"Nunca pagué ninguna comisión y creo que ahí empezó el problema". Así de contundente se muestra Philippe Solomon. Es el consultor ubicado en el centro de la diana por la segunda supuesta gran estafa que el Ayuntamiento de Madrid sufrió en plena primera ola de la pandemia. Un empresario franco-israelí con el que nadie –ni el consistorio de la capital, ni la justicia, ni la Policía de Nueva York– había conseguido dar. Hasta este jueves. En exclusiva, infoLibre ha desvelado quién era el misterioso nombre tras la firma Sinclair & Wilde, a la que se compró medio millón de mascarillas por 2,5 millones de euros. Asegura que alrededor de la operación hubo "muchos intermediarios implicados" y dice que, incluso, llegó a "perder dinero" al haber sido víctima de otra estafa en China que le terminó llevando hacia Turquía, que es de donde llegaron finalmente los cubrebocas. Y se muestra sorprendido de que, hasta ahora, nadie haya conseguido dar con él. Máxime cuando asegura que la entonces jefa de compras del consistorio, Elena Collado, tenía su número de teléfono.
Una de las claves del caso, destapada también por este diario, fue la mediación –en este contrato y en otra veintena más, según reconoció el consistorio– de una consultora: Aifos Servicios Legales y Consultoría SL. El 21 de marzo de 2020, el abogado Carlos Fernández-Pita reenvió al concejal del PP y presidente del Pleno del Ayuntamiento de Madrid, Borja Fanjul Fernández-Pita, un correo electrónico –aportado al sumario del caso mascarillas– en el que la administradora de Aifos –Araceli Vida– ofrecía sus servicios para "buscar la mejor oferta de suministro" de productos sanitarios "entre las fábricas con las que solemos trabajar". Poco después, el propio Fanjul se lo rebotaba a Inmaculada Sanz Otero, presidenta de la funeraria municipal, la empresa a través de la cual se hicieron los contratos en los momentos más duros de la pandemia.
Preguntado por cómo consiguió contactar con el Ayuntamiento de Madrid y por el papel que jugó en toda esta historia Aifos y su administradora, Solomon, a quien la Policía Municipal acusó de estafa y de un delito contra la propiedad industrial por entregar una mercancía con documentación que no se correspondía con las "certificaciones preceptivas" que exige la UE y el Estado español, responde por escrito: "Hubo muchos intermediarios implicados y no los conozco en absoluto". "Yo fui aproximado por una fuente europea", resalta. Asegura que "nunca" pagó "ninguna comisión" alrededor de toda esta operación. Y que cree que fue ahí donde comenzaron sus problemas.
–¿Qué quiere decir con eso?
–Lo que quiero decir es que sentí que la gente estaba buscando dinero y creó el problema de la certificación para conseguir algo de dinero. Pero solo es un sentimiento personal.
"Si existía algún problema, entonces las mascarillas no hubieran podido entrar en España y yo habría recibido una queja oficial sobre su calidad", continúa, al tiempo que insiste una y otra vez en que fue una "transacción legítima". Explica que no está "en el negocio" de los cubrebocas. De hecho, dice que nunca hizo ninguna otra operación con estos productos sanitarios. "Los chinos controlaban completamente ese mercado y muchos chinos sinvergüenzas se aprovechaban", resalta. Y, tratando de defenderse, completa: "El agregado de la embajada de España visitó a nuestro proveedor, tanto el primero en China como el segundo en Turquía".
Se refiere al gigante asiático porque asegura haber sido engañado allí también al calor de esta misma operación. Dice que en un primer momento trabajó con el mercado chino. Pero que su proveedor "incumplió" lo acordado "después de haberle pagado", un caso del que, asegura, lleva desde "junio de 2020" esperando su resolución: "Demandé al chino y a su agente en Luxemburgo". Eso, asegura, fue lo que le llevó directo a suelo turco, que es desde donde llegaron finalmente los cubrebocas a la capital. "Tenía que tener las mascarillas entregadas según mi compromiso y por eso las hice fabricar en Turquía. Así que pagué dos veces 500.000 mascarillas para satisfacer a Madrid y mantener mi palabra", concluye.
