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Futuro de la monarquía

Los tres grandes temas que medirán el primer examen del rey Felipe VI

Felipe VI, presidiendo el patronato de la Fundación Princesa de Girona, el pasado 19 de diciembre de 2014 en el Palacio Real de Madrid.

Desde 1975, los españoles sólo han visto a un rey asomarse a sus pantallas en Nochebuena. A Juan Carlos de Borbón. 39 años, uno tras otro. Este 24 de diciembre, será otro. Será su hijo, Felipe VI, que afrontará su primer examen apenas seis meses después de acceder al trono. Quizá su prueba más difícil en este semestre. Todas y cada una de sus palabras serán escrutadas al milímetro, igual que cada uno de sus gestos o la puesta en escena. Nada se deja al azar en el que es siempre el discurso anual más personal del monarca. 

Hasta ahora, en la Zarzuela prima una total reserva sobre el contenido o el formato del primer mensaje de Felipe VI. Pero sí parecen claros, a juicio de los expertos, algunos hilos conductores claves: infanta, crisis y desigualdad, Cataluña. Temas que, a priori, resultan ineludibles, pero el acercamiento a cada uno de ellos marcará la impronta del nuevo monarca, su estilo propio. Continuista o rompedor. Más cercano y franco o igual de envarado y hueco que el de su padre. 

Infanta. En los últimos tres años, el fuego del caso Nóos ardía más o menos cerca del mensaje de Navidad. En 2011, Juan Carlos pronunció su discurso unos días antes de la imputación de Iñaki Urdangarin. "La Justicia es igual para todos", dijo de forma lapidaria. En 2012, no citó el caso ni la corrupción. En 2013, cuando quedaba poco para que el juez José Castro se pronunciara acerca de la segunda imputación de Cristina de Borbón, el monarca calló aunque asumió en primera persona "las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad". Pero nunca como hasta ahora la imagen de Nóos estuvo tan fresca, nunca fue tan grave el escenario y la tensión. La infanta se sentará en el banquillo de los acusados y afronta hasta ocho años de cárcel. Ella no ha renunciado a sus derechos dinásticos.

El nuevo rey no ha presionado públicamente, aunque sí ha subrayado que debe ser ella, Cristina, la que dé un paso atrás. Necesita ese cortafuegos para soltar lastre. Y eso que la infanta está fuera de la familia real por la abdicación de su padre. 

Hasta dónde llegar

Antonio Torres del Moral, constitucionalista de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), buen conocedor de la monarquía española, no espera grandes sorpresas. Nada más allá que vaya de lo que ha venido trasladando la Zarzuela en los últimos meses, con cada nueva noticia de Nóos: "Respeto absoluto a la independencia del Poder Judicial". "No hace falta decir más. Pedirle algo más explícito sería indisponer necesariamente a su hermana, meter una cuña en la familia". Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, coincide: "Dirá lo clásico: respeto a la Justicia, ejemplaridad... No creo que un jefe del Estado tenga margen para decir algo más. ¿Qué va a decir? ¿Que él no ha robado? No lo creo, porque cargaría sobre la Corona. Otra cosa es que adopte medidas posteriores, que quizá sí sean más expeditivas". José Fernández-Albertos, politólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), considera que lo previsible es que mande la señal de que no quiere "ningún tipo de privilegio" para la institución. 

Ejemplaridad, preservar el "prestigio de la Corona" observando una conducta "íntegra, honesta, transparente". Fue uno de los mensajes estrella de Felipe en su discurso de proclamación, el pasado 19 de junio ante las Cortes Generales. Eso ya está dicho. Por eso el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí y el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova consideran que Felipe VI debe ser más "valiente" y "atrevido" que su padre. "Desde su coronación hasta este miércoles han pasado unos meses muy convulsos en la política española –analiza Gutiérrez-Rubí–. Lo más importante es saber si el rey comprende que más allá del efecto positivo del relevo hay problemas de fondo que siguen ahí. Si el rey confunde su valoración personal con la gravedad de los problemas puede enhebrar un discurso alejado de la realidad. Es decir, lo importante es saber el grado de proximidad, cómo afronta las cuestiones, si de forma directa u oblicua, si ve los problemas o se moja. Lo sustancial es ver el grado de intensidad, sinceridad, autenticidad". 

Desde ese punto de vista, el asesor de comunicación juzga que no basta con una "valoración distante" de Felipe VI sobre su hermana. "Si le ha pedido que renuncie a sus derechos sucesorios, no mencionarlo es una forma de evitar la realidad. Lo importante, insisto, es el grado de crudeza, de claridad, de franqueza que emplee. Buena parte de lo que el monarca se juega en este mensaje es demostrar si es una versión rejuvenecida o modernizada de su padre o realmente encarna un cambio importante". Este experto señala que si el jefe del Estado se limita a decir un "La Justicia es igual para todos, también en mi familia", con ese único añadido, se entenderá que el cordón umbilical con la generación anterior no se ha roto. "Pero si dice que le ha pedido que renuncie –continúa–, el cambio es total. Implica contundencia, coraje. Si es una declaración más merengue, menos directa, no le sirve. Puede pensar que basta con un pequeño gesto, o con tener a la reina a su lado durante el mensaje, pero no es así".  

¿Mentar la renuncia?

Gutiérrez-Rubí cita una cuestión controvertida: ¿ha de citar Felipe VI la renuncia de su hermana a toda posibilidad de acceso al trono? Casanova cree que sí. Debe "dirigirse" a Cristina, porque no puede "tolerar" que el caso siga "dañando a la monarquía". "La única forma de que este asunto no perjudique a la institución no es que se separe, sino protagonizar un gesto diferente". 

