Las ‘Venezuelas’ que Rivera y Rajoy no quieren ver

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Martes, 24 de mayo. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, aterriza con gesto cansado en el aeropuerto Simón Bolívar de Caracas. A poco más de un mes para las elecciones generales del próximo 26 de junio, el líder del partido naranja fija su mirilla de nuevo a España y lanza un dardo con tintes de precampaña electoral: "La mayoría de partidos políticos en España, salvo Podemos que evidentemente no está de acuerdo por motivos obvios de apoyo al chavismo, están de acuerdo en ayudar a una solución política y democrática en Venezuela", apuntó, acompañado de Lilian Tintori, mujer del preso político Leopoldo López, que le acompañó durante las 48 horas que duró el viaje por el país.

Tres días después, el PP trató de recuperar la bandera venezolana que le había arrebatado Ciudadanos. Así, el Ejecutivo en funciones anunció la convocatoria del Consejo de Seguridad Nacional –que llevaba sin reunirse desde el pasado 14 de noviembre– con Venezuela como plato principal. Un movimiento que estuvo acompañado de las declaraciones del vicesecretario de Organización y Electoral del PP, Fernando Martínez-Maillo, que subrayó que su partido lleva más de una década apoyando a la oposición venezolana. Además, durante la entrevista concedida a Radio Nacional de España (RNE), cargó contra los pactos entre Ciudadanos y Podemos en algunos ayuntamientos, señalando Granada, Santa Pola, Torrevieja, Gandía o la Diputación de Toledo. A juicio del número tres de los conservadores no se podría entender que se criticara a los "populistas" a un lado del Atlántico y que se pactara con ellos en el otro.

Estos pasos dados por ambas formaciones evidenciaban que una parte sustancial de la precampaña se estaba jugando a miles de kilómetros de distancia. Y así se lo hizo saber el líder de Podemos, Pablo Iglesias, a Rivera durante el cara a cara del pasado domingo en el programa de La Sexta Salvados. "Algunos entienden que hablar de Venezuela es una cuestión que les beneficia electoralmente, lo cual me parece muy respetable. (...) Lo mismo que dice el Partido Popular es lo que dices tú. Lo que pasa es que a algunos les preocupan los derechos humanos según dónde", recalcó el dirigente político. 

La doble moral española

Según el Índice de Democracia 2015 que elabora anualmente el diario británico The Economist, el Estado latinoamericano ocupa el puesto 99 del ránking y logra el aprobado raspado: a pesar de suspender en funcionamiento del Gobierno y cultura política, los aprobados en proceso electoral y pluralismo, participación política y libertades civiles otorgan al país presidido por Nicolás Maduro una evaluación final de 5 puntos. Sin embargo, un total de 68 países del mundo viven en peor situación que Venezuela en materia de derechos humanos, tal y como se recoge en el mismo informe. Algunos de ellos mantienen incluso estrechos lazos comerciales con nuestro país a pesar de las constantes violaciones de derechos humanos. Y los sucesivos Gobiernos presumen de ello, cerrando los ojos ante las inexistentes libertades que ahogan a millones de personas.

Así, España ha mantenido durante la legislatura 2011-2015 buenas relaciones con países como Marruecos, Argelia, Guinea Ecuatorial, las monarquías del Golfo Pérsico, Cuba, Irán, Rusia, China, Uzbekistán o Azerbaiyán, entre otros. Todos estos Estados se encuentran entre los países donde la situación de los derechos humanos es más alarmante, superando incluso a la venezolana. "En cualquier relación bilateral tienen que estar muy presentes los derechos humanos en la agenda. Por eso, siempre que hay viajes de este tipo o reuniones con delegaciones de estos países, lo pedimos", señalan a infoLibre desde Amnistía Internacional (AI). Y añaden que en esas ocasiones hacen llegar a las autoridades españolas "la situación de los derechos humanos en ese país" acompañada de uno o dos nombres propios para que los saquen a colación durante la reunión. "No suelen hacerlo", lamentan.

