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La victoria de Boric y el auge de la izquierda en América Latina, un espejo en el que se miran Díaz y Podemos

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En el inicio del siglo XXI la izquierda latinoamericana estaba en auge. En el año 2000, el socialista moderado Ricardo Lagos se situó al frente de Chile; en 2003, Lula da Silva alcanzó la presidencia en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina; en 2005, Tabaré Vázquez hizo lo propio en Uruguay y Manuel Zelaya en Honduras. Un año más tarde, Evo Morales en Bolivia y Alan García en Perú, seguidos en 2007 de Rafael Correa en Ecuador y, en 2008, de Fernando Lugo en Paraguay. A lo largo de la primera década del siglo llegaron a coincidir gobiernos considerados de izquierdas en 13 de los 20 países latinoamericanos, incluyendo la longeva dictadura cubana.

Esa oleada izquierdista duró hasta la segunda década del siglo, en la que las dificultades económicas –derivadas de la crisis de 2008 y de la bajada del precio de las materias primas– forzaron un giro hacia la derecha en Chile bajo la presidencia de Sebastián Piñera (2010), en la Argentina de Mauricio Macri (2015), en Bolivia con un Lenin Moreno que rompió con el correísmo (2017) y en Brasil con Jair Bolsonaro (2018). En esas fechas la izquierda sumó dos nuevas derrotas en Bolivia y Uruguay. Fue, precisamente, un país norteamericano, México, quien rompió la tendencia de la región con la llegada de Andrés López Obrador al poder, al que le siguieron las victorias de Alberto Fernández en Argentina y Laurentino Cortizo en Panamá un año más tarde, en 2019.

En estos dos últimos años la izquierda ha recuperado el poder en Bolivia, Perú, Honduras y Chile. En este último caso, gracias a un candidato, Gabriel Boric, que ha supuesto una disrupción después de tres décadas de 'transición pactada' a la democracia, y de alternancia entre la Concertación Democrática (el centro-izquierda de Michelle Bachelet) y la derecha (el citado Sebastián Piñera). Su victoria ha representado una ruptura con el orden electoral que se había construido desde la vuelta a las elecciones pluralistas en 1989.

Entre sus 53 propuestas, las más destacadas tratan del fin del sistema de pensiones por capitalización individual y la implantación de un sistema estatal de solidaridad, el refuerzo de la educación pública, la legalización del aborto (por el momento sólo legal en caso de peligro para la vida de la madre o del hijo o en un supuesto de violación), la regulación de los alquileres o la construcción de 260.000 viviendas dignas.

La investidura del chileno se produjo hace escasos días y contó con una importante delegación española: la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, la ministra de Igualdad, Irene Montero, el rey Felipe VI y el presidente del Senado, Ander Gil, que acudió en sustitución del ministro de Exteriores. "Espero que esta visita sea el inicio de un apasionante diálogo con un país hermano como Chile", explica Díaz en declaraciones a infoLibre.

"Es mi primera vez en el país de Gabriela Mistral, Violeta Parra, Víctor Jara o Roberto Bolaño. He tenido la oportunidad de visitar Chile en un momento excepcional, cuando vuelve a ser un halo de esperanza para el continente latinoamericano y también en Europa. Había mucha emoción y energía positiva en el ambiente. Gabriel Boric es el representante de una experiencia progresista nueva del pueblo chileno, pero tiene el corazón de una lucha antigua como fue la de Salvador Allende", asegura la vicepresidenta segunda.

Los vínculos de Boric con Podemos

Boric comenzó su andadura política en las protestas estudiantiles de 2011. El ya presidente se reivindica en una línea entre la socialdemocracia y el progresismo alternativo, como vector cultural para diferenciarse del centro izquierda de la Concertación. No hace tanto que miraba con interés hacia el fenómeno de Podemos. Boric leía Construir pueblo de Íñigo Errejón y Chantal Mouffe y seguía los programas de La Tuerka y Fort Apache. También participó en la campaña de las generales de 2015, en las que apoyó a la formación morada a través de un vídeo.

La victoria de Boric se ha comparado con lo que Podemos casi logró en España. Los paralelismos, además de ideológicos, son generacionales —el chileno acaba de cumplir 35 años— y conceptuales. Boric ha enarbolado una coalición —llamada Frente Amplio— que ha contado con la participación de multitud de movimientos sociales, feministas, étnicos y LGTB, junto con el apoyo sindical de la CUT y la presencia en la coalición del Partido Comunista. A Díaz le parece que el nuevo gobierno "es un ejemplo de una manera de hacer política: capacidad de llegar a acuerdos de diferentes para alcanzar objetivos políticos loables. Ahí me veo reflejada", asegura.

