Las más de 20.000 personas mayores fallecidas en residencias durante la trágica primavera de 2020 hicieron replanteárselo todo. Los efectos que tuvo la pandemia en los geriátricos no sólo fueron fatales por la agresividad y la letalidad de un virus que entonces era completamente desconocido, sino porque estos centros ya tenían unas carencias de base que hicieron que sus muros contra el covid fueran más endebles de lo que deberían haber sido. Los datos y algunos estudios científicos lo confirmaron después, apuntando a la titularidad, a la gestión de los centros y al tamaño de los mismos como uno de los aspectos clave que determinaron las consecuencias que sobre ellos tuvo el covid. Las conclusiones fueron claras: a mayor tamaño del centro, más mortalidad. Sin embargo, las llamadas macrorresidencias siguen suponiendo un porcentaje muy importante en el parque residencial de nuestro país. Suman, en concreto, el 38% de todas las plazas para mayores.
Son los datos que se pueden extraer del Censo de Centros Residenciales de Servicios Sociales en España, un análisis estadístico publicado este miércoles por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 y elaborado por el Imserso y que "representa un paso más para mejorar las políticas públicas en el ámbito de los servicios sociales", según señaló la secretaria de Estado de Derechos Sociales, Rosa Martínez, durante la presentación del documento. No hay un análisis igual ni ha habido ninguno previo. Surgió, de hecho, "por la falta de datos en este ámbito, sobre todo de información agregada a nivel nacional, algo que se evidenció especialmente durante la pandemia de covid", añadió Martínez.
Pero no sólo se evidenció eso. Lo que también se pudo observar, y lo hicieron estudios científicos, fue el efecto que sobre la mortalidad tuvo el tamaño de las residencias. La correlación está clara y es, además, directamente proporcional. Lo concluyó así un estudio realizado sobre las residencias catalanas y publicado en la revista Epidemiología: entre marzo y abril de 2020 —los peores meses de la crisis sanitaria—, la mortalidad por covid llegó a duplicarse en los geriátricos más grandes con respecto a los de menor tamaño. En concreto, fue del 6% en los centros de entre 30 y 70 plazas, pero escaló hasta el 12% en los de más de 200. "En la bibliografía internacional sobre mortalidad en residencias de personas mayores durante la pandemia covid se confirma que el tamaño es un factor de riesgo", señala a infoLibre la autora principal del informe, María Victoria Zunzunegui, profesora de la Universidad de Montréal.
Lo constató también en un estudio similar realizado en Madrid. En este caso, los resultados apuntaron a que la mortalidad —no "por covid", puesto que los datos de fallecidos no hacían distinción entre quienes morían o no por el virus— fue del 10% en residencias de menos de 50 plazas, del 15% en las que tenían entre 50 y 99, del 21% entre las que tenían entre 100 y 199 y del 18% en las de más de 200. "Las macrorresidencias fueron las que se llevaron la peor parte en la pandemia", lamenta la experta.
El Gobierno cogió el testigo de estos datos. Y por eso su Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 llegó a un acuerdo con las comunidades autónomas para acabar con este modelo. Fue en junio de 2022 y costó varios meses de negociaciones y otros tantos borradores que terminaron tirados a la basura. Pero al final se consensuó un documento que estableció que, a partir de ese momento, ninguna residencia podría superar las 120 plazas, un número que baja a 90 en aquellas zonas "de densidad intermedia" y a 75 en zonas rurales.
Los datos publicados por el departamento de Pablo Bustinduy no hacen esta distición en función del área donde se emplaza el geriátrico, pero sus datos sí revelan que la realidad de los centros de mayores de nuestro país está lejos de estos números. Porque hay 666 geriátricos de más de 126 plazas que acumulan, entre todos ellos, el 38% de todas las camas en residencias de mayores en España. Además, la dimensión del problema aumenta si se segmentan todavía más estos números. En este sentido, hay 43.421 plazas en centros de más de 200 camas; 22.046 en los de entre 176 y 200; 23.082 en los de entre 151 y 175; y 35.620 en los de entre 126 y 150. Es decir: los que más usuarios atienden de entre todas las macrorresidencias son, precisamente, las más grandes, que son en total 148.
