Los más veteranos suelen repetir que lo que pasa en un año en la política de ahora no pasaba ni en tres legislaturas en la de antes del fin del bipartidismo. Quizás en parte por eso, y también porque para los partidos de gobierno la agenda siempre incluye una media de un par de urgencias a la semana, el PSOE parece aún lejos de activar a pleno rendimiento la maquinaria electoral de cara a las municipales y autonómicas de dentro de 365 días. Por el momento, en Ferraz se vuelcan en enderezar la legislatura de Pedro Sánchez tras varias semanas especialmente complicadas que ya tienen reflejo en unas encuestas también muy poco halagüeñas para Andalucía.
La campaña que está a punto de comenzar para el 19-J será una especie de standby antes de enfocar "todo lo que vendrá después". Es decir, autonómicas (en 12 comunidades) y municipales en mayo de 2023 y generales en diciembre. Los resultados de Andalucía determinarán hasta qué punto el PSOE saldrá airoso o no de un territorio en el que era hegemónico hasta antes de ayer y que ahora percibe como casi inalcanzable. Si las urnas andaluzas deparan un desastre para el conjunto de la izquierda, todas las alarmas volverán a encenderse y Sánchez y los suyos estarán obligados a llevar a cabo una nueva vuelta de tuerca que permita levantar el ánimo de un electorado progresista profundamente desmovilizado.
Confían en el PSOE cuanto menos en salvar los muebles. Casi nadie en las filas socialistas tiene esperanzas fundadas en alguna ecuación que implique volver a San Telmo (la sede de la presidencia de la Junta) pero sí se menciona de puertas hacia adentro la posibilidad, poco realista según los sondeos, de ser primera fuerza. Tanto ese escenario como una réplica del escrutinio de Castilla y León, donde la victoria de la derecha tuvo un sabor a derrota en el PP que desató una crisis de tal magnitud que acabó llevándose por delante el liderazgo de Pablo Casado, serían recibidos en las filas socialistas con alivio de cara al nuevo horizonte electoral.
Acelerar la gestión
Lo que sí hay desde la calle Ferraz es una consigna clara que va en consonancia con el mensaje que se traslada también desde la Moncloa: hay que exprimir al máximo las legislaturas. En algunas grandes capitales gobernadas por el PSOE, de hecho, ya se empiezan a acelerar proyectos o ejecuciones de obras y a apurar los calendarios para que todo esté listo dentro de un año. El secretario de Estrategia y Acción Electoral de los socialistas, Javier Izquierdo, destaca esa necesidad de "acelerar las agendas de transformación" de los gobiernos locales y autonómicos.
"Es importante visibilizar la gestión que se hace en los gobiernos autonómicos y locales. Hay que hacer un esfuerzo de explicación de gestión allá donde gobernamos. Medidas del gobierno central como la suspensión de las reglas fiscales o la ejecución de los fondos europeos van a permitir que se noten ya en el territorio políticas en materia de movilidad, de rehabilitación de edificios o de políticas sociales que van a mejorar la vida de la gente", sostiene Izquierdo.
Ganar nuevas plazas
En el PSOE, por ahora, y a expensas del resultado en Andalucía, prefieren ser más cautos que ambiciosos a la hora de señalar objetivos concretos. La eterna asignatura pendiente del ayuntamiento de Madrid y recuperar el consistorio de Barcelona serán algunas de las tareas principales a abordar, aunque en el caso de estas ciudades todavía no están definidas oficialmente las candidaturas. En la capital madrileña, igual que en la Comunidad, los socialistas ni siquiera son principal partido de la oposición, por lo que la aspiración más inmediata no pasa, por el momento, de "construir un proyecto político" mínimamente competitivo para las siglas del PSOE.
