Queipo de Llano, incinerado junto a su esposa y bajo custodia familiar tras salir de La Macarena
Todo el proceso duró menos de doce horas y estuvo marcado por una ceremoniosidad y una pulcritud propias de un acto de Estado. Pasadas las 20.00 horas estaba constituido el equipo de la hermandad que se encargaría de coordinar los trabajos en la basílica de La Macarena, en Sevilla. Antes de las 7.00, los familiares de Gonzalo Queipo de Llano y su esposa, Genoveva Martí, tenían en su posesión una urna con los restos incinerados de ambos en el tanatorio de la cercana ciudad de Alcalá de Guadaíra, según ha podido saber infoLibre a través del testimonio de conocedores del proceso de exhumación.
El equipo constituido en la tarde del miércoles estaba encabezado por el hermano mayor de La Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, el hombre al que el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, apremió el lunes 24 de octubre para que sacara a Queipo cuanto antes en cumplimiento de la nueva ley. Poco más de una semana después, está fuera. Llevaba allí enterrado desde 1951. Así funciona la ley –cuando funciona– en un país democrático: rápida, eficaz, respetuosa.
Además de un puñado de integrantes de la directiva de La Macarena, hay al menos un responsable de seguridad de la hermandad y personal de la empresa Mémora, cuyos técnicos se encargarán de la ejecución de los trabajos. También está presente el rector de la basílica. Lógico: además de un acto de desagravio a las víctimas de Queipo y Francisco Bohórquez, es la exhumación de tres cristianos. Es también un acto con un componente religioso.
La exhumación empieza por Bohórquez
Los primeros familiares en llegar a la basílica, antes de las 22.00, son los de Francisco Bohórquez, el militar que ejercía de mano derecha de Queipo, cuya salida también fue ordenada por el Gobierno. Hace dos semanas, pocos en la ciudad sabían quién era. Desde ahora será para siempre el que acompañó a Queipo en su salida. Aún no son las 22.00 cuando empieza la exhumación de sus restos, proceso que dura en torno a una hora. Los restos se introducen una caja aportada por la empresa. Hay entonces un rezo del rector de la basílica en presencia de los familiares.
La voluntad de los Bohórquez es que los restos sean incinerados. Para cuando llega a la basílica el vehículo funerario que trasladará para su cremación los restos al tanatorio de Alcalá de Guadaíra, el periódico ABC de Sevilla ya ha publicado que la exhumación ha comenzado y empiezan a llegar periodistas a las inmediaciones de la basílica. Se rompe la atmósfera de absoluta discreción que ha marcado hasta entonces los acontecimientos.
El turno de Queipo y su esposa
Pasadas las 23.00 horas comienzan a llegar los familiares de Queipo y de su esposa, Genoveva Martí, que yacen juntos, lápida con lápida, en la capilla del Cristo de la Salvación, nada más entrar en la basílica a mano izquierda. El de Queipo es el enterramiento la discordia, el que soliviantó al movimiento memorialista, el que la ley andaluza de 2017 pretendía finiquitar pero el que sólo ha conseguido terminar la ley estatal de 2022. "Aquí reposa en la paz del señor D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. Hermano Mayor Honorario. 5 febrero 1875–9 marzo 1951", se lee en la lápida, de la que la hermandad suprimió las referencias de exaltación franquista en 2009. A su lado está enterrada su difunta esposa, "la excelentísima señora Dña. Genoveva Martí Tovar de Queipo de Llano".
Son sus últimos minutos sepultados con esos honores extraordinarios. Van a pasar a custodia familiar.
Suman en torno a una treintena de familiares entre ambos. La hermandad les habilita una sala. Quienes los vieron llegar describen actitudes solemnes, caras serias, ropa oscura. El ambiente es inevitablemente luctuoso. Ninguno atenderá a los medios. Las exhumaciones no se hacen esperar. Los técnicos proceden a medianoche. El sonido de las máquinas rompiendo las lápidas se escucha desde fuera. Pasada la una de la madrugada culmina la exhumación de ambos. De nuevo, hay un rezo.
Son ya cerca de las 2 de la madrugada. Fuera ya no sólo hay periodistas, también ha llegado Paqui Maqueda, descendiente de represaliados, sentada discretamente para ser testigo de lo que considera un momento histórico, largamente anhelado. Su presencia es un recordatorio de que unos pasos a mano derecha se topa uno con la muralla de La Macarena, antiguo límite de la ciudad, donde es sencillo identificar decenas de agujeros de bala, prueba de los allí fusilados durante años por orden de Queipo, al que sus fieles llamaban "virrey de Andalucía" y otros, entre dientes, "carnicero de Sevilla".
