"Si hay un niño que no quiere nadie, aplaudo que lo adopten los gais": un glosario homófobo de nuestros políticos

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Ataviados con iconografía nazi, los manifestantes que recorrieron este sábado el barrio madrileño de Chueca hicieron alarde de su homofobia: "Fuera maricas de nuestros barrios" y "Fuera sidosos de Madrid", proferían. Los colectivos LGTBI asistieron con "sorpresa y estupor" al desfile de odio, señala Rubén López, de Arcópoli. Pero tienen claro que el de este fin de semana es sólo un eslabón más en la cadena: "El punto de inflexión fue cuando entraron en las instituciones. Ahora están empoderados", completa Ignacio Paredero, miembro de la Federación Estatal LGTBI. No hay que escarbar mucho para encontrar atisbos de ese discurso en las palabras de los líderes políticos que han hecho carrera en la derecha y la ultraderecha.

El jueves pasado, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aseguró que la "homofobia está en la cabeza de la izquierda". Días después, la calle se encargó de enmendarla a través de la manifestación neonazi que desfiló en Chueca. Tan sólo dos años antes, la propia líder madrileña respondía a la propuesta de Vox de trasladar el Orgullo fuera de Madrid. La extrema derecha había planteado entonces reubicar la fiesta LGTBI trasladándola a la Casa de Campo. Díaz Ayuso rechazaba la idea, pero los argumentos se volvieron rápidamente en su contra: "A la Casa de Campo no, porque allí hay familias".

No son pocos los ejemplos en las filas conservadoras, sin obviar que fue el Partido Popular el que recurrió la ley del matrimonio homosexual ante el Tribunal Constitucional. También hizo referencia a las familias el presidente del PP en Torremolinos (Málaga), Pedro Fernández Montes, allá por 2018, ante los malos datos turísticos en la localidad: promocionar sólo un "turismo gay de baja estopa ahuyenta el turismo familiar" y además genera rechazo entre "los propios gais serios y formales".

En 2017, la ahora exedil del PP en Paiporta (Valencia) Amparo Císcar se refirió a Cassandra Vera, mujer transexual, en los siguientes términos: "¿Esta cosa con bigote de dónde ha salido?". El actual consejero de Vivienda y Administración Local de la Comunidad de Madrid, David Pérez, fue reprobado en su etapa al frente de la localidad madrileña de Alcorcón por el resto de grupos municipales tras negarse a cumplir con las políticas en materia LGTBI aprobadas por el Pleno. En 2016, el alcalde conservador se negó a izar la bandera arcoíris en la fachada del Ayuntamiento con motivo del Orgullo y ese mismo año evitó votar la ley madrileña contra la LGTBIfobia, aprobada por unanimidad. El conservador llegó a amenazar con una demanda a la entidad Arcópoli, después de ser acusado expresamente de homófobo.

También en 2016, la teniente alcalde y concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Badajoz (PP), María del Rosario Gómez, lanzó en sus redes sociales un mensaje contra dos activistas semidesnudos con la bandera arcoíris: "Repugnantes, desagradables, repulsivos y asquerosos". Aquel mismo año, el PP de Sevilla pidió retirar una exposición con motivo del Orgullo en la ciudad, al considerarla "obscena". En el otro extremo del país, la entonces concejala del PP en L'Olleria (València), Gema Borrás, se vio obligada de pedir disculpas tras asegurar que "los homosexuales tienen las hormonas trastocadas". Un año antes, el regidor de Villaconejos (Madrid) rectificó sus palabras después de comparar la insignia arcoíris con una esvástica.

La guinda ha llegado, no obstante, con la entrada de la extrema derecha en la política institucional. Fernando Paz fue candidato de la mano de Vox por Albacete en las elecciones generales de 2019. El historiador, que finalmente se retiró de la política por sus declaraciones negacionistas en torno al Holocausto, se expresaba años antes en una tertulia a favor de las terapias de conversión: "Si mi hijo dijera que es gay, trataría de ayudarle. Hay terapias para reconducir su psicología", señalaba. La misma defensa de las terapias de conversión la efectuó la diputada Macarena Olona: "Es un error prohibir que los homosexuales acudan a terapias que les ayuden a encontrar su identidad", embistió en noviembre del pasado año.

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Este discurso está bien presente en el partido, cómodamente asentado en las instituciones. Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox en el Congreso, afirmó en una entrevista que España ha pasado "de un extremo a otro: de pegar palizas a los homosexuales a que ahora esos colectivos impongan su ley". Su número uno, Santiago Abascal, sostuvo en El Hormiguero, en Antena 3, hace ahora dos años que "si hay un niño al que no quiere nadie y lo adoptan homosexuales, lo aplaudo". Pero "pudiendo elegir", añadía, "es preferible que esté con un padre y una madre". Gádor Joya, diputada de la ultraderecha en la Asamblea de Madrid, no titubeó al afirmar que si su hijo fuera homosexual, "preferiría no tener nietos".

Sobre el Orgullo LGTBI, el secretario general del partido, Javier Ortega-Smith, no sólo sugirió desplazar la celebración a la Casa de Campo, porque los activistas "causan verdaderos problemas", sino que Rocío Monasterio, portavoz del partido en la Asamblea de Madrid, aseveró que "cuando unos padres salen a la calle no tienen por qué encontrarse con ese espectáculoespectáculo". El actual responsable de prensa de la formación se preguntaba, en el año 2013, por qué "los gais celebran tanto el día de San Valentín si lo suyo no es amor, es sólo vicio".

La homofobia expresada por algunos partidos no sólo está firmemente enraizada en las filas de Vox y el PP. Existen ejemplos en otras formaciones. Allá por 2010, el entonces portavoz de CiU en el Congreso, Duran i Lleida, se manifestaba en contra de prohibir "la asistencia médica a las personas que intentan modificar su homosexualidad". Un año después, organizaciones del colectivo LGTBI reunieron firmas contra el socialista Francisco Vázquez, exalcalde de A Coruña, propuesto como Defensor del Pueblo. El motivo: su oposición al matrimonio igualitario.

Ataviados con iconografía nazi, los manifestantes que recorrieron este sábado el barrio madrileño de Chueca hicieron alarde de su homofobia: "Fuera maricas de nuestros barrios" y "Fuera sidosos de Madrid", proferían. Los colectivos LGTBI asistieron con "sorpresa y estupor" al desfile de odio, señala Rubén López, de Arcópoli. Pero tienen claro que el de este fin de semana es sólo un eslabón más en la cadena: "El punto de inflexión fue cuando entraron en las instituciones. Ahora están empoderados", completa Ignacio Paredero, miembro de la Federación Estatal LGTBI. No hay que escarbar mucho para encontrar atisbos de ese discurso en las palabras de los líderes políticos que han hecho carrera en la derecha y la ultraderecha.

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