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La Universidad también declara la emergencia climática

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Son tiempos históricos de movilización climática, y en estas últimas semanas han entrado en juego unos aliados muy necesarios: las universidades. Los nuevos actores que están impulsando la reivindicación en la calle de un abordaje a la altura del problema del calentamiento global cuentan con un caballo de batalla primordial: la declaración de la emergencia climática por parte de políticos, gobiernos, parlamentos e instituciones. Varias universidades españolas han recogido el testigo y sus Consejos de Gobierno han aprobado la declaración, en muchas ocasiones gracias a la presión de alumnos, consejos estudiantiles… y profesores e investigadores organizados. La última ha sido la Universidad Complutense de Madrid, cuya plataforma Complutenses x el Clima (CxC) no solo ha arrancado dicho gesto simbólico: también ha conseguido que el rector electo, Joaquín Goyache, se comprometa a establecer una "hoja de ruta" en un año.

Con las declaraciones de emergencia climática siempre se plantea el mismo debate: ¿Se trata de gestos solo de cara a la galería, sin una traducción real en acciones transformadoras, o es un primer paso muy necesario para concienciar del poco tiempo que nos queda? Por ahora, en el caso de la Complutense, solo tenemos lo primero… sin descartar, aunque tendrá que demostrarse, que se planteen medidas que pongan a la institución en vanguardia de la acción climática. Por lo pronto, tres de los cinco objetivos fundacionales de Complutenses x el Clima ya se han cumplido: la declaración, el reconocimiento de Fridays for Future "por su labor de sensibilización y movilización, especialmente entre los jóvenes, respecto a la crisis climática" y la hoja de ruta del rector. El objetivo es llegar a 0 emisiones netas de gases de efecto invernadero de cara a 2030: en las instalaciones de la universidad, y como reivindicación de puertas para afuera.

La importancia de una Universidad comprometida con la crisis climática radica en sus posibilidades. En primer lugar, es la casa de la investigación: el lugar donde se genera el conocimiento necesario para combatir un fenómeno tan complejo como el del cambio climático. "En la Complutense hay investigadores de primera categoría que están trabajando en el cambio climático en todos los ámbitos: economía, política, física, biología…" explica la profesora de Filosofía Carmen Segura, portavoz de Complutenses por el Clima. "Todavía nos estamos organizando, pero tenemos un potencial… yo estoy muy orgullosa. Antes no los conocía y no sabía que teníamos tantas personas involucradas", asegura. La Universidad no solo aporta la fuerza, la visibilidad o los símbolos a la acción climática: aporta la ciencia.

Además, por primera vez en una reivindicación eminentemente estudiantil, los alumnos movilizados van a contar con un apoyo más o menos explícito de los órganos de Gobierno de su Universidad. "Los estudiantes tienen que notar el cariño, el apoyo y el respaldo de la Complutense. Lo que no vamos a hacer es ir a la huelga de los viernes porque tenemos que dar clase", ríe Segura, que agrega un matiz importante: Complutenses por el Clima, plataforma creada en mayo por profesores, investigadores, personal de administración y servicios y alumnos, no viene a sustituir ni a "arrinconar" a Fridays for Future y otras iniciativas por el estilo. Viene simplemente a sumar "ante la que se nos viene… que se nos viene muy gorda", asegura la profesora de Filosofía.

Otras muchas universidades se suman

No es la única universidad que ha declarado la emergencia climática. Una de las más recientes es la Universitat de Les Illes Balears (UIB), que ha tomado dicha decisión en su Consejo de Gobierno. Tres catalanas, la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), la de Barcelona (UB) y la Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, lo hicieron a principios de mayo. "La UB, como uno de los portavoces de la comunidad científica (...) asume la responsabilidad de dar la voz de alarma ante la evolución del clima del planeta", aseguraba una de ellas en su manifiesto. Poco después se sumó la Autónoma de Barcelona (UAB), cuya declaración fue impulsada por su Asamblea Ecologista y que se ha comprometido a dedicar el curso próximo (2019-2020) a desarrollar esta tarea.

