"¿Cuántas veces hemos leído cuentos infantiles sin reconocer que son historias de violencia contra las mujeres?”, es la pregunta que lanza la periodista Sandra Sabatés (1979, Granollers) en una entrevista con infoLibre a propósito del lanzamiento de su última novela, No me cuentes cuentos (Planeta). En ella la presentadora recoge testimonios reales de mujeres que han sufrido abusos y violencia, tanto física como psicológica, al igual que las protagonistas de los cuentos clásicos.
Bajo los pseudónimos de Caperucita, La Bella y la Bestia, La Bella Durmiente, La Sirenita o Blancanieves hay mujeres reales, entre las que se encuentra la víctima de La Manada de Pamplona, que explican a Sabatés su peor historia, esa que nunca hubieran querido vivir. “Todas ellas reconocen la importancia de alzar la voz y uno de los grandes mensajes que lanzan es que hay que denunciar, porque eso contribuye a que otras mujeres también lo hagan”, explica Sabatés.
La idea del libro surgió tras releer el cuento de Caperucita, una de sus historias favoritas. “De repente te das cuenta de que te están narrando una violación e hice rápidamente la conexión con el caso de la víctima de La Manada, que es el primero que me vino a la cabeza por ser el más mediático. El paralelismo del pañuelo rojo con Sanfermines, vi en ella a la Caperucita del XXI. Luego hice el ejercicio de revisar el resto de cuentos y comprobé que estaba repleto de relatos llenos de violencia de género”, analiza. Una violencia que se resiste a desaparecer unida a la esperanza de que llegue el día en que los monstruos solo vivan en la ficción.
Los diez relatos del libro están escritos a partir de información que le han dado las protagonistas. ¿Cómo ha sido el proceso de contactarlas? ¿Ha habido muchas dificultades?
Es cierto que en unos ha costado más que con otros. En el caso de la víctima de La Manada o Nadia, la joven que sufrió abusos infantiles, contacté con ellas a través de sus abogadas y el resto lo hice a través de asociaciones como APRAM, CAVAS, la Fundación Ana Bella, cuyo trabajo es imprescindible, y me han ayudado a tender puentes con ellas. Hay tres de que sí que salen con su nombre real, Nadia, por ejemplo, lo tenía claro porque muchas veces tenemos metido en la cabeza que la violencia de género sólo afecta a familias desestructuradas, con pocos recursos y sin estudios. Para ella era importante dar la cara porque viene de una familia de clase media. Al final la violencia de género nos afecta a todas, independientemente de la clase social, la ideología, del poder adquisitivo… nos afecta a todas por el hecho de ser mujeres.
Leer historias tan duras bajo pseudónimos como Blancanieves, La Bella y la Bestia o La Sirenita genera una suerte de choque cultural…
Sí, tenemos esa referencia de los cuentos que nos han contado toda la vida, en los que relacionamos a esos personajes con princesas inmaculadas. Pero es que esa violencia está en los cuentos. Cuando empiezas a analizarlos con otra mirada ves que la violencia está ahí y yo me decía. ¿Cómo es que no lo he visto antes? Por ejemplo, el chantaje emocional que le hace la Bestia a la Bella es claramente violencia psicológica, en el extracto que elegí para empezar el capítulo se ve claramente.
En realidad los cuentos originales de Andersen o los hermanos Grim son todavía más violentos…
Sí, la versión original de La Bella Durmiente es la historia de una violación que luego se endulzó. Se rebajaron esas dosis de violencia, de sexo, porque iban dirigidas a un público más infantil, pero esa violencia sigue ahí y se la seguimos transmitiendo a los niños y niñas.
La versión original de 'La Bella Durmiente' es la historia de una violación que luego se endulzó
¿Cree que necesitamos nuevos referentes o que estas historias sirven siempre que sean contadas desde un punto de vista crítico?
Ambas. Por un lado está bien tener nuevos referentes que nos muestren valores más cercanos a la igualdad y, por otro, tampoco creo que sea lo ideal censurar estos cuentos, que son un reflejo de lo que éramos hace siglos, un reflejo de la sociedad del siglo XVII que nos ha acompañado hasta nuestros días. Estas protagonistas siguen existiendo en la vida real. Estos cuentos nos pueden servir como herramientas para indicar qué es lo que no hay que hacer. ¡Que no nos cuenten más cuentos porque ya no nos los tragamos!
