. Hay que ser minucioso, ¿es igual de beneficioso el programa para los niños con recursos que para los que no los tienen?", se pregunta.
En el propio centro y entre ellos: el problema del "cole-escoba"
Este es el quid de la cuestión. Como concluyó la encuesta realizada por Acción Educativa, en la que participaron la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica, la FAPA Giner de los Ríos, sindicatos de la enseñanza y diferentes asociaciones de carácter educativo, la Comunidad de Madrid ha provocado, con la implantación de este modelo, la distribución del alumnado en función de las dificultades que, ya de casa, llevan guardadas en su mochila. En unas clases se concentran los de un nivel socioeconómico alto y, muchas veces en consecuencia, mejores resultados; en otras, los que no pueden, por ejemplo, recibir clases particulares que les ayuden a mejorar académicamente.
Pasa entre aulas, pero también entre colegios. Y en toda España. "Este modelo sólo sirve para segregar. Se ha utilizado como una especie de categoría de excelencia por parte de algunos centros que utilizan su adhesión al programa bilingüe para atraer a un tipo de alumnado en detrimento de otro. Ha ocurrido en todas las comunidades", critica Gutiérrez Morillo. Turienzo lo ejemplifica con lo que ocurre en Castilla y León.
Allí, explica, hay tres líneas: la british —que es la que más carga lectiva en inglés tiene—, la bilingüe y la castellana. A la primera acuden quienes tienen —en muchas ocasiones porque pueden, por ejemplo, recibir clases particulares— más conocimientos del idioma; a la tercera, quienes peor se manejan en él. "El modelo es claramente segregador", denuncia. Se puede pasar de una línea educativa a la otra, continúa explicando, pero "en lugar de jugar a favor de la equidad", esa oportunidad sólo perpetúa las diferencias. "Cuando un alumno o alumna no llega al nivel requerido, se le baja al anterior", dice.
En otras comunidades, continúa, pasa algo parecido, pero entre centros. "En algunos territorios se ha tendido a no hacer todos los colegios bilingües, dejando en muchas ocasiones una especie de 'cole-escoba' al que automáticamente termina yendo el alumnado con más dificultades o perfiles más complejos", señala.
La Asociación Enseñanza Bilingüe, por su parte, rechaza que se asocie el término segregación a estas escuelas e institutos. "Si nos atenemos al significado correcto de la palabra, los programas de enseñanza bilingüe no segregan más que cualquier otro programa, oferta educativa o actuación propios del sistema educativo", dicen. En cualquier caso, si existiese, añaden, "en ningún caso sería por nivel socioeconómico".
Inversión y mejoras para el profesorado
Los problemas, en cambio, no terminan ahí. Según el cuestionario de la Asociación de Enseñanza Bilingüe, el 62,8% de los docentes entrevistados no cuenta con ningún complemento económico por impartir sus materias en otra lengua. El 56,4%, además, no tiene posibilidad de reducir su jornada para coordinar el programa. Y un 39,6% considera que el principal problema con el que se encuentra para desarrollar su labor docente bajo este modelo es el número de alumnos en clase.
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Eso lo complica todo. "El nivel [de inglés, pero también educativo en general] que alcanzan niños que estudian en una clase con 15 compañeros no es el mismo que el que obtienen si comparten espacio con 30", critica la responsable de Enseñanza de FeSP-UGT, Maribel Loranca. Por eso desde su sindicato, al igual que desde CCOO, inciden en la necesidad de bajar las ratios, una necesidad de todos los centros pero más manifiesta en los que imparten enseñanza bilingüe. "Impartir clase en una lengua que no es la tuya requiere de una metodología diferente", continúa la sindicalista, que señala también la importancia de descargar el horario lectivo de los docentes para, por ejemplo, recibir formación en el extranjero que permita ampliar sus conocimientos del idioma. "El profesorado muchas veces no está motivado porque este programa, al final, les suma más carga", incide.
Y hay un último factor: no todos necesitan acreditar el mismo nivel para impartir clase bajo este modelo. Según la Asociación de Enseñanza Bilingüe, el 88,5% de los docentes cree que habría que unificar los modelos, consiguiendo que estos no dependan del Gobierno autonómico de turno. El 87,7% de ellos, además, cree que hay que mejorarlos. La Asociación Enseñanza Bilingüe, en este sentido, "aboga por un modelo común para todo el territorio nacional y por la mejora de todos y cada uno de los programas de España".
"Margen para hacerlo hay", dice Loranca. E insiste: "Pero lo primero es evaluar". Gutiérrez Morillo coincide: "En España, en general, tenemos poca cultura de la evaluación. El bilingüismo nunca se ha analizado en profundidad". Una vez se haga, dice Loranca, "si lo queremos hacer bien, será necesario invertir más".
Dos décadas después de implantar el modelo, y todavía sin una evaluación oficial y completa, Madrid revierte, aunque sólo en parte, su programa de educación bilingüe. El modelo, implantado por la expresidenta Esperanza Aguirre en el curso 2004-2005, lleva años siendo cuestionado y duramente criticado por sindicatos, docentes y expertos, que solicitan, al menos, un estudio de su impacto en el alumnado. Hasta ahora, lo único que se han llevado a cabo han sido encuestas. La última, una realizada por la organización Acción Educativa a 1.716 docentes que dejaba en muy mal lugar al modelo: no es un método demasiado efectivo para aprender inglés, empeora los conocimientos de las materias que se imparten en este idioma y, además, segrega al alumnado. Pero esos defectos, no obstante, no acaban en las fronteras de la región. "El modelo, tal y como se ha instalado, es un fracaso", sentencia, tajante, el secretario de Política Educativa de la Federación Estatal de CCOO, Alonso Gutiérrez Morillo.