Marruecos, Argelia y Guinea Ecuatorial

En el caso del continente africano, Marruecos, Argelia y Guinea Ecuatorial son los países que mejores relaciones mantienen con España. Sin embargo, las notas que le otorga el ranking elaborado por The Economist dejan mucho que desear: 4,66, 3,95 y 1,77 puntos, respectivamente, una valoración que les coloca en los puestos 107, 118 y 163 en la lista. Guinea Ecuatorial suspende en los cuatro indicadores a valorar –con un 0 en proceso electoral y pluralismo–, mientras que Marruecos y Argelia sólo consiguen superar la barrera del aprobado en cultura política. En proceso electoral, funcionamiento del Gobierno, participación política y libertades civiles se quedan por debajo del cinco.

"De verdad, un viaje muy, muy bueno". Con esas palabras el monarca español, Felipe VI, valoró en julio de 2014 el viaje a Marruecos, en el que estuvo acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y por el director general de Relaciones Económicas Internacionales, Fernando Eguidazu Palacios, entre otros. Las dos monarquías siempre han mantenido muy buenas relaciones: el rey marroquí, Mohamed VI, envió en octubre de 2015 un mensaje a su homólogo español mostrando su "orgullo por los vínculos de sólida amistad y respeto mutuo". En total, según se recoge en la ficha que Exteriores ha elaborado del país con fecha de abril de 2016, durante todo el año 2015 se registraron un total de 17 visitas oficiales a ambos lados del estrecho.

Según los datos que ofrece el Ministerio de Asuntos Exteriores, el país vecino fue durante el año 2014 el primer mercado español en África y el noveno a nivel mundial. Además fuimos tanto el primer proveedor como cliente de su sector económico y el Estado norteafricano fue el primer destino de la inversión de España en el continente, con una inversión bruta de 101 millones de euros. Todo ello a pesar de que, según denuncia Amnistía Internacional en su Informe 2015/2016, el Reino de Marruecos restringía "el derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión, deteniendo y enjuiciando a quienes expresaban críticas, hostigando a grupos de derechos humanos y dispersando protestas por la fuerza". Una represión brutal contra los disidentes –principalmente contra el pueblo saharaui– a lo que hay que sumar torturas, juicios injustos y condenas de muerte.

En el caso de Argelia, la lista de visitas oficiales –contando sólo las de jefes de Estado, presidentes de Gobierno y primeros ministros y responsables de Exteriores– también es extensa: un total de 24 en la última década. La última de ellas la protagonizó José Manuel García Margallo, en abril de 2014, en plena crisis de Ucrania, con la vista puesta en estrechar los lazos para garantizarse la independencia del gas ruso. En concreto, el país presidido por Abdelaziz Buteflika es el principal suministrador de gas natural de España. Además, somos el segundo socio comercial de Argelia. Unas relaciones bilaterales a las que no parece importarle que Amnistía Internacional denuncie restricciones de libertad de expresión, asociación y reunión contra activistas y periodistas, además de la impunidad de torturadores de la década de los 1990.

Muy sonadas han sido durante esta legislatura las polémicas relaciones con el dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang: fue invitado en marzo por el Instituto Cervantes y la UNED para que impartiera unas conferencias en Bruselas, mientras que unos meses más tarde, en junio, mantuvo una reunión en su país con el propio Mariano Rajoy. La clave de esta amistad viene recogida en la ficha elaborada por el Ministerio de Asuntos Exteriores: "El gran desarrollo económico del país, impulsado por el sector de hidrocarburos, los estrechos lazos socioculturales y la existencia de una estructura logística consolidada son factores determinantes del impulso comercial entre los dos países". Todo ello a pesar de que el país africano, según denuncia AI, ha sido testigo de detenciones arbitrarias, represión violenta, violación de la libertad de reunión y expresión y destierro de oponentes políticos.

Las monarquías del Golfo

La Casa Real española y sus homólogas en las diferentes monarquías del Golfo Pérsico siempre han mantenido una relación muy cercana. Así, el rey Juan Carlos ha conseguido durante todo su reinado estrechar lazos diplomáticos con estos seis países y empujar las relaciones comerciales en una región donde la economía gira en torno a los petrodólares. “Mantengo una profunda y duradera amistad [con el rey Juan Carlos], hacia quien tengo un gran respeto y estima”, llegó a asegurar el monarca de Arabia Saudí en una entrevista en 2006. La buena relación era recíproca: sin ir más lejos, una de las últimas giras oficiales que el rey de España hizo antes de su abdicación fue en abril de 2014 a esta región.