Entre los socialistas de Madrid hay un sentimiento generalizado de que, tras la salida de Pepu Hernández, el grupo municipal sí está cumpliendo con Mar Espinar al frente con una sólida labor de oposición al alcalde José Luis Martínez-Almeida en asuntos como el escándalo de las mascarillas. Mucha gente en el PSOE destaca el perfil de figuras emergentes como la concejala Enma López, que se suma a la propia Espinar como posibilidad, aunque varias fuentes coinciden en apuntar que, tras el fracaso de la elección personal del exseleccionador nacional de baloncesto, Pedro Sánchez tendría decidido apostar por la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González.
En Barcelona el PSC aún debe también deshojar la margarita para elegir a la persona que competirá en las urnas para arrebatar a Ada Colau el bastón de mando, aunque de momento se confía en el actual portavoz y teniente de alcalde, Jaume Collboni. Las expectativas en la capital catalana son mucho más optimistas que en Madrid. Los sondeos de los últimos meses, de hecho, dan una subida generalizada a los socialistas catalanes que se va consolidando desde el liderazgo de Salvador Illa. Hay quien señala a su predecesor en la primera secretaría del PSC y actual ministro de Cultura, Miquel Iceta, como una posibilidad real para encabezar la candidatura en Barcelona. El Comité Federal que debe aprobar el calendario de primarias y de elección de candidatos, en cualquier caso, aún está sin fecha.
La izquierda del PSOE
Como ya pasó en 2019, en muchos sitios las opciones de gobierno del PSOE dependerán directamente de que le salgan las cuentas sumando fuerzas con su izquierda. Muchas candidaturas territoriales de Unidas Podemos ya se hundieron electoralmente hace tres años e imposibilitaron que los socialistas alcanzaran el poder por la alianza estratégica del PP y Ciudadanos. Ante la imposibilidad de sumar por la izquierda, en muchas plazas el PSOE intentó pactar con los de Albert Rivera, que sin embargo desechó esa hipótesis para echarse en brazos de los populares.
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La gran pregunta ahora es saber si el espacio político conocido hasta ahora como Unidas Podemos llegará en condiciones de disputar las municipales y autonómicas del año que viene bajo el liderazgo y la nueva fórmula de Yolanda Díaz. Ese espacio político ha estado al borde de la ruptura a cuenta de la candidatura en Andalucía, registrándose a tres minutos del cierre y provocando que Podemos quede burocráticamente fuera de la coalición tras una intensa disputa entre partidos.
Lo anunciado es que tras el 19-J Yolanda Díaz arrancará por fin su "proceso de escucha". La intención es que ese camino que empezará a recorrer pueda ir concretándose en los próximos meses en forma de alianzas territoriales, nuevos liderazgos y candidaturas renovadas. Esa, al menos, es la voluntad. Aunque nadie puede asegurar a día de hoy que un proyecto político tan heterogéneo y heredero de tantas disputas pueda llegar completamente engrasado a mayo de 2023.
En lo que sí coinciden el PSOE y el espacio político de Yolanda Díaz es en dos cosas. En primer lugar, que el "efecto champán" de Feijóo en las encuestas pasará más pronto que tarde e irá de la mano de "la corrupción" y de "la vergonzosa" alianza estratégica con la extrema derecha. Y también comparten que, para alzarse con la victoria estratégica en las municipales y autonómicas hay que sacar al electorado progresista del letargo. Y a eso se disponen, aseguran, concienciados en la necesidad de ahondar en políticas que vuelvan a poner en forma a la izquierda.
Los más veteranos suelen repetir que lo que pasa en un año en la política de ahora no pasaba ni en tres legislaturas en la de antes del fin del bipartidismo. Quizás en parte por eso, y también porque para los partidos de gobierno la agenda siempre incluye una media de un par de urgencias a la semana, el PSOE parece aún lejos de activar a pleno rendimiento la maquinaria electoral de cara a las municipales y autonómicas de dentro de 365 días. Por el momento, en Ferraz se vuelcan en enderezar la legislatura de Pedro Sánchez tras varias semanas especialmente complicadas que ya tienen reflejo en unas encuestas también muy poco halagüeñas para Andalucía.