Sánchez y Feijóo confrontan en el Senado sus modelos energéticos en medio de otra refriega a costa del CGPJ

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Nunca antes el curso político había comenzado con un debate entre los líderes de los dos principales partidos del Congreso, pero el último año de la legislatura de la pandemia y la guerra en Ucrania parece que viene con novedades. El PSOE va por detrás en las encuestas y ha pasado a la ofensiva para tratar de desmontar el llamado efecto Feijóo y llegar a las municipales de mayo en condiciones de defender la victoria que cosechó en las elecciones de 2019. Pero el PP no se lo va a poner fácil.

En plena refriega a costa del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuya renovación sigue bloqueada por el PP desde hace 3 años, 9 meses, y 2 días, el presidente Pedro Sánchez y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se medirán en un debate en el Senado (16:00h) en torno al plan de ahorro y gestión energética aprobado por amplia mayoría en el Congreso a finales de agosto. Pero todo el mundo da por supuesto que la discusión se abrirá a más asuntos, especialmente a la dificultad que tienen PSOE y PP de llegar a acuerdos.

En Moncloa y en el PSOE sostiene que el CGPJ es un buen ejemplo de la doble cara de Feijóo. El bloqueo que lleva a cabo su partido desde diciembre de 2018 supone una “insumisión” incompatible con la versión de “hombre de Estado” que el gallego quiere vender desde que llegó al despacho principal de Génova 13. Un choque de enorme gravedad democrática que en el Gobierno se interpreta como una forma de intento de control de los jueces por parte de los conservadores.

Feijóo trata de devolver la pelota, pasa por alto que es el PP el que lleva todo este tiempo incumpliendo su obligación de negociar la renovación y acusa al Gobierno de tratar de controlar el órgano de Gobierno de los jueces y el Tribunal Constitucional para que una mayoría progresista decida las sentencias que están por llegar. Lo que no dice es que mientras se mantiene el bloqueo es una mayoría conservadora la que domina las dos instituciones.

Sánchez arranca el curso político con todas las encuestas en contra, pero totalmente convencido de que le dará la vuelta a la situación. Su idea, como ha repetido en público y en privado, es que va a “por todas”. Por ello, en Moncloa y Ferraz han diseñado una hoja de ruta que pasa por pisar más la calle, reconectar con la gente, explicar las medidas y desenmascarar a Alberto Núñez Feijóo.

El gallego se muestra como un rival electoral mucho más duro que Pablo Casado, pero en el entorno del presidente se cree que el efecto Feijóo no va a durar mucho más y que empieza a desvanecerse. Quieren los socialistas poner frente al espejo al líder de la oposición y que se retrate en temas claves, a la vez que se denuncia su oposición “destructiva”.

El único proyecto de Feijóo

“El único proyecto de Feijóo es anunciar que tiene proyecto, su única propuesta es decir que tiene propuestas. Nunca las conocemos, pero sí conocemos lo que hace el PP”, señalan desde La Moncloa. Fuentes gubernamentales reflexionan que el jefe de filas de los conservadores hizo un “brindis al sol” con la petición de debate y se ha encontrado con un presidente que no se esconde: “Le gusta debatir”. El jefe del Ejecutivo lleva al Senado un discurso propositivo y con defensa de su gestión. “Un mensaje con propuestas y de trabajo frente al cajón vacío del PP”, enfatizan.

“Trabajo, trabajo y trabajo”, insisten en La Moncloa ante esas encuestas y la oposición del PP, además de recordar que están “acostumbrados” en el PSOE a trabajar con malos y buenos sondeos. Asimismo, subrayan que, aunque el curso político arranca simbólicamente estos días, no se ha parado durante el verano, legislando y atendiendo a la emergencia energética. Una de las cosas que más ponen de relieve es que ahora Europa se abre a las grandes batallas sobre medidas que ha dado España durante estos meses. Y el presidente, inciden, cuenta con decenas de actos programados y tiene “todas las ganas del mundo”.

El ciclo electoral se va a jugar principalmente en clave económica ante un panorama de incertidumbre y con la inflación golpeando duramente los bolsillos de los ciudadanos. Ante esta situación, Sánchez se está presentando como la opción de la clase media y trabajadora frente a un Feijóo que, en su argumentación, es el candidato de los poderes económicos. Por ello, el presidente apuesta fuertemente por medidas que los ciudadanos noten como ha sido el descuento en los abonos de transportes. Y va a desplegar a lo largo del curso otras como el subsidio al desempleo de las empleadas de hogar y la subida del salario mínimo interprofesional.

El presidente quiere contraponer en todo momento sus medidas económicas al modelo del Partido Popular, que juega la baza principalmente con el mantra de la bajada masiva de impuestos. Pero es consciente de que debe calar en la sociedad, muy castigada y cansada desde el inicio de la pandemia. Para ello está cambiando también toda su estrategia de comunicación, con novedades como la presentación del curso político este lunes en un formato con ciudadanos expresando sus preocupaciones en La Moncloa frente a los actos ante personalidades y empresarios del IBEX 35 de años anteriores.