La amistad entre los monarcas crea el clima adecuado en las relaciones económicas entre España y los países de la zona. Sin ir más lejos, son dos empresas españolas las que lideran los mayores proyectos de infraestructura de transportes que se están llevando a cabo en Arabia Saudí: el AVE a La Meca y el Metro de Riad. Además, el país árabe es el cuarto suministrador de petróleo a España, además de ser el tercer cliente de las firmas españolas en materia militar, adquiriendo un 9,1% del total de armas que nuestro país exportó en 2014. La industria armamentística nacional tiene potencia en la región: España vendió más de 720 millones en armas a Arabia Saudí, Catar y Kuwait en los últimos tres años. 

Unas relaciones que no atienden a la deficiente situación de los derechos humanos en el Golfo Pérsico. Ninguno de los seis países se acercan al 4 en el Índice de Democracia 2015 del diario The Economist, siendo el territorio saudí el que peor puntuación logró: un 1,93 sobre 10. La tónica en todas esas monarquías es terrible, según denuncia Amnistía Internacional en su informe: restricción de la libertad de expresión, asociación y reunión; detenciones y hostigamiento de activistas políticos, por los derechos humanos y personas críticas con los Gobiernos; torturas y desapariciones forzadas; discriminación de las minorías y de las mujeres; devoluciones sumarias de personas; explotación y abuso laboral; juicios injustos; y condenas de muerte, que la ONG contabiliza en al menos 159.

La apertura comercial de Irán y Cuba

Tras décadas en el olvido, Irán y Cuba avanzan en su apertura. El acercamiento de ambos países con la Administración Obama y, por consiguiente, con la mayor potencia mundial, facilita que la isla y el país árabe sean vistos desde el exterior como dos importantes fuentes de negocio y relaciones comerciales. También para España: "Si tengo tiempo haré otra visita a Irán en compañía de hombres de empresas españolas, donde tendremos por tanto reuniones políticas y económicas", aseveró el pasado mes de marzo José Manuel García-Margallo. Unas declaraciones que se produjeron dos meses después de que el ministro de Asuntos Exteriores asegurase que se estaban abriendo con el país persa "buenas oportunidades de negocio".

El ministro en funciones sí que visitó el pasado mes de mayo Cuba, acompañado de la titular de Fomento, Ana Pastor. Las relaciones entre los dos países comenzaron a recuperar una buena temperatura con la condonación de la deuda y con un programa de conversión adicional de la deuda por valor de 375 millones, que serán utilizados para financiar proyectos de compañías españolas en la isla. Allí, ambos países suscribieron un acuerdo de cooperación en materia de transporte. De ahí, la presencia de Pastor: "Es un acuerdo muy importante para Cuba y para España, especialmente para las empresas españolas, ya que permite la colaboración en esta nueva fase en el país en el que quieren desarrollar sus infraestructuras", señaló la ministra.

Ni Irán ni Cuba tienen buena valoración en materia de derechos humanos en el ranking, con una nota de 3,5 y 2,2, respectivamente. "A pesar de la creciente apertura de las relaciones diplomáticas, continuaban las fuertes restricciones de la libertad de expresión, asociación y circulación. Se tuvo noticia de miles de casos de hostigamiento y detenciones arbitrarias de personas críticas con el gobierno", recoge el informe de Amnistía Internacional sobre la isla. Además de estas flagrantes violaciones, en el caso iraní hay que añadir las detenciones de periodistas y defensores de derechos humanos; tortura; discriminación de las mujeres y minorías; y juicios injustos que acababan con la penas como ceguera, amputación, flagelación o muerte.

Las exrepúblicas soviéticas

También con el objetivo de estrechar las relaciones diplomáticas y favorecer acuerdos comerciales, el ministro de Asuntos Exteriores también visitó en abril de 2014 dos exrepúblicas soviéticas con importantes deficiencias en materia de derechos humanos pero con una posición geoestratégica clave en el tránsito y producción de energía: Uzbekistán y Azerbaiyán. Dos países con los que el comercio bilateral avanza, según la ficha elaborada por el ministerio, "a base de operaciones puntuales", aunque en los años 2010 y 2011 se incrementaron al calor de la reactivación de los viajes oficiales y de empresas al primero de los dos Estados.