En la Universidade de A Coruña (UDC) quisieron acompañar el anuncio de la declaración de emergencia climática –impulsada por los representantes del alumnado– con la entrega de los Premios Sostenibilidad, donde la institución reconoce cada año los proyectos de los estudiantes más transformadores y ambiciosos en materia medioambiental. "Solo valen medidas reales, no de escaparate", asegura la Universidad, que premia a los alumnos con 800 euros y la publicación de sus trabajos en revistas de investigación. Su director de la Oficina de Medio Ambiente, Manuel Soto, presume de que la institución ya hacía una gran labor en cuanto a sostenibilidad previa a la declaración: "Esto viene a reforzarlo. Ahora se debe concretar en acciones más intensas", asegura. 

El trabajo de la UDC en la materia tiene tres patas. En primer lugar, su guía para la sostenibilidad de la Universidad, cuya vigencia cumple en 2020, por lo que pronto empezarán a trabajar en una nueva; el Plan Estratégico de la Universidad en cuanto a Responsabilidad Social Corporativa; y el llamado Campus Sostenibilidad, una iniciativa para reorganizar la estructura de la UDC y crear un núcleo de especialización en este ámbito, formado por treinta grupos de investigación. Aquí está gran parte de la apuesta, explica Soto, por fomentar y divulgar el trabajo investigador en torno a la crisis climática.

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Además, Fridays for Future, al igual que en la Complutense, cuenta con el pleno apoyo de las altas esferas de la Universidad. "Antes de la declaración de emergencia climática ya habíamos colaborado con los estudiantes. Que sigamos en esta línea va a depender del propio movimiento", explica Soto. En los preparativos de la primera gran huelga global por el clima, del pasado 15 de marzo, la oficina de Medio Ambiente les brindó canales de comunicación y cartelería a coste cero. "Además, la oficina cuenta con 16 estudiantes becarios que han incorporado esta línea de colaboración a sus objetivos inmediatos", señala.

En el caso de la Autónoma de Barcelona, la declaración fue conseguida por la presión de la Asamblea Ecologista: a diferencia de otros movimientos climáticos como el de la Complutense, ésta está formada exclusivamente por estudiantes. "Es solamente el inicio", remarca Ezequiel Campos, uno de sus integrantes. Por ahora, los objetivos de estos activistas pasan, casi exclusivamente, por la sostenibilidad interna del campus, con especial atención al tema de los residuos. "Vemos cómo se va perpetuando el tema del desperdicio de comida, por ejemplo, en la cafetería. Y ni se reduce ni se separa. Hemos hablado con diferentes partes, pero claro, choca la administración pública con la privada", lamenta el alumno, refiriéndose a las concesiones de explotación de estos espacios a compañías de catering y restauración, habituales en las facultades españolas.

También en esta Universidad catalana se produce la colaboración, infrecuente en otras movilizaciones estudiantiles, entre el alumnado reivindicativo y el Gobierno de la UAB. "La oficina de Medio Ambiente nos ha echado un cable importante" en la organización de eventos, reconoce Campos. Aunque de cara a la acción climática y ambiental externa, y no tanto a la interna, le gustaría que el compromiso de la Universidad fuera mayor. "A nivel personal... no sé si vamos a poder contar con la Autónoma para eso", reflexionan. Ellos, desde luego, empujarán para que la institución ponga su granito de arena en esta lucha de todos.

Son tiempos históricos de movilización climática, y en estas últimas semanas han entrado en juego unos aliados muy necesarios: las universidades. Los nuevos actores que están impulsando la reivindicación en la calle de un abordaje a la altura del problema del calentamiento global cuentan con un caballo de batalla primordial: la declaración de la emergencia climática por parte de políticos, gobiernos, parlamentos e instituciones. Varias universidades españolas han recogido el testigo y sus Consejos de Gobierno han aprobado la declaración, en muchas ocasiones gracias a la presión de alumnos, consejos estudiantiles… y profesores e investigadores organizados. La última ha sido la Universidad Complutense de Madrid, cuya plataforma Complutenses x el Clima (CxC) no solo ha arrancado dicho gesto simbólico: también ha conseguido que el rector electo, Joaquín Goyache, se comprometa a establecer una "hoja de ruta" en un año.

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