Uber amplía negocio en Madrid. Desde las 10 de la mañana de este viernes, cuando un usuario solicite un transporte a través de la aplicación de la empresa estadounidense, a su ubicación acudirán o una VTC —un vehículo con alquiler de conductor— o un taxi. De forma indistinta. "Con este lanzamiento, Uber da el gran paso adelante hacia la integración del taxi en su plataforma al ofrecer a los taxistas acceso al servicio más popular de Uber", informó la compañía a través de un comunicado. "Uber apuesta por la plena integración del taxi en su producto principal de movilidad, UberX, ofreciendo a los taxistas pleno acceso a la demanda de este servicio. Por lo tanto, cuando un usuario solicite un viaje en UberX le recogerá el vehículo más cercano, sea un taxi o una VTC", añade el gigante americano. Así ha dado la noticia la compañía. Pero es incorrecta, a juicio de algunas de las organizaciones que aglutinan al sector del taxi. "La gente que lea estas noticias tiene que tener claro que los taxistas no vamos a vendernos a Uber. Jamás, aunque sea la última alternativa", asegura Concha Guardado, portavoz de Élite Taxi Madrid.
Uber, en cambio, ha informado a través de una nota de prensa que la alianza sólo conlleva beneficios. Y para todos. "La integración del taxi en nuestra plataforma es un gran paso adelante para nosotros y creemos firmemente que esta alianza va a ser beneficiosa para todos. Para nuestros clientes, que verán reducidos sus tiempos de espera, para los taxistas, que verán crecer sus ingresos, y para Madrid, que será pionera en España en integrar taxis y plataformas en un modelo de convivencia", aseguró Juan Galiardo, director de Uber en España. De momento, la multinacional sólo contará con 50 taxis, puesto que la integración proviene de una alianza entre la empresa y Ciudad del Taxi, una empresa propiedad de Jesús Ramos. "Una persona con poco prestigio en el mundo del taxi", según asegura Fernández.
La aplicación de Uber, no obstante, pretende aglutinar a dos sectores enfrentados que, no obstante, no siempre han estado en lucha. El conflicto comenzó, explica Jesús Fernández, vicepresidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, cuando las VTC "ampliaron su parcela" y se acercaron a la de los taxistas. Es decir, cuando la diferenciación entre uno y otro servicio se empequeñeció hasta hacerse casi imperceptible. "Ahora mismo se trata de servicios diferentes por el color" del coche, critica Jordi Ramírez, el presidente de Élite Taxi Barcelona. A su ciudad todavía no ha llegado este servicio, pero no es descartable que lo haga. Eso sí, de manos de Cabify, la otra empresa que opera con licencias VTC, que ya tiene disponible este servicio en Madrid y que compite directamente con Uber. Y es que esta última empresa ni siquiera opera en la capital catalana. Dejó de hacerlo a comienzos del pasado mes de febrero, coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva regulación que aprobó el mes anterior la Generalitat tras días de movilizaciones del taxi.
Pero se trata, no obstante, de una unión "falsa". Así lo consideran las organizaciones de taxistas, que critican que los taxis que operarán para este tipo de plataformas no pertenecerán al sector. "Los taxistas, a día de hoy, no trabajan con estas plataformas", asegura Fernández. Lo hacen con otras aplicaciones como Pide Taxi que, según dice, agrupa a 4.500 vehículos en Madrid y a más de 20.000 en toda España. "Si bien es cierto que puede haber taxis que den servicio a Uber, hay que matizar que esos vehículos pertenecen a lo que nosotros consideramos traidores del taxi, que son en todo caso aquellas personas que cuentan con licencias tanto de taxi como de VTC. Es decir, gente que considera al sector del taxi una mera inversión", asegura Guardado, que también considera que este tipo de diversificaciones de negocio pueden ser la llama que encienda una nueva guerra. "Con esto pretenden crear enfrentamiento entre nosotros", asegura.
Pero, ¿por qué insisten en que el sector del taxi "jamás" se unirá a estas aplicaciones? Porque son, precisamente, contra lo que luchan y el motivo de las movilizaciones que han paralizado y cortado las calles de ciudades como Madrid y Barcelona en más de una ocasión.
Un conflicto enquistado que viene de lejos
La última vez que ocurrió fue a principios de año. Pero en aquella ocasión sólo se hizo palpable un conflicto que ya estaba allí desde hacía tiempo y que era evidente. La gota que colmó el vaso se produjo el 19 de enero. El escenario, Barcelona. Ese día, el conseller de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, presentó el decreto ley con el que pretendía regular las VTC. Una de las medidas que incluiría, según había anunciado el Govern, era la necesidad de que las VTC funcionaran con una contratación previa. Es decir, que pasara un tiempo mínimo entre que se contrata el servicio y este se lleva a cabo. Los taxistas pedían, como mínimo, seis horas. Pero el decreto lo dejó en 15 minutos. Así que la respuesta de los taxistas fue la convocatoria de una huelga indefinida. En ese momento, los taxistas madrileños siguieron el ejemplo y convocaron otro paro. Su petición, en síntesis, era la misma: que se regule a las VTC. Y la precontratación era una forma, a su juicio, indispensable de hacerlo. Pero las VTC se negaban.