En el atestado policial que se remitió a la justicia, la Policía Municipal recoge que el Ayuntamiento de Madrid trató en varias ocasiones de ponerse en contacto con Sinclair & Wilde. Especialmente, cuando se entera de que existían "indicios suficientes para presuponer" que "las mascarillas de la marca EKO adquiridas" no se ajustaban "a los requisitos técnicos de la normativa española ni europea", por lo que resultaba "imposible dotar al personal de los servicios de emergencia de aquellas". "A tenor de estos indicios se trata de poner en contacto durante los meses de agosto y septiembre con el Señor Philippe Haim Solomon, persona que tuvo relación contractual con el Ayuntamiento de Madrid para la venta", señala el atestado policial.
Solomon dice que Collado tenía su teléfono
Una búsqueda en la que llegaron a participar, incluso, dos agentes de la Policía de Nueva York. Sin embargo, nadie consiguió dar con él. Preguntado por esto, el empresario franco-israelí sostiene que nadie le recriminó nada. "Dos años de silencio es significativo y no se puede no notificar oficialmente al proveedor que hay un problema de calidad o de certificación", dice. E insiste: "Nadie me ha enviado ningún correo electrónico ni carta oficial ni solicitud de ningún tipo".
Pero lo cierto es que, en el sumario del caso mascarillas, consta un correo a la que parece la dirección corporativa del consultor fechado a comienzos de agosto de 2020: "Llevamos varios días esperando, tal y como estaba comprometido, el certificado de conformidad de las mascarillas. Al efecto te he enviado varios mensajes que no has contestado. Es por ello que, de no recibir la documentación adecuada a la mayor urgencia posible, debemos acordar la devolución del producto y del dinero". Tampoco parece sencillo, además, que el consistorio pudiera haberse puesto en contacto con él vía correo postal. Al fin y al cabo, la dirección de Nueva York que aportaba en las facturas correspondía a otra empresa distinta.
–Hablé en 2020 con algunas personas por Whatsapp o por teléfono, pero ningún correo electrónico que yo recuerde.
–¿Y recuerda cuándo y con quién? ¿Recuerda sus nombres?
–Araceli la abogada. Y una señorita, Elena, creo.
–¿Araceli Vida y Elena Collado tenían su número de teléfono?
–Sí, ellas tenían mi número.
Este diario preguntó al consistorio si realmente Collado tenía el contacto del desaparecido Solomon, si le intentaron contactar a través de ese número y si aportaron el mismo a la investigación para intentar localizarle. "El Ayuntamiento no va a hacer más comentarios sobre este asunto que se ha puesto en conocimiento de la justicia a través de la funeraria municipal", se limitan a decir. La misma respuesta que aportan cuando se les pregunta si se pagaron en su totalidad los 2,5 millones de euros del contrato con Sinclair & Wilde y si, al final, se recuperó algo o se perdió todo ese dinero.
Solomon asegura que "nunca", ninguna de ellas, le pidieron "alguna compensación o comisión". "Ahora, lo que ocurriese dentro o con otros intermediarios en otras transacciones no lo sé", resalta.
–Dice que si hubiera existido algún problema "las mascarillas no hubieran podido entrar en España" y que habría recibido "una queja oficial" sobre la "calidad" de las mismas. También, que Vida y Collado tenían su número de teléfono. ¿Le enviaron Araceli Vida, Elena Collado o algún responsable del Ayuntamiento algún mensaje, o le llamaron por teléfono, para decirle, tras la entrega de las mascarillas en Madrid, algo sobre la calidad de las mismas?
–Sí, es posible que en su momento me llamaran para decirme que podía haber algún problema. Sinceramente, como no recibí ninguna carta oficial, no lo tomé en serio. Por mi parte, estoy seguro de la certificación y la calidad.
