La reunión entre Sánchez y Casado anticipa un escenario de enfrentamiento permanente entre el PP y el Gobierno

El líder del PP, Pablo Casado, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reunidos en la Moncloa.

Fernando Varela

El presidente Pedro Sánchez y el líder del PP, Pablo Casado, convirtieron este jueves su primera cita institucional en el Palacio de la Moncloa en un intercambio de puntos de vista sobre migraciones, Cataluña, pensiones, violencia de género, economía, Unión Europea, infraestructuras y hasta política internacional que se prolongó durante casi tres horas. Una reunión que, a la vista de las declaraciones del propio Casado y de la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, que es quien asumió la representación de Sánchez tras el encuentro, no consiguió siquiera un acercamiento en alguna de estas materias más allá de una mera apelación a la lealtad y la responsabilidad.

Ambos llegaron al encuentro precedidos por la escalada verbal de los últimos días, sobre todo después de que el líder del PP asumiese un discurso muy combativo contra el Gobierno en materia de migraciones y alentase el miedo a los extranjeros animando la creencia de que España tiene que defenderse de la llegada de “millones de africanos”, además de acudir a la costa andaluza para hacerse fotos con un grupo de subsaharianos que acababan de ser rescatados en el Mediterráneo. Un discurso que ha molestado mucho al Ejecutivo.

A lo más que llegó Casado al término de la reunión fue a asegurar que, aunque el PP va a ser “firme” en su tarea de oposición porque fue “el partido más votado” en las últimas elecciones, será también “leal” y “responsable” en “defensa de la unidad de España y de las libertades y el estado de Derecho”.

“En cuestiones de Estado que sean buenas para todos podremos seguir hablando pero eso es compatible con la oposición sea firme”, indicó.

A esta expresión de lealtad y responsabilidad se aferró Narbona pocos minutos después desde la sede del PSOE para destacar algo positivo de la cita.

La presidenta del PSOE comenzó reprochando a Casado las “declaraciones demagógicas e irresponsables” con las que ha comenzado su mandatos especialmente en relación con dos “temas de Estado” como la emigración o Cataluña. “El presidente le ha pedido una oposición de Estado”, como la que ejerció el PSOE desde la oposición en situaciones como el la lucha contra ETA.

Y en ese sentido, señaló, “hay que confiar en la palabra” que ha dado en rueda de prensa en el sentido de hacer “una oposición leal y responsable”. “Estaremos muy atentos a ver si vuelve a hacer demagogia en cosas tan sensibles como la emigración”. Por eso celebró que en los últimos días está apostando por lo que él describe como un Plan Marshall para África, porque coincide con la propuesta que está defiende el Gobierno para luchar contra la inmigración desde los países de origen, mejorando las condiciones de vida de las personas.

No cambiará de discurso

Como si la estuviera escuchando, Casado aseguró que aunque le “insulten” desde el PSOE o incluso desde el Gobierno por su discurso en materia migratoria no lo va a cambiar porque su actitud en esta materia no se puede equiparar con la “xenofobia” sino con la "responsabilidad" con la que, a su juicio, hay que afrontar esta cuestión.

Sobre su polémica frase de que hay “millones de africanos” esperando llegar a Europa explicó que se base en declaraciones realizadas por ejemplo por el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker o el comisario europeo de inmigración, Dimitris Avramopoulos.

En todo caso afirmó que “a la política hay que llegar llorado“ y que tiene “buen encaje”. Por eso no va a desviarse de su objetivo. “Soy de todo menos radical, extremista o de extrema derecha, que me llamen lo que quieran. No voy a contestarles porque tenemos que tener una buena relación institucional y voy a defender mis ideas con vehemencia y sin complejos, pero sin ofender a nadie”, indicó. Su dicurso no tiene “nada que ver” con el de los populismos de “izquierda o derecha”, argumentó, sino que entronca con “la mejor tradición europea”.

Lo cierto es que ni en esta materia ni en Cataluña sin en ningún otro asunto el líder del PP dio muestras de alguna posibilidad de alcanzar acuerdos con el Gobierno, lo que anticipa un escenario muy tenso entre los dos grandes partidos del Congreso de aquí a las próximas elecciones generales.

Casado volvió a tachar de política de “apaciguamiento” el diálogo abierto con la Generalitat e insistió en insinuar la posibilidad de que el Gobierno ceda y acepte la celebración del referéndum pactado que le piden los independentistas, a pesar de los reiterados pronunciamientos del Gobierno que lo desmienten. Y reiteró su advertencia: si la Generalitat apuesta la ruptura, el PP pedirá al Gobierno la aplicación de un 155 más ambicioso que incluya, además de la intervención de la autonomía catalana y la destitución del Govern, el control de TV3 y la ocupación de la escuela pública.

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“Esperamos no llegar a ese extremo”, indicó. “Pero el PP va estar muy vigilante”. De hecho, ya ha pedido a Sánchez que garantice que los actos de conmemoración de los atentados de Barcelona y Cambrils se celebren sin “altercados” especialmente en relación con la futura de Felipe de Barbón.

El líder del PP no ha querido comentar, “por cortesía”, dijo, la respuesta que sus propuestas habían conseguido por parte del presidente ni su disposición a aceptar las que él le trasladó. Eso sí, subrayó que su gestión desde que llegó a la Presidencia sólo ha servido para demostrar que no tiene un proyecto para España.

Casado Casado enfatizó lo “inédito” de la situación política en España, en la que el Gobierno solo tiene 84 escaños y el partido de oposición es mayoritario en Congreso y Senado, y recalcó que los partidos que acordaron la moción de censura ahora no so capaces de “hilvanar” ningún pacto para “hacer nada positivo” ni aprobar ni ninguna medida legislativa.

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