Narra casos de violencia genital femenina, violaciones, prostitución, abusos físicos o laborales… ¿Fue duro escribir sobre ello? ¿Hay alguna historia que le haya marcado especialmente?
Reconozco que charlando con ellas lo he pasado mal porque ves su dolor, muchas veces te cuentan la historia y, aunque hayan pasado años, se derrumban, porque han necesitado un trabajo psicológico para ser capaces de asimilar lo que les ha pasado y aprender a convivir con ello y que no les dañe demasiado. Eso son meses y meses de terapia y tratamiento. Al final lo que yo les estaba pidiendo era recuperar esos episodios traumáticos y revivirlos de alguna manera. Y para ellas ha sido muy duro. Creo que el de estas mujeres es un ejemplo enorme de sororidad, lo que me decían es que si servía para que a otras mujeres no les pasara lo mismo, ya merecía la pena. A ellas en un momento dado no les saltó la alarma porque no tenían esa información, pero leyendo este libro a algunas chicas les puede ayudar a identificar actitudes tóxicas.
También hay espacio para hablar sobre prostitución, uno de los males de este país.
España es el tercer país de Europa que más prostitución consume
Sí, España es el tercer país de Europa que más prostitución consume. El 40% de los hombres reconoce que ha recurrido a la prostitución. Lo que se busca con esas mujeres es cosificarlas, deshumanizarlas, atacar su integridad, es tristísimo. Al final los puteros están en todas partes, puede ser tu vecino o tu primo, no tenemos interiorizado que puede ser cualquiera.
A muchas de estas protagonistas se las intenta anular, quitar toda la autoestima para hacerlas pequeñas y dependientes…
En eso incide especialmente el cuento de Blancanieves. No solo hablo del agresor sino del entorno familiar de la protagonista. Esta chica tiene esa falta de educación emocional porque no se ha sentido valorada, no es la niña que querían sus padres, se ha sentido rechazada. En definitiva, no la han valorado y ella no ha aprendido a valorarse. El mensaje que lanza es precioso y es el de ‘como tú te quieres no te va a querer nadie nunca. Quiérete tú primero y luego ya que te quieran los demás, así vas a exigir ese trato de igual a igual.
Esto es especialmente importante porque llega de repente ese príncipe que te ensalza, te dice lo bonita que eres y lo que vales, pero de repente te crea una dependencia que te va anulando y no te das cuenta. Tu mundo pasa a ser él, porque él es lo que te hace sentir bien, lo que te hace sentir valorada, y te atrapa en una telaraña de la que no puedes salir. Lo que le pasaba a Blancanieves es que se miraba y no se reconocía, no sólo físicamente (aunque también por sus problemas de alimentación), también a nivel psicológico. Al final se convirtió en él, dejó de pensar por sí misma. Dejó de ponerse la ropa que le gustaba porque a él no le gustaba y ya no sabía dónde acababan sus opiniones y empezaban las de él.
En algunas de estas historias también se incide en la idea de que el amor todo lo puede, todo lo vale.
El monólogo de Pamela Palenciano, que aparece en un capítulo, lo explica muy bien: no solo duelen los golpes. El amor cuando duele no es amor de verdad. Es un amor tóxico, enfermizo, loco. En el caso de La Bella y la Bestia pasa eso, él pierde el control y todo lo justifica en que eso es amor, porque ellos son especiales, él considera que es especial esa dependencia y ese control y necesidad de tenerla alrededor.
Además, en algunos casos esa violencia no solo viene por parte de sus parejas, sino por su propia familia. Sucede con la historia de la chica musulmana a la que sus padres le quieren obligar a casarse aunque es jovencísima…
Ella quiere ser libre, decidir por sí misma, y sí piensa que su familia la está condicionando tanto que lo único que puede hacer es romper su vínculo porque no paran de someterla. Ella utiliza la negociación continua para ganar tiempo. Su caso es bastante significativo, porque ella ha crecido en España, con la cultura de aquí y tiene otra forma de entender la vida que, por ejemplo, su madre. Su madre tiene esa lucha muy arraigada. Esas tradiciones de que te tienes que casar, y formar parte de la comunidad porque lo contrario produce una deshonra.