Contratos como el firmado en 2009 con la empresa Talgo para que suministrase vagones para la principal vía férrea de Uzbekistán –el importe de la operación fue de 38 millones de euros– o como el que consiguió Initec Energía, del Grupo ACS, para la construcción de la primera central eléctrica de ciclo combinado del país, una operación por un importe de 330 millones de euros. Isolux-Corsan, por su parte, también se adjudicó un contrato para la reconstrucción de un tramo de 58 kilómetros de carretera por un importe de 138,75 millones de dólares.

Sin embargo, la nota que le atribuye The Economist a las dos exrepúblicas soviéticas se sitúa en el 2,71 para Azerbaiyán y 1,95 en el caso de Uzbekistán, con una preocupante valoración en el índice proceso electoral y pluralismo: 0,5 y 0,08, respectivamente. Amnistía Internacional denuncia en el primero de los países represión de la sociedad civil y persecución de la disidencia, con organizaciones de derechos humanos sin poder realizar su labor sobre el terreno, torturas, expulsiones de observadores internacionales y 18 presos de conciencia en España a finales de 2015. En la segunda exrepública, AI carga contra la tortura de las autoridades a la hora de reprimir a la disidencia y conseguir confesiones, en las que luego se basaban los tribunales para dictar las condenas.

El negocio con China y Rusia

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China y Rusia también han sido los destinos elegidos por García-Margallo durante la legislatura 2011-2015 para emprender viajes oficiales con el objetivo de impulsar las relaciones entre las dos potencias. El titular de Asuntos Exteriores visitó el gigante asiático en 2013 con la idea de equilibrar un balance deficitario para España: China era por aquel entonces el tercer proveedor para nuestro país, pero eramos el duodécimo mercado exterior del que se nutría la potencia mundial. En suelo chino hay establecidas, actualmente, un total de 600 empresas nacionales de diferentes sectores. 

En el caso de Rusia, el ministro García-Margallo acudió a Moscú en marzo del año 2015, cuando el conflicto con Ucrania todavía estaba muy presente y las sanciones de la UE sobre Rusia se empezaban a notar en su economía. Tres meses después, en junio de ese año, los dos países ampliaron su colaboración en materia de industria, energía, transporte y turismo a través de varios acuerdos empresariales. Sin embargo, las relaciones económicas entre España y Rusia son bastante limitadas: "Son, en términos cuantitativos, algo limitadas como lo es, en general, la presencia española en el mercado ruso, teniendo en cuenta el peso de la Federación Rusa en el contexto internacional", subraya el ministerio de Asuntos Exteriores en la ficha del país dirigido por Vladímir Putin.

Los dos Estados ocupan los puestos 132 y 136 en el listado de The Economist, con una nota de 3,31 para Rusia y 3,14 en el caso de China, suspendiendo ambos en el índice derechos civiles. En concreto, Amnistía Internacional denuncia en ambos países represión y hostigamiento contra ONG y activistas por los derechos humanos; libertad de expresión y reunión restringidas, con medios de comunicación e Internet bajo control de las autoridades; deficiencias en el sistema judicial; y represión contra la libertad religiosa –en este caso sólo en China–. A pesar de esta terrible radiografía, los negocios españoles priman. Mientras tanto, los dirigentes políticos del PP y C's sólo hablan de Venezuela.

Martes, 24 de mayo. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, aterriza con gesto cansado en el aeropuerto Simón Bolívar de Caracas. A poco más de un mes para las elecciones generales del próximo 26 de junio, el líder del partido naranja fija su mirilla de nuevo a España y lanza un dardo con tintes de precampaña electoral: "La mayoría de partidos políticos en España, salvo Podemos que evidentemente no está de acuerdo por motivos obvios de apoyo al chavismo, están de acuerdo en ayudar a una solución política y democrática en Venezuela", apuntó, acompañado de Lilian Tintori, mujer del preso político Leopoldo López, que le acompañó durante las 48 horas que duró el viaje por el país.

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