Más Madrid pide la reapertura del caso
La justicia investigó durante algunos meses la supuesta segunda estafa. Pero se decretó el sobreseimiento provisional ante la imposibilidad de localizarle. Sin embargo, en las últimas semanas el asunto se ha vuelto a reactivar. Y ahora, tras las informaciones de este diario, Más Madrid ha solicitado este jueves la reapertura de la investigación y su personación en la causa. Algo que también tiene previsto hacer el PSOE. "Volvemos para tratar de encontrar 2,5 millones de euros de impuestos, de dinero público que presuntamente han ido a parar a otra estafa, por la que se pagaron a cambio de unas mascarillas que nunca pudieron utilizarse", ha señalado en declaraciones a los medios Rita Maestre, portavoz del grupo municipal en el ayuntamiento de la capital.
"No paran de aparecer casos de empresarios que, con una buena agenda de contactos, han conseguido saquear a las instituciones", apunta, por su parte, Alejandra Jacinto, portavoz de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid. "Este nuevo caso de Solomon y Sinclair apuntala lo que empieza a ser ya una práctica generalizada en la mala gestión del gobierno del PP, tanto de Ayuso como de Almeida, que pasa por permitir que piratas, comisionistas, se lleven dinero público a costa de aprovecharse de los momentos de mayor vulnerabilidad, como fue la pandemia", completa.
Un empresario bien posicionado
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Aunque en medio mundo se le presente como Philippe Hababou Solomon, su identidad real es Philippe Haim Solomon. Este empresario, que se muestra "sorprendido" por el escándalo y que asegura no estar escondido "en absoluto", cuenta con un pasado repleto de oscuros episodios. Según publicó en su momento The New York Times, estuvo entre rejas en Francia por un asunto de "venta de cheques robados". Y tuvo problemas con la justicia estadounidense. "Contribución ilegal a una campaña federal en 1996 en Estados Unidos", cuenta él mismo.
Ahora, varias décadas después, es un personaje muy bien posicionado en algunos países de África y Oriente Medio. Tanto es el peso que ha llegado a tener en algunos de esos países que incluso se le ha visto reunido con el emir de Qatar o ha tenido tarjetas de visita en las que se presentaba como "consejero especial del presidente de Sudáfrica en los países francófonos".
Quizá de ahí viene el éxito que su consultora tiene con algunos gobiernos. En su propia página web, Sinclair & Wilde asegura tener una "red inigualable" de "socios" que incluye a "jefes de Estado" y "altos responsables en la toma de decisiones". Entre los clientes de los que presume: Chad, Sudáfrica, Guinea-Bisáu, Congo, Ghana, Qatar o Indonesia, de los que dice haber trabajado, en algunos casos, directamente para la Presidencia y, en otros, para algunos de sus ministerios o empresas estatales.
"Nunca pagué ninguna comisión y creo que ahí empezó el problema". Así de contundente se muestra Philippe Solomon. Es el consultor ubicado en el centro de la diana por la segunda supuesta gran estafa que el Ayuntamiento de Madrid sufrió en plena primera ola de la pandemia. Un empresario franco-israelí con el que nadie –ni el consistorio de la capital, ni la justicia, ni la Policía de Nueva York– había conseguido dar. Hasta este jueves. En exclusiva, infoLibre ha desvelado quién era el misterioso nombre tras la firma Sinclair & Wilde, a la que se compró medio millón de mascarillas por 2,5 millones de euros. Asegura que alrededor de la operación hubo "muchos intermediarios implicados" y dice que, incluso, llegó a "perder dinero" al haber sido víctima de otra estafa en China que le terminó llevando hacia Turquía, que es de donde llegaron finalmente los cubrebocas. Y se muestra sorprendido de que, hasta ahora, nadie haya conseguido dar con él. Máxime cuando asegura que la entonces jefa de compras del consistorio, Elena Collado, tenía su número de teléfono.