Los cálculos historiográficos apuntan a que hay restos de 14.000 sevillanos en fosas comunes. En una sola fosa, Pico Reja, ya han aparecido más de 1.500 víctimas de la represión, que fue brutal en buena parte de Andalucía. La propia Junta ha contabilizado más de 700 fosas con más de 45.000 víctimas. El principal responsable de aquella represión fue Queipo, de cuyas acciones dan testimonio obras como La justicia de Queipo (Crítica, 2005), del historiador Francisco Espinosa.
Ese es el hombre cuyos restos acaban de abandonar un lugar de honor de la basílica de La Macarena, sede de una hermandad con más de 16.500 miembros, uno de los templos más visitados de la ciudad. Para numerosas víctimas, su presencia allí era una insulto, por más que estuviera en calidad de "hermano mayor honorario".
La voluntad de las familias
Las familias de Queipo y Martí coinciden en una voluntad: la incineración de los restos. Se encarga, como de todo el operativo, la empresa Mémora, cuyo nombre aparece en el vehículo de color blanco que sale de la basílica casi sobre las 2.30, camino del tanatorio de Alcalá. Ya son numerosos los periodistas que toman imágenes y notas. Ahí, en el momento de la salida del vehículo, de entre los familiares de Queipo y Martí brota un aplauso y se oye con claridad un "¡viva Queipo!". Paqui Maqueda, al oír el aplauso, levanta la voz: "¡Honor y gloria a las víctimas del franquismo!". Recita los nombres de sus familiares represaliados. Y repite: "Honor y gloria a las víctimas del franquismo. Ayer, hoy, siempre". Desde un coche, un individuo que nadie parece conocer grita "viva Franco" y la insulta: "Cállate, pedazo de puta". Maqueda no responde. "El insulto pertenece a quien lo emite", declara después.
Son más de las 3 de la mañana cuando empieza la cremación de Queipo y Martí en el tanatorio. Son incinerados conjuntamente. Aún no ha terminado el proceso cuando la hermandad publica un comunicado que arranca con la formalidad de un papel timbrado: "La Hermandad de la Macarena ha procedido a la exhumación de los restos mortales de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra y su esposa Genoveva Martí Tovar así como de Francisco Bohórquez Vecina, cumpliendo de este modo lo mandatado por la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática (BOE núm. 252, de 20 de octubre de 2022) en sus artículos 38.3 y 35.5". El texto destaca que la exhumación se ha celebrado en la "más estricta intimidad y con absoluto respeto a los familiares". Es cierto. Pide "respeto" para las familias. Y añade: "La corporación macarena reclama ser dejada al margen de cualquier polémica ideológica y política ajena a los fines de la misma y a su condición de asociación de fieles católicos; también desea desaparecer del foco mediático". Un detalle: la hermandad destaca que en todo momento ha cumplido la ley, luego no considera que la norma autonómica, de 2017, la obligase a sacar los restos de Queipo, al menos no sin reglamentación posterior. Bueno, lo cierto es que Queipo está fuera.
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En el tanatorio se alarga la cremación de Queipo y Martí. El hermano mayor de La Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, es el responsable de entregar los restos en una urna a un familiar de Queipo que actúa en representación de ambas familias. Las cenizas del matrimonio permanecerán bajo custodia de las familias. Aún no son las 7 de la mañana cuando todo ha terminado. Los boletines matinales ya están dando la noticia en la radio: Queipo, fuera de La Macarena. El Gobierno lo celebra. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se refiere a Queipo y Bohórquez como "genocidas que mandaron fusilar a 45.000 personas en Andalucía".
Acaba así una historia que empezaba en 1937, como explica César Rina en El mito de la tierra de María Santísima (2021) y El franquismo se fue de fiesta (2022). "Queipo fue nombrado hijo predilecto y adoptivo de Sevilla el 9 de febrero de 1937 y, en señal de agradecimiento, devolvió la corona de la Macarena en un nuevo acto público de masas. Ese mismo día fue admitido como hermano de la corporación", expone Rina. Y añade, para explicar el porqué de la fijación macarena de Queipo: "El jefe de los ejércitos del sur [...] se acercó a las imágenes de mayor devoción para legitimar su protagonismo providencial. [...] Se acercó a la Macarena, el gran icono identitario de la ciudad, transversal a diferentes grupos sociales, aunque especialmente vinculada a sectores humildes. Apropiarse de la dimensión simbólica de la hermandad le granjeó gran prestigio, no tanto como líder de la sublevación, sino como restaurador de la tradición local y protector de sus creencias y sus tradiciones".
Desde 1951 estaba enterrado allí. El BOE del 20 de octubre, con la publicación de la nueva ley de memoria, cambió esa historia. Dos semanas después, Queipo está fuera tras un proceso reglado. Sus familias no pueden decir que se haya visto vulnerado un solo derecho. Así funciona la ley –cuando funciona– en una democracia. Respeta también a quienes acabaron con ella.