LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
El Gobierno responderá a la maniobra de Feijóo y Weber contra Ribera "con datos" y "sin caer en el barro"

El "rearme ideológico" del PP de Casado se llama Aznar

5

A ojos del marianismo, la corriente interna del Partido Popularconstruida en torno a la figura de Mariano Rajoy, una de sus grandes hazañas puertas adentro de la formación había sido acabar con las familias rivales. El aznarismo, decían, dio sus últimos coletazos a finales de 2016 cuando José María Aznar le tiró a la cara su título de presidente de honor. Lo había logrado Rajoy a base de paciencia, ignorándole, sin darle alas por mucho que gritara a los cuatro vientos que se equivocaba gestionando el partido y gestionando España. El aguirrismo, que mucho bebió del aznarismo, fue enterrado el mismo día que la lideresa dejó su puesto de jefa de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid en plena ebullición de la operación Púnica. Pero este fin de semana se han puesto estas tesis en cuarentena. 

La marcha de Rajoy de la presidencia del Partido Popular ha supuesto el regreso de muchos de aquellos a los que el marianismo creía haber enterrado. Y se han paseado entre el viernes y el domingo por el pabellón 1 de Ifema como si no hubiese pasado el tiempo. Hasta el punto de que José María Aznar, al que no gustaba el PP de Rajoy y nunca se molestó en disimularlo, se permitió obviar a su antecesor en el discurso con el que bendijo a Pablo Casado. El presidente de Faes, que a ojos de sus críticos en el PP dio alas a Ciudadanos y a Vox criticando que Rajoy se había apartado de la ortodoxia conservadora, está de vuelta. Y para que a nadie le quepa la más mínima duda pidió el voto para el actual presidente del PP, al que considera uno de los suyos

Un viraje a la derecha que sella Aznar

Casado pretendía que esta Convención supusiese un "revulsivo ideológico" para el partido. "El rearme ideológico", definían en la dirección nacional. Pero el nuevo PP no se ha inventado nada en estos tres días que no hubiese trasladado su líder en los últimos meses. De su discurso se traduce el giro a la derecha que ya desplegó en la campaña andaluza: una llamada a la defensa de los principios y valores tradicionales del PP y a derribar "el muro de la falsa superioridad moral de la izquierda". "Hablar más claro y no rehuir ningún debate", resumen sus fieles. El ingrediente extra que sumó esta convención es el expresidente Aznar. Era la guinda que faltaba para escenificar ese viraje a la derecha.

Mucho de lo ocurrido gira en torno a él, como si el pretendido "rearme ideológico" pasara por su persona, por el hecho de que suba a un escenario y pida el voto para su partido. "Los votos que España necesita para responder a este desafío son los votos que deben ir al PP y que desde ahora pido para el PP", dijo.

Por mucho que desde algunos sectores del PP se intentara vestir de normalidad la presencia del expresidente, es imposible no dar relevancia al regreso de quien en los últimos años acudía a regañadientes a actos de su formación y veía con simpatía cómo otras formaciones le disputaban el espacio.

Entrada triunfal

En la campaña que le llevó a ser proclamado sucesor de Rajoy, hubo debate en el entorno de Casado sobre hasta qué punto sumaba o restaba una implicación directa de Aznar. Ahora las dudas se han disipado. Y al líder de Faes, que no fue tan aplaudido como Rajoy por el auditorio, el partido le regaló una entrada triunfal en el recinto, menos discreta también que la de su sucesor.

"Dirán que cada uno escogió su formato y que Pablo [Casado] dejó que Aznar hiciera lo que consideraba oportuno. E igual, Rajoy. Pero no pasa inadvertido que Rajoy hizo de Rajoy. Y que Aznar hizo de un Aznar que todos desconocíamos", resume un diputado. "¿Quién se habría imaginado hace unos meses que Aznar iba a definir al presidente del PP de 'líder como un castillo'? Nadie"'líder como un castillo', sentencia.

En primera fila

Tan cómodo se vio al expresidente en el PP de Casado que no sólo acudió a la convención el sábado por la mañana, cuando estaba convocada su intervención. No quiso perderse tampoco la clausura del domingo. En primera fila, junto a Casado. Y junto a su mujer, Ana Botella, exalcaldesa de Madrid, que un día antes no pudo contener las lágrimas al escuchar a su marido.

El expresidente del Gobierno se ha convertido en el protagonista de un fin de semana en el que el partido ha pasado página de la etapa de Rajoy y en el que se ha proclamado que "el PP ha vuelto", una expresión que escuece en muchos de los que estuvieron en primera línea durante los últimos años. "La gente quería que volviera el PP. Y nosotros queremos que la gente vuelva al PP", pronunciaría el jefe de los conservadores.

Los fieles a Casado defienden que se ha contado "con todo aquel que quería sumar en este proyecto". Pero otros sectores del partido lo ponen en duda y no ocultan su malestar con el nuevo líder. "Fue responsable de Comunicación de Rajoy. Rajoy le ubicó como uno de sus hombres de confianza. No se le puede olvidar", mantiene un dirigente regional.

Pese a que a Casado se siente más cómodo en la tradición de Aznar, en ese PP de los "principios y valores", intenta no pisar muchos callos apuntando a que no reniega del pasado de su partido. Y que eso pasa por respetar y valorar la trayectoria no sólo de Aznar, sino la de Manuel Fraga y la de Mariano Rajoy. Lo repitió en su discurso: "En estas tres décadas hemos hecho un gran servicio a España, desde la labor del fundador, Manuel Fraga, del que esta semana se cumplen 7 años de su fallecimiento. Y culminado con los mejores presidentes del Gobierno que ha tenido nuestro país: José María Aznar y Mariano Rajoy". Este último no pudo escucharle. Había esgrimido cuestiones relacionadas con su agenda privada para no estar en la clausura dominical.