Torres del Moral o Simón, sin embargo, no esperan que la alocución televisada contenga alusiones a la renuncia a sus derechos de Cristina, sexta en la línea de sucesión al trono, tras la princesa de Asturias, Leonor y su hermana, Sofía; y la infanta Elena y sus dos hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. O sea, sus posibilidades de llegar a ceñirse la corona serían casi nulas. El catedrático de la UNED cree que la hija menor de Juan Carlos tenía que haberse apartado al comienzo del caso, pero ahora vislumbra que la renuncia "está al caer" y no sería conveniente que su hermano se la pidiera ante las cámaras a las 48 horas de conocerse el auto de apertura de juicio oral de Castro. "En todo caso, podría decir algo ambiguo como que la Constitución tiene resortes suficientes como para procurar el normal funcionamiento de las instituciones", señala. Simón, a su vez, prevé que Felipe VI sea "un grado más contundente" que su padre –del estilo "repulsa de toda la corrupción, incluso dentro de mi familia"–, pero poco más. Precisamente por esa delgada línea que separa la institución de la familia. 

Relacionado con Nóos y la infanta, las referencias esperadas a la regeneración democrática, la corrupción, la transparencia o la ejemplaridad

Enfriar el optimismo del Gobierno

El otro gran bloque lo protagonizará la crisis económica. En la Casa del Rey siempre se señala que el de Navidad es el mensaje más personal del monarca, que se elabora en la Zarzuela y se pasa al Gobierno para que lo supervise. Lo mismo ocurrió con el de la proclamación. En los demás, el Ejecutivo participa en la redacción. Por eso los analistas dan por hecho que Felipe VI reproducirá el mensaje de que España está saliendo de la recesión y se abre el camino de la recuperación, quizá de forma "menos entusiasta" que Mariano Rajoy. Así se vio, por ejemplo, en la Cumbre Iberoamericana de Veracruz, en México, a principios de mes

Las alusiones a la tímida recuperación se verían compensadas con una mención a la desigualdad, descarnada en España, según la OCDE y otros organismos internacionales. "Mezclará la esperanza y la necesidad de ayudar a los más débiles, lo normal. Decir otra cosa sería controvertido", estima Fernández-Albertos. "Lo lógico es que hable de que no se puede dejar a nadie atrás, aunque mi deseo personal sería que hablara muy a fondo de la desigualdad", tercia Simón. Casanova está convencido de que este asunto, el desequilibrio social, debería ser central en el mensaje de este 24 de diciembre, que no se entendería otra cosa.

Gutiérrez-Rubí, por su parte, enfatiza su idea: hablar con "franqueza", con palabras crudas, subrayar que los índices de pobreza son "insostenibles". Claridad que sería aplicable, a su juicio, al otro gran bloque: Cataluña. 

El resto de analistas, sin embargo, sí considera que en esta cuestión conviene la prudencia. "Se limitará a reafirmar la unidad y pluralidad de España, la diversidad de lenguas y culturas, que los poderes han de encontrar la solución conveniente, pero poco más", sanciona Torres del Moral. No se espera, por tanto, que respalde una reforma constitucional, ya que significaría que toma partido y entra en harina. Máxime cuando es una opción rechazada por el Gobierno. "Cualquier mina la desactivaría la Moncloa", conviene Simón. "No se le puede exigir al monarca una intervención en política", dice Casanova. O sea, la misma actitud prudente que mantuvo en la proclamación. Fernández-Albertos recuerda, en este punto, que las mensajes navideños no suelen destacar ni pasar a la historia por el contenido en sí mismo, precisamente por esa vaguedad. 

¿La reina con él?

Gutiérrez-Rubí rebate la idea de que deba gustar a los dos grandes partidos, que en líneas generales comparten el discurso del jefe del Estado, poniendo el acento en unos u otros pasajes: "Es que a lo mejor debe decir cosas que molesten a todos. ¿Felipe quiere superar la prueba o asumir una responsabilidad histórica, hablar de frente o torear?". 

Otros temas colaterales podrían aflorar: las referencias a su padre (y a su madre), los lazos con Latinoamérica, los jóvenes que han tenido que emigrar...

La puesta en escena será también importante. En los últimos años, Juan Carlos compareció ante los espectadores sentado o medio recostado en la mesa de su despacho. Y solo en la pantalla. En sus cuatro primeros discursos (1975-1979) sí se dejó ver del lado de la reina Sofía y sus tres hijos

¿Qué puede pasar esta noche? Los cinco expertos consultados por infoLibre sí creen que alguna novedad formal introducirá. Intervenir de pie, salir rodeado de la reina y de la princesa (y la infanta Sofía), aparecer rodeado de un mobiliario más moderno y funcional... Ningún detalle será casual y todo tendrá un significado. Si Felipe VI comparece con su mujer y la heredera, estará visualizando "la unidad de la dinastía y de la institución", dice Torres del Moral. "Si Letizia aparece junto a él, será una sorpresa, no rompedor porque ya se hizo en los primeros discursos, pero no durante 35 años. Podría convertirse en un elemento central, sobre todo si habla", advierte Gutiérrez-Rubí. Él, como Casanova, subraya no obstante que debe pesar mucho más el contenido, esa "franqueza" en la que insiste. "La estética puede convencer a mucha gente, pero debe esforzarse por contentar a mucha más gente con sus palabras", remacha el historiador. 

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