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CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ

Cuando se pusieron en Madrid las bases para la paz en Oriente Medio: lo que queda de la cumbre de 1991

Reunión de la Conferencia de Paz de Madrid

El mundo entero miró a España. Como principales testigos, los tapices y las impresionantes lámparas de lágrimas del Palacio Real. Hace 32 años arrancaba la Conferencia de Paz de Madrid el 30 de octubre de 1991. El objetivo era lograr un acuerdo entre Israel y los países árabes de Oriente Medio bajo el auspicio de Estados Unidos y de la URSS, que desaparecería apenas unas semanas después.

El Gobierno de Felipe González tuvo que organizar en tiempo récord una cita internacional sin precedentes, donde por primera vez se veían en un foro multilateral las caras representantes de Israel y de Palestina (que iba junto a la delegación de Jordania). Se buscaba estabilidad en un mundo que decía adiós a la Guerra Fría, siendo esta conferencia la última vez que se cruzaban un presidente de Estados Unidos (George Bush) y soviético (Mijaíl Gorbachov). Las grandes potencias escogieron España como lugar de encuentro, un país con buenas relaciones con todos los actores, con gran simbolismo mediterráneo y que acababa de entrar en la comunidad europea.

En Madrid no se logró esa paz anhelada, pero fue un paso decisivo para intentar resolver el conflicto y puso los cimientos para que dos años después se sellaran los históricos acuerdos de paz de Oslo, que llevaron a la creación de la Autoridad Palestina. Esa palabra paz parece en estos momentos imposible con miles de muertos en Israel y Palestina a la espera de una situación más dura si el Ejército israelí, además de los bombardeos, arranca una ofensiva terrestre en la Franja de Gaza.

El presidente español, Pedro Sánchez, llevó una propuesta a Bruselas que ha contado con el apoyo de los líderes de la UE en el Consejo Europeo; la celebración pronto de una nueva conferencia de paz. Para el dirigente socialista el objetivo es que se “implique toda la comunidad internacional para encontrar una solución definitiva” al conflicto. La Moncloa quiere que España vuelva a jugar un papel en primera línea en un conflicto en el que defiende la convivencia de dos Estados y cuya solución final pasará por la política.

"Permitió que luego se produjeran los Acuerdos de Oslo"

¿Es posible revivir ese espíritu de alcanzar la paz que sobrevoló Madrid en 1991? Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano, explica que aquel cónclave “supuso un cambio en la forma de relacionarse los distintos actores de Oriente Medio entre ellos y con las grandes potencias”. “Fue una esperanza para poder cerrar los conflictos entre Israel y los países árabes”, apostilla.

De aquella cita “queda la idea de que incluso los enemigos más acérrimos pueden intentar actuar con valentía para hacer la la paz”, indica el profesor del IE y de Georgetown, quien rememora que “sin duda alguna fue lo que permitió que se produjeran los Acuerdos de Oslo a través de una diplomacia paralela”.

Se detiene Haizam Amirah Fernández en que “el papel de España fue crucial porque organizó en un tiempo récord una gran conferencia internacional desde que George Bush llama a Felipe González”. “La elección de España fue un reconocimiento de que es un país que cuenta con la legitimidad de las relaciones con todas las partes implicadas, e incluso las simpatías suficientes para que todos acudieran. Era un excelente interlocutor con los actores que tenían que hacer la paz”, manifiesta.

"En algún momento será necesaria una nueva conferencia de paz"

El investigador principal del Real Instituto Elcano comenta, ante la idea de España de impulsar un foro, que “en algún momento será necesario que haya una conferencia de paz a pesar de que ahora con el ruido de los misiles y el olor a muerte se piense que ese horizonte jamás llegará”. “Lo que está demostrando lo ocurrido en Gaza y en Israel desde el 7 de octubre es que la alternativa a la fórmula iniciada en Madrid de paz y España no funciona. Los bombardeos, los atentados, los ataques terroristas, los castigos colectivos y la limpieza étnica no han traído la paz”, sostiene.