Pero, ¿es posible todavía reconectar y darle la vuelta a los sondeos? En La Moncloa y en Ferraz están totalmente convencidos. Pero saben perfectamente que hay que pasar la primera gran batalla electoral en las municipales y autonómicas del año que viene (y se elaborarán con ahínco las listas para las mismas). Lo que creen los socialistas es que al PP se le va a hacer muy largo este tiempo y que el electorado de izquierdas se irá movilizando conforme se acerquen estas citas. Este es el gran reto tras ver el gran fracaso en las andaluzas y el problema que tuvo la izquierda con su gente quedándose en casa. El barómetro de 40dB para El País evidencia como problemas para el PSOE la fuga de votos en estos momentos hacia el Partido Popular, las dificultades para retener el voto centrista y la desmovilización de su electorado.

En estos tiempos trémulos, Sánchez también quiere trasladar el mensaje de que la economía española tiene fortalezas para enfrentarse a la situación frente a los que proclaman ya un apocalipsis económico. “Ni euforia ni autocomplacencia, pero no podemos caer en el discurso del miedo”, decía este mismo lunes el presidente en su acto ante ciudadanos en el complejo presidencial.

Génova no quiere cometer errores

En Génova llevan preparando concienzudamente el debate desde que Moncloa confirmó su celebración. Su equipo no contaba con que el presidente aceptase el reto de Feijóo y cuando el presidente del Gobierno recogió el guante les pilló con el pie cambiado. 

Su primera reacción: quejarse de que Sánchez no quisiese repetir en el Senado el debate sobre el estado de la nación que tuvo lugar en julio en el Congreso y prefiriese limitar la discusión a la crisis energética que viven España y Europa en vez de celebrar un inédito debate de política general en la Cámara Alta. La segunda: quejarse porque sólo dispondrá de quince minutos para replicar a Sánchez. Un desequilibrio habitual en las sesiones de debate en el Congreso del que nunca se quejó durante los trece años que intervino, también sin límite de tiempo, en el Parlamento de Galicia cuando era presidente de la Xunta.

Desde que Feijóo sucedió a Pablo Casado al frente del PP sólo ha tenido ocasión de medirse cara a cara con Sánchez una vez. Ocurrió el 7 de junio, durante la sesión de control al Gobierno, y el líder de la oposición no salió bien parado. Un patinazo al confundir la prima de riesgo (la diferencia entre los tipos de interés de España y Alemania) con el tipo de interés al que se habían colocado esa mañana en los mercados 8.000 millones de euros del Tesoro sembró serias dudas sobre su competencia en materia económica y la ministra del ramo, Nadia Calviño, no tardó en sacarle partido: Feijóo, dijo, debería “rodearse de mejores asesores en el ámbito económico”.

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Esta vez el líder del PP no quiere cometer errores. Sabe que va en cabeza en las encuestas y que Sánchez tratará de ponerle en evidencia. Su intención es tratar de desacreditar el plan de ahorro energético aprobado por el Congreso a propuesta del Gobierno y poner encima de la mesa que las nuevas medidas que formarán parte del plan de contingencia que el Ejecutivo tiene que enviar a Bruselas sean voluntarias para el sector privado y obligatorias para las administraciones públicas.

Feijóo echará en cara a Sánchez que no le haya llamado para pactar, antes de fijar posición, ni las medidas para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania ni la política exterior (desde el Sáhara a la OTAN), pasando por el plan de ahorro energético. En sus discursos de los últimos días, el líder del PP trata de presentar a Sánchez como un presidente en declive, preocupado únicamente por sobrevivir hasta el final de la legislatura y condenado a perder las próximas elecciones. Génova quiere dejar claro lo que el PP piensa de Sánchez: un presidente “débil”, sometido a los deseos de Unidas Podemos, Esquerra y Bildu, y “autoritario”.

Como parte de la estrategia que utiliza desde que se hizo con las riendas del principal partido de la oposición, Feijóo volverá a tender la mano para negociar diferentes materias, pero siempre a partir de las propuestas del PP, no de las iniciativas del Gobierno. Este lunes ha adelantado que lo volverá a hacer esta semana: “Con un abanico de medidas a corto y medio plazo” en materia de energía de las que adelantó cuatro: extender la rebaja del IVA del gas y la electricidad a todo el invierno, volver al carbón para producir electricidad y cancelar el cierre de las nucleares previsto pa partir de 2027, agilizar la instalación de energías renovables y aprobar un plan de ayudas e indemnizaciones para “atemperar” los precios de la energía en las industrias electrointensivas.

Nunca antes el curso político había comenzado con un debate entre los líderes de los dos principales partidos del Congreso, pero el último año de la legislatura de la pandemia y la guerra en Ucrania parece que viene con novedades. El PSOE va por detrás en las encuestas y ha pasado a la ofensiva para tratar de desmontar el llamado efecto Feijóo y llegar a las municipales de mayo en condiciones de defender la victoria que cosechó en las elecciones de 2019. Pero el PP no se lo va a poner fácil.

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