"Abramos aún más las puertas"

De haber estado, Rajoy habría oído coincidencias en los discursos del hombre que le precedió y del que le sucedió al frente del PP. "Somos la casa común del centro derecha reformista y liberal al servicio de España", diría Casado. "Abramos aún más las puertas de esa casa común porque esa es la identidad del Partido Popular; es lo que quisimos que fuera y lo que sigue siendo", le precedió Aznar.

En su intervención —una conversación con Ana Pastor, presidenta del Congreso— Rajoy reivindicó eol viernes su legado y consideró que el PP debe huir del "sectarismo" y los "doctrinarios". No levantó al auditorio de las sillas por el mensaje, sino por la rendición de homenaje a quien abandonó la política de una forma muy amarga. Quienes le conocen señalan que este va a ser el Rajoy expresidente: un expolítico que acude al PP cuando se le demanda, que no da lecciones, que no regaña y que es "leal". "Que nadie le busque criticando a sus sucesores porque él sabe bien que cuando se ataca a un líder del partido se ataca también al partido", comenta un exdirigente conservador fuera de la primera línea de la política.

Un 'regreso' en varias fases

El 'regreso' de Aznar al PP ha sido en varias fases. Antes de la escenificación de este fin de semana, el PP ya había ido preparando el terreno con incorporaciones como la de Javier Fernández-Lasquetty como jefe de gabinete de Casado o de Isabel Benjumea como mano derecha del exconsejero de Sanidad de Esperanza Aguirre, que también se dejó ver por el Ifema. Las hemerotecas están plagadas de críticas de Fernández-Lasquetty y Benjumea a Rajoy en su etapa al frente del PP. "Da la sensación de que para ascender en esta nueva etapa tienes que haber acumulado puntos criticando a Rajoy", dice con ironía una parlamentaria.

El sector crítico, sin cabeza visible y que constata el giro a la derecha, aguardará a los resultados de las autonómicas y municipales de mayo. Son conscientes de que Casado, y eso juega muy a favor de la dirección nacional, salió reforzado del congreso de julio con una amplia victoria frente a Soraya Sáenz de Santamaría. Y que también sale reforzado de esta Convención, la primera cita del partido en muchos años en la que el PP no es noticia por la corrupción.

Pero también son conscientes en Génova de que barones como Alberto Núñez Feijóo (Galicia) y Juanma Moreno (Andalucía, y ya con mando en plaza), de perfiles más moderados, pueden ejercer de contrapeso. 

Más allá de las fotos, la música y el cierre de la Convención sin polémicas, el PP de Casado sigue teniendo pendiente decidir cómo corta el paso a Vox: si imitándolos o marcando distancias de forma muy clara. Este domingo, Casado tiró de orgullo de las siglas del PP para recordar a los votantes del ultraderechista de Santiago Abascal, pero también a los de Ciudadanos, que "muchos quieren imitar" al PP, "pero no les sale"

"Quieren ser grandes pero hacen política pequeña. La nueva política ha traído poder a los nuevos partidos, pero no a los españoles. Por eso no hay alternativa a lo que representamos. Porque no basta con ponerse el disfraz del PP ni versionar en un karaoke los temas populares", añadiría.

Pero hubo una de cal y otra de arena. Porque marcó un perfil muy duro al señalar que "los asesinos, violadores o pederastas donde tienen que estar es en la cárcel, no reincidiendo en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía española". O cuando abogó por un socialismo "que no sea rehén de batasunos, independentistas y podemitas, vendiendo España por un plato de lentejas en la Moncloa".

Él mismo se había comprometido a que el partido abordase la cuestión del aborto en este foro. Pero después se dio marcha atrás sobre un debate que siempre divide al PP. Y lo resolvió así este domingo: "Considero que el poder político tiene que actuar siempre a favor de la vida. Y cuando tenga dudas tiene que resolverlas a favor de la vida. Y cuando falten recursos tiene que ponerlos a favor de la vida. Y si se equivoca, que se equivoque a favor de la vida".

El PP busca nuevas banderas electorales para evitar que Cs y Vox le lleven la delantera

Ver más

Campaña permanente

Cerrada la Convención, el PP se pone en modo campaña para las municipales y autonómicas. Ya sólo queda conocer la composición de la lista de las europeas. La implicación de Casado va a ser muy directa, tomando como modelo las elecciones andaluzas.

Los conservadores aspiran a recuperar feudos perdidos y no reniegan de lo ocurrido en Andalucía. Saben que van a tener que entenderse con Vox y con Ciudadanos. Pero también saben que no lo van a tener fácil y que Albert Rivera está buscando la forma de distanciarse del pacto andaluz para huir de esa foto "de las tres derechas". A ojos del PP esta estrategia sería altamente peligrosa para el partido naranja. "Su acta de defunción", resumen fuentes del entorno de Casado.

A ojos del marianismo, la corriente interna del Partido Popularconstruida en torno a la figura de Mariano Rajoy, una de sus grandes hazañas puertas adentro de la formación había sido acabar con las familias rivales. El aznarismo, decían, dio sus últimos coletazos a finales de 2016 cuando José María Aznar le tiró a la cara su título de presidente de honor. Lo había logrado Rajoy a base de paciencia, ignorándole, sin darle alas por mucho que gritara a los cuatro vientos que se equivocaba gestionando el partido y gestionando España. El aguirrismo, que mucho bebió del aznarismo, fue enterrado el mismo día que la lideresa dejó su puesto de jefa de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid en plena ebullición de la operación Púnica. Pero este fin de semana se han puesto estas tesis en cuarentena. 

Más sobre este tema
>