Y Trump sedujo a la clase obrera: ¿Qué debe hacer la izquierda para que no ocurra en España?

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“No debería ser una gran sorpresa que un Partido Demócrata que ha abandonado a la gente de la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora le ha abandonado”. Esta reflexión lanzaba en un comunicado el senador Bernie Sanders, uno de los grandes referentes del progresismo en Estados Unidos, después de la contundente victoria del republicano Donal Trump frente a Kamala Harris.

Uno de los motivos por los que Trump vuelve con fuerza a la Casa Blanca es haber conseguido canalizar la frustración de una gran parte de la clase trabajadora que sufre en su bolsillo el problema de la inflación. A pesar de ser un magnate, ha logrado conectar con el voto de obreros, ciudadanos de rentas bajas y personas sin estudios universitarios, que tendrían que ser un granero de apoyos para los demócratas por sus planes más sociales de carácter estatal. La economía ha crecido durante el mandato de Joe Biden, pero los precios han aumentado en torno al 20%. Vital para la papeleta.

Trump ha logrado calar en tradicionales zonas de voto demócrata. Según el análisis del New York Times, el republicano mantuvo su dominio entre votantes blancos de clase trabajadora, pero también logró avances respecto a otras citas entre electores proletarios negros y latinos. Pero no es algo casual y esporádico, sino que los estrategas del partido conservador llevan años estudiando y trabajando para ampliar sus bases en las urnas. El futuro presidente logró meterse en el bolsillo a muchos de ellos gracias a su discurso de “nosotros contra ellos”, presentando también a los migrantes irregulares como un problema para el trabajo de los obreros.

Las elecciones en Estados Unidos tienen máxima repercusión en el mundo. Y todos los partidos y dirigentes sacan conclusiones, hacen lecturas propias y reflexionan sobre lo que puede suceder allende el Atlántico. La victoria de Trump ha supuesto un mazazo psicológico para la izquierda española, aunque La Moncloa trata de tirar de respuesta diplomática. En cambio, la derecha y la ultraderecha española ven en el Partido Republicano un ejemplo a seguir. Vox lleva tiempo intentando emular al magnate y a figuras como Marine Le Pen en Francia y Giorgia Meloni en Italia porque sí han conseguido ser mayoritarios en muchos barrios obreros en sus países. Asimismo, Isabel Díaz Ayuso (PP), por ejemplo, lleva años acercándose al voto latino, que cada vez es más importante en la Comunidad de Madrid.

¿Cómo votan los obreros en España?

¿Y en España qué ha pasado y está pasando? Si se cruzan los datos de resultados en las secciones censales de las pasadas elecciones del 23 de julio con la renta declarada por la población, el voto solo fue claramente mayoritario para la derecha entre el 10% más rico del país (donde el PP y Vox suman hasta un 75%). La izquierda (PSOE y Sumar), en cambio, consigue sus mejores resultados entre el 5% con menos recursos y entre las rentas medias altas radicadas principalmente en Cataluña y Euskadi.

Los socialistas tuvieron sus cotas más altas de voto entre aquellos que se sitúan en el uno por ciento más pobre y ganan en porcentaje al Partido Popular hasta los votantes que se sitúan en el 30 con menos ingresos. A partir de esa renta socialistas y populares están muy igualados, pero a partir del 20% más rico los populares sobrepasan de manera exponencial a los de Pedro Sánchez. Vox se queda lejos de ellos dos, pero supera a Sumar entre el 30% con menos renta. En cambio, los de Yolanda Díaz fueron tercera fuerza en las clases medias altas (gracias sobre todo al apoyo en Cataluña y Euskadi), por encima de la ultraderecha, que sí supera a su rival en la tercera plaza de nuevo entre el 10% más rico.

En el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas también se recoge la intención de voto en virtud de la autodenominación por clase. En el último estudio, entre la clase obrera aparecen el PSOE y Sumar como las fuerzas predilectas en estos momentos, con un 24% y un 13,4,% respectivamente. Luego están el PP, con un 10,9%, y Podemos, con un 7,4%. Vox está en quinto lugar, sumando apenas un 4,3%.