La España de 2023, reflexiona Amirah Fernández, “podría, cuando se den las condiciones, ser el puente para posiciones de partida antagónicas entre Israel y los palestinos, pero también entre las sociedades de Israel y de sus países vecinos”. A lo que agrega: “Madrid puede ofrecer a la Unión Europea, una coherencia y una guía para intentar actuar con una voz más nítida y menos cacofónica y autolesiva para la paz y la seguridad en el vecindario de la UE".

Blas Moreno, codirector y editor jefe de El Orden Mundial, remarca que “el legado de Madrid es importantísimo”. ¿Por qué? “Fue el primer gran momento en el que se vio negociando cara a cara a israelíes y palestinos, que fueron con Jordania para ser tolerados por Israel. Muchas delegaciones no estaban contentas al finalizar, pero se ha entendido después que esa conferencia sembró la semilla para que las negociaciones posteriores trajeran los Acuerdos de Oslo, donde se firmó la paz, la OLP reconoció a Israel y se fundó la Autoridad Nacional Palestina”.

"Israel tiene ahora el Gobierno más radical de su historia"

¿Se podrían realizar una conferencia de este tipo hoy? Moreno responde: “Pienso que sí, no me gusta descartar de pleno la opción diplomática. Pero soy pesimista porque las condiciones son muy distintas a las de hace treinta años. La primera razón es que los actores implicados, Israel y Palestina, entonces tenían mucho hábito de negociar y ahora tienen menos. La sociedad israelí venía de cinco guerras y de una intifada, por lo que pensaba que quizá era mejor intentar negociar para la paz. Por parte de Arafat, no habían conseguido su objetivo después de años de guerrillas".

Prosigue en su análisis: "Pero en estos momentos Israel tiene el Gobierno más radical y derechista de su historia, que da todos los pasos en contra por negociar y hace todo lo posible por avanzar en otra dirección de la paz. Y en frente, la OLP no pinta nada y Hamás es un grupo islamista terrorista que no ha mostrado intenciones de negociar. Se podría hacer, pero es difícil”, ahonda.

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“Hay una gran diferencia respecto a las grandes potencias que apoyan a cada bando. En aquel momento EEUU y la URSS tenían muchas ganas de negociar. Ahora tenemos un Washington que se ha puesto desde George Bush hijo muy al lado de Israel y Joe Biden no tiene energía para liderar una negociación tan grande, él querría salvar los muebles. No tiene la capacidad ni el apetito de una gran cumbre de paz. Pero el gran problema es que al otro lado no está Gorbachov, sino Irán, con el que es muy difícil negociar. Sin su voluntad de diálogo, no se puede sentar a Hamás en la mesa”, precisa el codirector de El Orden Mundial.

"España es hoy visto como un país menos neutral que entonces"

Para Moreno, la propuesta de Sánchez de convocar una cumbre “es buena”, pero también es “pesimista”: “Creo que no llegará muy lejos. España es parte del club de la UE, que ha dado bandazos y una imagen caótica y errática durante esta crisis, empezando por el viaje desastroso de Ursula Von der Leyen dando su apoyo frontal a Israel. No nos hemos puesto de acuerdo ni en pedir un alto el fuego, sólo una pausa humanitaria bastante ridícula. Mientras la UE no pida eso, va a ser muy difícil que un país miembro acoja unas negociaciones de paz”.

“Aunque España es uno de los países más pro Palestina de Europa, también está el hecho de que España es hoy visto como un país menos neutral que entonces. A nivel diplomático era una nación atractiva en los noventa porque venía de entrar en la comunidad europea e iba a celebrar los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Expo de Sevilla. Se había reconocido a Israel con Felipe González y se tenía una buena relación histórica con los países árabes. Un país boyante que se llevaba bien con las partes. Ahora con Sánchez se ha recuperado esa visibilidad exterior, pero tiene un problema grave: no reconoce al Estado de Palestina. No puedes pretender organizar una cumbre cuando no reconoces a uno de los bandos. Y hay otros países que podrían ser candidatos, especialmente Catar o Turquía. También podría ser en Noruego o Suecia”; resume.

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