Manual trumpista
El trumpismo 'low cost' de Abascal: Vox replica como puede en España el marketing del MAGAverso

El trumpismo no es, solo, un programa ni una agenda política, es un modo de hacer política. La sorpresa continua, los giros, el espectáculo, la declaración rompedora, la imbatibilidad en la lucha diaria por la atención son solo algunas claves de la estrategia del presidente norteamericano, que ha logrado convertir la provocación en su mejor baza utilizando para ello todos los recursos comunicativos a su alcance. El magnate, al que no pocos dieron por amortizado tras perder la relección contra Joe Biden en el año 2020, revolucionó la que parecía la campaña electoral más igualada de este siglo replicando el manual de cuatro años atrás.
En España Vox no oculta su admiración por Donald Trump, que plasma con una imitación que se acerca ya al mimetismo. No solo en el discurso, que en más de una ocasión el líder de Vox, Santiago Abascal, ha copiado casi palabra por palabra, sino también en su estrategia en redes sociales, la relación con los medios de comunicación, el eslógan e incluso el merchandaising político —gorras, camisetas, chapas...—, un fenómeno que comenzó en Estados Unidos en los años cuarenta pero que es más reciente en nuestro país.
Sobran ejemplos para ilustrarlo. La pasada semana, durante la cumbre de la ultraderecha celebrada en Madrid, Abascal convirtió el Hagamos Europa grande otra vez en el lema del evento. Como presidente de Patriots trató de convertir a su partido en la quinta columna del trumpismo en la Unión Europea y, con esa idea en mente, la organización del evento repartió gorras y camisetas con el logo del partido ultra emulando el universo MAGA —Make America Great Again, Hagamos América grande de nuevo — de Trump.
La etiqueta de las camisetas, que se repartían entre los asistentes al evento de manera gratuita en un stand situado a las puertas del auditorio, indicaba que estaban hechas en Toledo, pero en el caso de las gorras toda prueba de su procedencia se eliminó, según pudo comprobar infoLibre, lo que da una pista de que podría tratarse de un producto made in China pese a la demonización de la ultraderecha, alentados por el propio presidente estadounidense, de todo lo que provenga del país asiático. Tras aterrizar en la Casa Blanca, Trump dio la orden de imponer un 10% de aranceles a las importaciones chinas.
El papel de los 'influencers' y las redes sociales
Más allá del merchandising, Vox también aplica el manual de comunicación trumpista. Si por algo se ha caracterizado el magnate es por sus ataques constantes a los medios tradicionales, una lógica que ha continuado con una medida sin precedentes llevada a cabo en estos primeros días de presidencia. La sala de prensa de la Casa Blanca, antes reservada para los más importantes periódicos, televisiones y agencias de noticias, ahora tiene nuevos inquilinos: los influencer y podcaster. Una inclusión que es toda una declaración de intenciones por parte del presidente que, si bien no quitará asientos a los medios tradicionales —a los que sigue atacando de manera recurrente—, introduce a unos nuevos actores claves en su campaña electoral.
El éxito de la ultraderecha entre los más jóvenes, también en España, podría responder a que su discurso campa a sus anchas en TikTok, Instagram, YouTube o Twitch: se han aprovechado de los algoritmos de las plataformas y expanden sus argumentarios a golpe de click. En la mayoría de ocasiones no se trata de un discurso con evidentes tintes ideológicos, sino que es más sutil. En TikTok, la aplicación preferida por jóvenes y adolescentes el discurso más conservador se ha hecho viral jaleando la antipolítica o el discurso antifeminista. La ultraderecha hace uso de un algoritmo favorable a los temas polémicos y aprovecha para ofrecer información política descontextualizada, troceada y sin jerarquizar.
Vox cuenta con perfiles como Wall Street Wolverine, que tiene más de 850.000 seguidores en X, que, ademas de promocionar de manera recurrente intervenciones de Abascal y de otros dirigentes de Vox, también tiene un marcado discurso anti impuestos y anti inmigración. Por lo que respecta al antifeminismo hay otras cuentas como la de Un Tío Blanco Hetero, con más de medio millón de seguidores, al igual que la de Roma Gallardo, con casi dos millones, que aluden a la supuesta discriminación del hombre heterosexual. Todos forman parte de la misma batalla cultural que la ultraderecha libra desde hace años contra todo lo que consideran woke.
Para Trump las redes tienen un peso fundamental. Ya desde su anterior presidencia se caracterizó por anunciar decisiones trascendentales por su cuenta de X, una costumbre que ha recuperado en este segundo mandato, adelantando por redes, entre otros acontecimientos, la tregua entre Israel y Hamás antes incluso de que lo hicieran las propias partes implicadas. Ahora, además, con Elon Musk a su lado, todo hace indicar que esta lógica se hará aún más patente. Vox busca que Musk replique algunos de sus contenidos en X para así promocionar sus ataques contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a nivel internacional.
Los grandes eventos como plataforma y el enemigo común
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El domingo 9 de febrero, Trump se convirtió en el primer presidente estadounidense en acudir a la final de la Super Bowl, el evento deportivo del año en Estados Unidos, que acaparó la mirada de 127,7 millones de espectadores. La llegada del presidente estadounidense fue jaleada y celebrada, al igual que la de la cantante Taylor Swift, con la que el republicano está abiertamente enfrentado por su apoyo a Kamala Harris. Tras el partido, el magnate aprovechó para cargar contra Swift en un post de su red social, Truth Social. "La única que tuvo una noche más dura que los Kansas City Chiefs [el equipo perdedor de la gran final en el que, además, juega la pareja de la cantante] fue Taylor Swift", escribió.
El presidente norteamericano provechó el viaje en avión para firmar un decreto sobre el asunto del cambio de nombre del Golfo de México tras sobrevolar la zona. Luego, cuando terminó el partido, anunció la muerte de las monedas de un centavo. El magnate da muchísima importancia al show comunicativo. Toda su puesta en escena está perfectamente planificada y siempre busca acaparar el protagonismo. Un foco que Abascal también quiere emular con anuncios como el del veto a la aprobación de los presupuestos autonómicos hasta que el Partido Popular no cambie de alianzas en Bruselas. El problema del líder de Vox es que no está en una posición de poder y tiene otro partido con el que compite en el mismo espacio ideológico.
Otra de las lecciones que Vox trata de copiar a Trump es la búsqueda de un enemigo común, un discurso que acompaña con el de la deslegitimación del adversario. La consideración como “ilegítimo" del Gobierno de Pedro Sánchez es el eje mismo de la estrategia de la ultraderecha española. Tanto el Gobierno y sus aliados son "enemigos de la nación" y “de la Constitución. Ambos ven enemigos por doquier: los "medios progres", los "traidores a España", el "lobby LGTBi" o las "élites globalistas".