El PSOE aparece también como la principal fuerza si hubiera elecciones, según el CIS, entre la clase media baja y la clase baja (en ese último segmento Vox sí está en segunda posición y supera al PP y Sumar). En cambio los de Alberto Núñez Feijóo se imponen con total comodidad en estos momentos a los socialistas entre la clase alta (con más de diez puntos de diferencia) y la clase media-media (con 5,1 puntos por encima).

¿Significa esto que el PSOE tiene atados los barrios obreros? A pesar de la resistencia, también hay avances que deben preocupar a la izquierda. Un ejemplo es la ciudad de Madrid, que se ha convertido en un gran laboratorio de las derechas. Durante las elecciones del 23 de julio, los socialistas lograron ser primera fuerza en distritos proletarios como Usera, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y Villaverde. Pero también el PP logró arrebatar a Ferraz barrios que se pintaron en rojo en 2019 como Carabanchel, Latina, Moratalaz, Vicálvaro y San Blas.

El análisis de la izquierda

Entre los partidos de izquierdas españoles se analiza todo lo que ha pasado en EEUU, además se reconoce que la derecha de aquí tratará de copiar algunas estrategias de Trump que han surtido efecto. Pero también se explica que en estos momentos, según confiesan destacados dirigentes de las formaciones progresistas, preocupa mucho el concepto de la antipolítica. Algo que ya vieron en las urnas en las pasadas elecciones europeas con la irrupción de Se acabó la fiesta, que logró los mismos escaños que Sumar y uno más que Podemos.

De hecho, uno de los fenómenos trumpistas que más desasosiego crean entre los dirigentes progresistas es el universo de bulos y de fake news que cada día inunda más el ecosistema mediático. Importantes políticos de izquierdas ya se han dado de baja en la red social X, cuyo dueño, Elon Musk, ha sido uno de los grandes apoyos de Trump. La preocupación es total en la izquierda por el fenómeno de desinformación que se está viviendo en España a raíz de la dana.

España no está en la agenda de Trump, pero Trump sí en la de Vox

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Sobre esto están alertando en la dirección del PSOE y en La Moncloa, donde ven un gran peligro en los bulos. Hasta el presidente del Gobierno lo ha referido en sus intervenciones durante estos días. Sobre el avance de Trump entre los trabajadores, en Ferraz indican que la mejor manera de afrontar esta situación es hacer políticas que incidan directamente en la vida de la gente. Ponen como ejemplo la subida del salario mínimo interprofesional, que va destinado a la clase trabajadora especialmente, y el incremento en partidas para la sanidad pública, la educación y las becas. 

En Sumar presionan para que el Gobierno adopte más medidas de carácter progresista y alejar los fantasmas de la desafección política. Dirigentes de este espacio recuerdan que en los barrios con menos renta siempre hay una mayor abstención porque muchos ciudadanos entienden que no preocupan a los políticos. Asimismo, entienden en este espacio que no se puede centrar la acción en solo defender la democracia, como ha hecho principalmente Harris, sino que hay que atender problemas como la inflación. Por eso, creen que hay que hacer una apuesta decidida por medidas de justicia social y una mayor autonomía estratégica europea, que dé respuesta a las necesidades de los trabajadores en un contexto internacional cambiante.

A la vez, desde Podemos se saca como principal conclusión tras la victoria de Trump que la izquierda tiene que tomar medidas realmente progresistas y valientes y no puede quedarse a rebufo de las derechas. Analizan los morados que hay que huir de la izquierda “malmenor”, que en su opinión es la que ha representado el Partido Demócrata en su paso por la Casa Blanca. 

“No debería ser una gran sorpresa que un Partido Demócrata que ha abandonado a la gente de la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora le ha abandonado”. Esta reflexión lanzaba en un comunicado el senador Bernie Sanders, uno de los grandes referentes del progresismo en Estados Unidos, después de la contundente victoria del republicano Donal Trump frente a Kamala Harris.

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