Y esa violencia se lleva al extremo en el caso de la niña de seis años a la que le practican la mutilación genital. Es muy duro.
Sí, a La Sirenita le pasa tres cuartos de lo mismo. Como su madre y su abuela han pasado por ese proceso lo normalizan. Al final esas mujeres han sido educadas así y creen que están haciendo bien porque si la someten a esa brutalidad, ella será aceptada y formará parte de una identidad, que tiene que ver con la virginidad, la fidelidad, una serie de valores…
Y claro, también aparece en el relato del padre que está abusando de su hija, instrumentalizando ese cariño. Cuando eres pequeño tu padre es la figura de autoridad, el que te da seguridad. La protagonista se sentía mal por ponerle en duda, se sentía culpable porque era su padre. Él le llega a decir que eso le pasa porque se lo había puesto demasiado fácil mientras que su hermana pequeña no…
Y por ejemplo, esa violencia también se ve cuando un padre mata a su hijo o hija para hacer daño a la madre, lo que se conoce como violencia vicaria.
Acabamos de vivir un nuevo caso recientemente y es importante ponerle nombre y hablar de que es un tipo de violencia contra la mujer, uno de los más crueles. Es importante visibilizarlo sin duda alguna y los medios tenemos una responsabilidad enorme, dar voz a esas mujeres, por mucho que haya quien intente decir que eso no existe, que esa violencia no existe.
Al final, todas estas historias tienen que ir acompañadas de un discurso feminista, ¿no? De nada sirve que haya mujeres, como pasa en Vox, que enarbolan la bandera del antifeminismo…
Ya lo decía María Lejárraga: una mujer que no es feminista es tan incongruente como un rey que no sea monárquico. Yo como mujer no voy a querer la igualdad y el feminismo lo único que pretende es eso, la igualdad. Como periodistas tenemos esa responsabilidad, luchar y combatir con datos esos argumentos que están basados en mentiras y datos falsos.
Una mujer que no es feminista es tan incongruente como un rey que no sea monárquico
¿Por qué cree que el feminismo molesta tanto?
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Es una cuestión ideológica y de educación. En nuestro país arrastramos una dictadura de cuarenta años y hasta hace dos días la mujer tenía que estar en el hogar. Las mujeres no tenían acceso a muchas carreras, se las liberaba de trabajar, pero tenían que estar en casa con los hijos. Ese ideal está en esas mismas princesas en las que ya no nos reconocemos, te das cuenta de que los pasos son pequeños, las conquistas sociales van lentas y cuestan años de trabajo y luchas, y ves lo fácil que es cargárselo todo en cuestión de segundos. La extrema derecha aboga por el aborto cero, no podemos permitirnos esa involución a la que nos quieren llevar.
¿A quién se quiere llegar con este libro?
Es un libro que va dirigido a mujeres y hombres. Tenemos igualdad legal, pero no real. El cambio de mentalidad que consiste en romper con los principios machistas solo lo conseguiremos si hacemos un cambio entre todos, nosotras y ellos. Al final al que se señala es al maltratado, no a los hombres en general. Creo que es importante que el libro se lea porque los discursos de la extrema derecha calan y aumentan el número de adolescentes que piensan que la violencia de género es un invento ideológico, se naturalizan el control y los celos. Y para combatirlo la respuesta es educación, educación y educación.
"¿Cuántas veces hemos leído cuentos infantiles sin reconocer que son historias de violencia contra las mujeres?”, es la pregunta que lanza la periodista Sandra Sabatés (1979, Granollers) en una entrevista con infoLibre a propósito del lanzamiento de su última novela, No me cuentes cuentos (Planeta). En ella la presentadora recoge testimonios reales de mujeres que han sufrido abusos y violencia, tanto física como psicológica, al igual que las protagonistas de los cuentos clásicos.