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La tormenta perfecta del extremismo en Europa descoloca a la derecha tradicional a las puertas del 9J

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Cuando el PP de Alberto Núñez Feijóo se mimetiza con el discurso de Vox, haciendo suyas banderas con muy escasa base real, como la inseguridad o la ocupación ilegal de viviendas, o relacionando inmigración y delincuencia, no está haciendo nada diferente de sus socios en toda Europa. La derecha tradicional del viejo continente asiste con vértigo, desde hace semanas, a encuestas que pronostican un avance entre sustancial y arrollador de los partidos ultras en casi todos los países. Un vuelco hacia posiciones extremistas que la mayoría de los miembros del PP europeo tratan de evitar abrazando las recetas del populismo conservador.

Los sondeos son muy llamativos. Y a la cabeza de todos ellos están los Hermanos de Italia, de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, una figura clave en la homologación que el PP Europeo, con Ursula von der Leyen y Manfred Weber a la cabeza, ha iniciado con la extrema derecha.

Meloni es el mascarón de proa del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en el que también militan el español Vox, Ley y Justicia (Polonia), Nueva Alianza Flamenca (Bélgica), Partido Democrático Cívico (República Checa), Demócratas de Suecia (Suecia), Partido Finlandés (Finlandia) y ¡Reconquista!, el movimiento del controvertido dirigente ultra francés Éric Zemmour.

Cambio “histórico”

Santiago Abascal quiere subirse a esa ola. Busca un “cambio histórico” en el Parlamento Europeo para que “la derechita estafadora”, en alusión al PP, deje de “imponer” prohibiciones junto con el “socialismo corrupto”. “El Parlamento Europeo afronta un cambio histórico en el que, por primera vez, puede haber distintas mayorías y en el que grupos como el de conservadores y reformistas, en el que se integra Vox junto con otros grupos, pueden formar parte en la mayoría que gobierna la Unión Europea”, defendió en un acto que ha servido de previa al gran mitin que los ultras han organizado este domingo en el Palacio de Vistalegre de Madrid y del que formará parte, como principal invitado, el presidente argentino, Javier Milei.

El objetivo de Meloni, la dirigente italiana, heredera directa del partido que durante décadas sirvió de contenedor a las ideas fascistas después de la Segunda Guerra Mundial, es exactamente ese: crear una gran coalición de centroderecha entre el Partido Popular Europeo y el grupo de los Conservadores y Reformadores Europeos (ECR). 

Hermanos de Italia ya gobierna con el PP italiano (Forza Italia) y Vox lo hace con su equivalente español. Así que cada vez menos analistas creen que después de las elecciones europeas del 9 de junio vayamos a ver a una frontera nítida entre derecha tradicional y ultraderecha.

El PP europeo cambia de prioridades

A esa confluencia está ayudando significativamente la reformulación que el PP europeo está haciendo de su compromiso con el medio ambiente, impulsando la congelación del pacto verde para no perder el voto de agricultores y ganaderos, o de sus recetas para abordar la espinosa cuestión de la llegada de migrantes.

En Francia la Agrupación Nacional (AN) de Marine Le Pen ocupa el primer lugar en las encuestas, por delante del partido liberal del presidente Emmanuel Macron. Un renacido PS, con Raphaël Gluksmann a la cabeza, se ha hecho con el tercer lugar en las preferencias que muestran los sondeos, seguido por Los Republicanos, la versión local del PP europeo.

Desesperado por recuperar terreno frente a AN, el candidato de los socios franceses de Feijóo, François-Xavier Bellamy, propone la construcción de muros físicos en las fronteras de la UE, aprobar una cláusula de salvaguardia en la que cada país miembro podría restablecer el control de sus propias fronteras cuando le venga en gana, apostar por la energía nuclear y multiplicar la inversión en defensa. Tal es su radicalización que se opone a un segundo mandato de Von der Leyen, la candidata de su propia familia política.

Giro a la derecha

En Alemania, la otra mitad del corazón de la UE y uno de los pocos países del continente con un gobierno progresista, las encuestas pronostican un giro a la derecha. A la cabeza en los pronósticos están la coalición formada por la CDU y la CSU (el equivalente local del PP europeo), muy presionada por el crecimiento de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD).

En Italia, la Forza Italia de Antonio Tajani, los socios locales del PP europeo, viven subordinados a Meloni y apenas consiguen previsiones de voto por encima del 8%,

Hay más que indicios razonables de que la inmigración está detrás de este fenómeno de sustitución de la derecha tradicional por su versión más extremista. Quienes culpan a la UE de la llegada de extranjeros son mayoría en Francia (62%), Alemania (53%), Países Bajos (50%), Italia (54%) y Bélgica (48%). Y en todos estos países mandan quienes creen que la prioridad, a partir del 9 de junio, debe ser poner fin a la llegada de inmigrantes ilegales. 

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El ultraderechista holandés Geert Wilders y su Partido de la Libertad acaban de conseguir esta misma semana formar gobierno con ayuda de otros tres partidos (el liberal VVD, el democristiano NSC y el partido de los granjeros BBB) sobre la base de un programa dirigido a plantear una oposición frontal a la inmigración.

Este anuncio coincide con la iniciativa de un grupo de 15 Estados miembros, liderados por Dinamarca, para externalizar la política de inmigración y asilo siguiendo el ejemplo de la Italia cogobernada por los ultras y el PP europeo, que envía a los extranjeros irregulares a Albania a cambio de compensaciones económicas. ¿Su argumento? Que la creciente llegada de migrantes es “insostenible” y obliga a pensar “fuera de lo común”. Firman la propuesta, además del Gobierno danés, los ejecutivos de Bulgaria, República Checa, Estonia, Grecia, Italia, Chipre, Letonia, Lituania, Malta, Países Bajos, Austria, Polonia, Rumanía y Finlandia. Una lista que revela un amplio respaldo de dirigentes que militan en la familia política de Feijóo en Europa.

En el Palacio Vistalegre de Madrid se darán cita este domingo, en apoyo de Vox y para escuchar a Milei, un ramillete de dirigentes ultras de Europa y América. Meloni y Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, intervendrán el domingo telemáticamente, igual que el exjefe de gobierno polaco, Mateusz Morawiecki. Pero sí está previsto que asistan presencialmente la lideresa de los extremistas franceses, Marine Le Pen, el presidente de Chega, el portugués André Ventura, el líder de la los radicales de derecha chilenos José Antonio Kast y el ministro de Asuntos de la Diáspora de Israel y combate contra el Antisemitismo, Amichai Chikl.

Cuando el PP de Alberto Núñez Feijóo se mimetiza con el discurso de Vox, haciendo suyas banderas con muy escasa base real, como la inseguridad o la ocupación ilegal de viviendas, o relacionando inmigración y delincuencia, no está haciendo nada diferente de sus socios en toda Europa. La derecha tradicional del viejo continente asiste con vértigo, desde hace semanas, a encuestas que pronostican un avance entre sustancial y arrollador de los partidos ultras en casi todos los países. Un vuelco hacia posiciones extremistas que la mayoría de los miembros del PP europeo tratan de evitar abrazando las recetas del populismo conservador.

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