Los madrileños abandonaron la huelga tras 16 días sin acuerdo con la Comunidad, entonces presidida por Ángel Garrido. A los barceloneses, en cambio, les bastó con seis días de paro para llegar a un acuerdo. El Govern se mantuvo firme en su oferta inicial de 15 minutos de precontratación, pero incluyó la posibilidad de que el Área Metropolitana de Barcelona, dependiente del Ayuntamiento de Ada Colau, ampliara este mínimo. La alcaldesa, de hecho, se mostró entonces dispuesta a elaborar un reglamento que contemplara la precontratación de una hora que terminaron demandando los taxistas. Lo hizo, y Uber y Cabify respondieron en los tribunales. Ahora, no obstante, la medida está paralizada cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
La diversidad de normas autonómicas tiene su origen en el año 2018. Hasta ese momento, la competencia sobre la concesión de las licencias VTC era nacional; ahora, en cambio, es autonómica. Así lo decidió el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que de esta forma se quitó de encima la batalla que enfrenta tan encarnecidamente a taxistas y VTC. Desde que se aprobó esta nueva norma, Uber y Cabify deben contar con una segunda licencia autonómica o municipal para seguir circulando por las ciudades. No obstante, se les dio un periodo de transición de cuatro años para que las comunidades autónomas pudieran legislar en materia de VTC y expedir licencias autonómicas o, en su caso, derivaran esa responsabilidad hacia los ayuntamientos.
Ese ha sido el origen fundamental de las protestas: la precontratación. O bien porque no existe o bien porque no se cumple. "No siguen las normas. En Barcelona se está haciendo una precontratación de 15 minutos que dudosamente se respeta", critica Ramírez. "Habrá compañías que sí, pero Uber y Cabify no las van a cumplir. No existen esas normas para ellos y hacen lo que quieren", añade. "Una VTC no puede deambular por la calle, tiene que ser precontratada, y nosotros exigimos que se cumpla la ley", continúa Ramírez, que denuncia que, actualmente, estos vehículos "no pueden hacer un servicio de taxi y, sin embargo, lo hacen".
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Por eso, Ramírez lamenta que lo que sería "más triste" de la noticia que ha anunciado Uber es que el taxista participara con la plataforma. "Sabiendo el daño que nos han hecho, sabiendo el daño que nos pueden hacer, me parece que hacemos un flaco favor si, encima, nos ponemos a trabajar con ellos", dice. Y esta es la razón por la que Guardado niega que esto último sea posible. "Los taxis que usen esa aplicación serán anecdóticos", sostiene.
La patronal del taxi, la Federación Española del Taxi (Fedetaxi), sin embargo, se ha alegrado por la noticia. La ha considerado, de hecho, una "victoria" del sector porque la novedad "prueba que el modelo de los vehículos de alquiler con conductor no ha sido rentable para estas plataformas pese a su competencia desleal y el incumplimiento de la normativa". "Por ello, tras haber intentado desmantelar y arruinar el modelo de taxi y sustituirlo por un mercado desregulado, finalmente han tenido que abandonar esas posiciones y reorientar su estrategia oligopolista hacía la entrada en el mercado regulado del taxi", ha dicho la organización a través de un comunicado.
Uber amplía negocio en Madrid. Desde las 10 de la mañana de este viernes, cuando un usuario solicite un transporte a través de la aplicación de la empresa estadounidense, a su ubicación acudirán o una VTC —un vehículo con alquiler de conductor— o un taxi. De forma indistinta. "Con este lanzamiento, Uber da el gran paso adelante hacia la integración del taxi en su plataforma al ofrecer a los taxistas acceso al servicio más popular de Uber", informó la compañía a través de un comunicado. "Uber apuesta por la plena integración del taxi en su producto principal de movilidad, UberX, ofreciendo a los taxistas pleno acceso a la demanda de este servicio. Por lo tanto, cuando un usuario solicite un viaje en UberX le recogerá el vehículo más cercano, sea un taxi o una VTC", añade el gigante americano. Así ha dado la noticia la compañía. Pero es incorrecta, a juicio de algunas de las organizaciones que aglutinan al sector del taxi. "La gente que lea estas noticias tiene que tener claro que los taxistas no vamos a vendernos a Uber. Jamás, aunque sea la última alternativa", asegura Concha Guardado, portavoz de Élite Taxi Madrid.