Rivera insiste en presentarse como "centrista" mientras se resiste a marcar distancias con la ultraderecha

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Fernando Varela

Agotada la legislatura y con la perspectiva de que los españoles decidan en la urnas el 28 de abril, Albert Rivera ha comenzado a salpicar su tradicional fuego graneado contra el PSOE con algunas salvas dirigidas al PP. Todo para tratar de situar a la formación naranja en una posición equidistante entre las dos grandes formaciones políticas españolas. “El bipartidismo se ha preocupado más de enzarzarse en sus batallas que en reformar España”, declaró este jueves a los periodistas en una rueda de prensa convocada mientras el último Pleno del Congreso de la legislatura daba sus estertores.

Arrimadas lo dijo el lunes: es “ahora o nunca”. Y es en ese contexto, del todo por el todo, en el que Rivera trata de presentar a la formación naranja en el centro del tablero político. Y minimizar el escoramiento a la derecha de Ciudadanos, bien visible después de pactar con el PP y la ultraderecha de Vox el Gobierno de Andalucía y de compartir escenario en la manifestación de la Plaza de Colón con Pablo Casado y Santiago Abascal.

“Se está reformando el mapa político español”, proclamó ante los periodistas en la Cámara baja. “En la transición hubo un mapa político que cambió y hoy está cambiando otra vez, cuarenta años después”. “Y va a haber un gran centro político, amplio, transversal, liberal, constitucionalista, europeísta, que va a sumar voluntades”, anticipó tratando de vincular Ciudadanos con la UCD de los primeros años de la transición.

En plena ofensiva del PSOE, que ha hecho de la foto de Colón y del pacto PP-Cs-Vox dos bazas fundamentales de su campaña, Rivera trata de presentar su partido como “un espacio de centralidad” a medio camino entre las dos grandes fuerzas bipartidistas. “Ya basta de rojos y azules, ya basta de divisiones. Ya basta de enfrentamientos. Este país no necesita ir más a la derecha o más a la izquierda, necesita mirar al frente, hacia adelante”, declamó. Por eso su “principal labor en esta campaña va a ser unir a los españoles; unir a gente diversa que comparte valores constitucionales; a gente moderada” y “europeísta” para “construir un nuevo proyecto para España”.

Las acusaciones de los socialistas, que denuncian su alianza con Vox y el PP y sus planes para extenderla a ayuntamientos y comunidades autónomas,  no son más que un intento de “criminalizar” a su partido, sostiene. “Y yo creo que los españoles no se lo van a creer. Por eso espero que el centro gane” el 28 de abril.

Su modelo, después de varios meses en los que el acercamiento a Vox ha levantado dudas entre sus aliados liberales europeos, vuelve a ser Emmanuel Macron, el presidente francés. “Quiero demostrar en esta campaña y en el gobierno que formemos que se puede unir a gente diversa que comparte valores y comparte país. Como ya ha sucedido en Francia, donde el presidente Macron unió a mucha gente diversa en torno a un proyecto de la república francesa”, precisó Rivera. “En España tenemos que hacer lo mismo, unir a aquellos que han trabajado por su país, a los que defienden los valores constitucionales frente a los que quieren liquidar nuestra democracia”.

Ese sello centrista que Rivera trata ahora de recuperar no le impide seguir afirmando, incluso después de que la ruptura del diálogo con el Govern le haya obligado a anticipar las elecciones, que Sánchez tiene pactos secretos de los que no habla para volver a gobernar tras el 28 de abril y que incluyen indultos para los dirigentes independentistas que están siendo juzgados y todavía no han sido condenados.

Expulsar al PSOE “de la vida pública”

Tampoco es un obstáculo para sostener que esa voluntad de unir a los españoles que defiende no incluye al PSOE, al que —como hizo el miércoles en el Pleno del Congreso— volvió a calificar de “sectario”. Y con “el sectarismo” lo que hay que hacer es “expulsarlo de la vida pública. Mientras tengamos un presidente sectario que intenta insultar a la mitad de España”, añadió, “no avanzaremos”.

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¿Es Santiago Abascal, el líder de la ultraderecha española, también un sectario, o con él sí se puede llegar a acuerdos y no hace falta expulsarlo de la vida pública?, le preguntaron hasta en dos ocasiones los periodistas. “El señor Sánchez ha demostrado su sectarismo”, pero “no voy a hacer de comentarista de los que no están en la Cámara”, se limitó a contestar dos veces Rivera eludiendo pronunciarse sobre el presidente de Vox, a quien Ciudadanos sigue negándose a calificar como de extrema derecha.“Lo primero ahora es España” y crear “la casa común del constitucionalismo”, concluyó.

Un espacio, el de los acuerdos después de las elecciones, en el que sigue incluyendo al PP incluso después de saber que el Gobierno de Mariano Rajoy utilizó al lehendakari Iñigo Urkullu como “mediador” con Carles Puigdemont durante la crisis del referéndum catalán. Y aunque hace sólo unos días Rivera acusaba a Sánchez de traicionar a España por estar dispuesto a aceptar la figura de un “relator” y llamaba a frenarle “en las calles” en la manifestación de Colón porque esa iniciativa demostraba que “no tiene escrúpulos y es capaz de cualquier cosa", incluso de "vender a trozos” el país, este jueves no quiso opinar sobre el PP y pidió a los periodistas que le pregunten a su líder, Pablo Casado.

Rivera se mostró en contra de que haya “mediaciones entre el Gobierno nacional y el gobierno de una comunidad autónoma”, pero no retiró al PP la condición de partido constitucionalista que sí le discute al PSOE. “Pregúntenle al señor Casado, que estaba ahí en la permanente del señor Rajoy, que sabía todo lo que ocurría. Nosotros no los sabíamos”, añadió, marcando una tímida distancia con el partido que sostuvo en el poder desde las elecciones de 2016 hasta la victoria de la moción de censura.

Agotada la legislatura y con la perspectiva de que los españoles decidan en la urnas el 28 de abril, Albert Rivera ha comenzado a salpicar su tradicional fuego graneado contra el PSOE con algunas salvas dirigidas al PP. Todo para tratar de situar a la formación naranja en una posición equidistante entre las dos grandes formaciones políticas españolas. “El bipartidismo se ha preocupado más de enzarzarse en sus batallas que en reformar España”, declaró este jueves a los periodistas en una rueda de prensa convocada mientras el último Pleno del Congreso de la legislatura daba sus estertores.

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