Entrevista / Premios infoLibre
Sonia Jalda, trabajadora de residencias: "La administración sigue mirando para otro lado"
Sonia Jalda (Moaña, 1971) conoce de primera mano el infierno vivido en los geriátricos durante la primera ola de la pandemia. La enfermera, que ejerce como portavoz del colectivo Traballadoras das Residencias de Galicia (Trega), aún recuerda el "miedo" que se respiraba en los centros frente a lo "desconocido". Nadie sabía cómo actuar frente a un virus nunca antes visto que segaba, prácticamente cada día, la vida de cientos y cientos de residentes por todo el país. El estrés al que se enfrentaban en cada jornada de trabajo era bestial. No había manos. Los equipos de protección no terminaban de llegar. "Física y mentalmente estamos agotados. Muchos compañeros están de baja con depresión o problemas de ansiedad", dice.
Jalda recogerá, el próximo jueves, el primer premio infoLibre en la categoría Compromiso Social en representación de Trega. Reconoce que está "muy emocionada". Y que el reconocimiento supone un "empujón para seguir luchando" en un sector "olvidado" y en un momento en el que la sociedad se ha ido olvidando poco a poco de la hecatombe que se registró en estos centros sociosanitarios durante los momentos más duros de la crisis sanitaria: "Se ha vuelto a dejar de hablar en la calle de nuestros mayores". Un paso de página que, considera, también han realizado las administraciones: "No hemos mejorado en nada". A la enfermera, el premio le ha pillado por sorpresa. "Nosotros tenemos tan normalizado que hay que luchar por nuestros residentes que no esperábamos que alguien quisiera reconocer nuestro trabajo", concede.
PREGUNTA: ¿Cómo han vivido las trabajadoras de las residencias el último año y medio?
RESPUESTA: Ha sido muy duro, nos hemos enfrentado a un virus totalmente desconocido y que no sabíamos cómo abordar. Hemos tenido miedo. Llegabas a tu casa con temor a contagiar a tus familiares, a tus seres queridos, y te aislabas para que eso no ocurriese. Y hemos hecho frente a toda esta situación tan dura sin medios, ni humanos ni materiales.
P: ¿Y cómo se encuentran los trabajadores ahora, física y anímicamente?
R: Física y mentalmente estamos agotados. El estrés ha sido tremendo en todo este tiempo. Muchos compañeros están de baja con depresión, con problemas de ansiedad, con trastornos del sueño. Ahora mismo, en Galicia, hay trabajadores de residencias que llevan ya seis meses de baja.
P: ¿Cree que la sociedad se ha olvidado ya de su trabajo y de lo sucedido en los centros sociosanitarios durante la pandemia?
La mayoría de la sociedad se ha olvidado ya de todos los fallecidos en las residencias. Se le ha dado ya normalidad a la vida. Actualmente, apenas se habla en la calle de nuestros mayores, sino de otras cosas que realmente no son tan importantes.
R: ¿Han apreciado un cambio de sensibilidad de las administraciones tras lo más duro de la crisis sanitaria en relación con las residencias?
Durante la pandemia, sí que se notó. Sin embargo, ahora se ha vuelto a la realidad anterior. Las contrataciones que se hicieron en los momentos más duros de la crisis no se han renovado, ni tampoco se ha aumentado personal. Cada vez nos recortan más medios y personal. Por tanto, no hemos mejorado en nada, más bien se puede decir que hemos empeorado. La administración sigue mirando hacia otro lado.
P: ¿Qué opinión le merece que, tanto a nivel parlamentario como judicial, se esté dando carpetazo a todas estas investigaciones?
Es increíble que se pueda ocultar, tapar y engañar a la sociedad sobre las miles y miles de muertes que se produjeron en las residencias. Ver cómo la Fiscalía archiva casos que son tremendos. Esta todo tan politizado… Y resulta sorprendente ver cómo prevalece la mentira sobre la calidad de los servicios de las residencias.
Si se investigara a fondo, se sabría realmente lo que ocurre en cada uno de los centros sociosanitarios, que es algo que desconoce totalmente la administración pero que nosotros nos encargamos de trasladarle permanentemente. Si realmente investigaran, cambiarían las ratios de personal, que es algo fundamental. Sin trabajadores suficientes no podemos llegar a atender las necesidades de los residentes, que han quedado ahora mismo con deterioros cognitivos severos y con nuevas patologías derivadas de los confinamientos a los que se vieron sometidos.
R: ¿Se podía haber evitado lo que sucedió en las residencias?
Claro que sí. La administración era conocedora antes de la pandemia de que teníamos serias deficiencias en los centros. Por ejemplo, que no había personal suficiente. Lo sabían, principalmente, porque se lo habíamos trasladado las organizaciones de trabajadoras. Se podían haber evitado muchísimas muertes.
P: ¿Qué papel considera que han jugado los medios de comunicación en arrojar luz sobre este problema?
Han sido claves, porque han dado voz a un sector que siempre ha estado olvidado. Sin ese trabajo periodístico y de fuerza no podríamos llegar hasta donde hemos llegado. En todo esto, [el director de investigación de infoLibre] Manuel Rico ha sido superimportante, porque ese libro que ha publicado ha permitido que mucha gente pueda conocer lo que ha ocurrido realmente en las residencias y con nuestros mayores.
R: Decía antes que siempre han sido un sector olvidado, ¿lo siguen siendo ahora mismo? ¿Esperan que esto cambie en algún momento?
Lo seguimos siendo. Es triste, pero es la realidad. A pesar de lo que ha sucedido, seguimos con unos centros faltos de medios, con unas ratios que se incumplen cada día, con una alimentación totalmente precaria… La administración cada vez tiene menos residencias públicas, mientras aumenta las concertadas en manos de grandes empresas propiedad de fondos buitre, como DomusVi, Ballesol u Orpea.