La titularidad y la gestión, otro factor determinante
Además del tamaño, el análisis también secciona los geriátricos en función de su titularidad y su gestión. Los agrupa en cinco categorías: de titularidad pública y gestión privada con lucro —de sociedades mercantiles—, de titularidad pública y gestión privada sin lucro —controladas por entidades religiosas u ONG, por ejemplo—, de titularidad y gestión pública, de titularidad y gestión privada con lucro, y de titularidad y gestión privada sin lucro. En términos globales, el 85,78% de los centros son privados, frente a tan sólo un 14,2% que son públicos. Se reparten de la siguiente manera:
Esta cuestión no es menor, porque además según el informe también se relaciona con el tamaño de los centros. En concreto, el documento elaborado por el Imserso apunta lo siguiente: "Cuando relacionamos el tamaño de los centros con los modelos de titularidad y gestión, se aprecia que los centros de titularidad pública optan por modelos más contenidos que aquellos que son de titularidad privada". Así, "los centros de titularidad pública tienen un mayor porcentaje de centros con tamaños inferiores a 50 plazas (63,6%) que los de titularidad privada con un 43,88% de los centros".
Zunzunegui apunta no obstante a que esto no sucede en todas partes, puesto que en Madrid por ejemplo hay un número muy elevado de macrorresidencias completamente públicas (hay por ejemplo 12 con más de 200 camas) y en Cataluña, por su parte, apenas hay nueve macrorresidencias de más de 200 plazas, ocho de las cuales son completamente privadas.
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En cualquier caso, sí cruzamos los datos de los tamaños de los geriátricos con su gestión, se observa que el 84% de las macrorresidencias con más 126 plazas son privadas —en titularidad y gestión, sólo en titularidad, o sólo en gestión.
Y los estudios científicos también revelaron que esta cuestión influyó en la mortalidad durante las peores semanas del covid. En una relación igual que la que tenía en cuenta el tamaño. Se constató en el artículo que analizó la situación por la que pasaron los centros de mayores en Madrid, que concluyó que la colaboración público-privada fue "letal". En concreto, porque en la mortalidad en las residencias públicas fue de un 7,4%, un porcentaje que en las de gestión privada aumentó hasta el 21,9%. "Lo que pudimos ver en Madrid es que, a mayor tamaño, la mortalidad en las residencias concertadas o de gestión indirecta fue casi tres veces mayor que en las públicas", explica Zunzunegui.
Los datos por su parte que publicó infoLibre también vincularon estas dos cuestiones: los grandes grupos privados que controlaban las grandes residencias fueron los más afectados por el covid. En concreto, los 30 principales grupos mercantiles como Orpea (con una media de 162 plazas por centro), Ballesol (156), Amavir (155), Vitalia Home (147), Sanitas (139) o DomusVi (133), que gestionaban en 2020 el 27,5% de las plazas, registraron el 36,5% de las muertes durante los dos primeros meses de la pandemia.
Las más de 20.000 personas mayores fallecidas en residencias durante la trágica primavera de 2020 hicieron replanteárselo todo. Los efectos que tuvo la pandemia en los geriátricos no sólo fueron fatales por la agresividad y la letalidad de un virus que entonces era completamente desconocido, sino porque estos centros ya tenían unas carencias de base que hicieron que sus muros contra el covid fueran más endebles de lo que deberían haber sido. Los datos y algunos estudios científicos lo confirmaron después, apuntando a la titularidad, a la gestión de los centros y al tamaño de los mismos como uno de los aspectos clave que determinaron las consecuencias que sobre ellos tuvo el covid. Las conclusiones fueron claras: a mayor tamaño del centro, más mortalidad. Sin embargo, las llamadas macrorresidencias siguen suponiendo un porcentaje muy importante en el parque residencial de nuestro país. Suman, en concreto, el 38% de todas las plazas para mayores.