Coincide Idoia Villanueva, responsable de la acción política exterior de Podemos. "Llevamos muchos años trabajando con Gabriel y muchas de las formaciones políticas que conforman Apruebo Dignidad. Chile es un sistema presidencialista, es diferente a España en su proceso electoral, pero es un proceso muy interesante en el que mirarse respecto a la movilización social", explica Villanueva a este periódico. "Lo que tiene hoy Chile es un proyecto muy ilusionante y esperanzador", resume.

La vicepresidenta segunda del Gobierno cree que hay "dos lecciones imprescindibles" que "la izquierda española debe aprender del proceso de Chile: "En primer lugar, que la gente tiene que vivir la política como algo implicado en su propia vida y en cómo cambiarla. En demasiadas ocasiones vemos un exceso de ideología en el peor sentido o una apelación constante a la nostalgia. El proceso chileno muestra que los jóvenes, las mujeres, las personas LGTBI, las gentes progresistas en general tienen muchos puntos en común para defender sus propias vidas más allá de viejos imaginarios o proclamas", razona.

En segundo lugar —prosigue Díaz— "me parece muy importante también que los compañeros y compañeras chilenas muestran que la fraternidad que la izquierda propone para el conjunto de la sociedad y los diferentes pueblos tiene que practicarla también en casa. Es imprescindible abandonar las luchas cainitas y las miradas estrechas y particulares en un momento de tanta trascendencia como el actual". En ese sentido, la líder de Unidas Podemos en el Gobierno establece como prioridad "estar atentas y aprender de la experiencia chilena tanto del nuevo gobierno como de las perspectivas del proceso por una nueva constitución".

Por su parte, Villanueva señala a Chile como "el referente en el que mirarse": "Es el país que más semejanzas tiene con España por el propio proceso de la dictadura, por la constitución que tuvo. Por eso es un referente esa movilización para crear esa nueva constitución que ahora mismo se está trabajando y tendrá que aprobarse mediante referéndum. Probablemente sea el modelo más próximo", sintetiza.

Yolanda Díaz: "Hay una ola de esperanza en América Latina"

Dejando a un lado la victoria de Boric, la vicepresidenta segunda cree que "hay una cierta ola de esperanza en América Latina, que puede traer cambios muy positivos para sus pueblos", si bien matiza que "los procesos son muy diferentes y tienen muchos matices". "En ese sentido, también tuve la oportunidad de estar con Gustavo Petro y me pareció un hombre con las ideas muy claras sobre una cuestión clave como la crisis climática y la transición ecológica", asegura.

Villanueva también considera que hay "una vuelta de gobiernos progresistas en la región" frente a "las políticas neoliberales de los últimos gobiernos". "Hay pueblos movilizados pidiendo gobiernos progresistas que sean capaces de dar estados de bienestar a sus pueblos. Creo que es una buena noticia para la región, para América Latina y para España", sostiene.

Para Díaz estas victorias pueden dar paso a "aprendizajes e intercambio de experiencias": "Somos países diferentes y con trayectorias históricas complejas, pero creo que sí podemos sinceramente escucharnos mutuamente y apoyarnos", valora.

"El futuro de España y el de América Latina están profundamente conectados", añade la responsable de acción de Exterior de Podemos. "Dependemos de la relación de solidaridad entre nuestros pueblos y tengo claro que la izquierda española siempre tiene que incluir a la izquierda latinoamericana, a los diferentes aprendizajes sociales y en su acción estratégica también", zanja.

Las izquierdas en América Latina y su conservadurismo social

El analista Jorge Galindo, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra, lleva años afincado en Colombia, aunque atiende a infoLibre desde México. Galindo explica que "las izquierdas" de América Latina son muy dispares entre sí. "Hay diferencias muy considerables si trazamos la división con los dos ejes habituales: por un lado, el eje cultural-social y, por otro, el económico. Y yo añadiría un tercer eje pro-establishment y anti-establishment". Esas son las tres categorías en las que el sociólogo engloba los diversos gobiernos considerados de izquierdas en el continente, pero que no encajarían en la definición de izquierdas que se hace desde Europa.

El más cercano a la concepción europea, según apunta Galindo, sería Boric. "Boric es nueva generación. Claramente es progresista en el eje cultural-social y también en el económico, y por su trayectoria es anti-establishment", razona. En la segunda categoría, con gobiernos marcadamente de izquierdas en lo económico al apostar por políticas redistributivas pero más conservadores en el ámbito social estarían "las izquierdas de la ola anterior", la denominada "ola rosa", señala el experto. "Aquí entran Correa, Morales, Maduro y, por supuesto, López Obrador. Es una izquierda que se mueve entre la indecisión y el conservadurismo en los aspectos más sociales", sintetiza Galindo, que añade: "Y que también mantiene posiciones anti-establishment de manera nítida".

"Estos son los dos grandes grupos de izquierda en la región. Podríamos poner, en un extremo, a López Obrador y en otro a Boric. Entre ambos puntos tenemos algunos que están un poco bailando, o que están por ubicarse. Gustavo Petro— recién vencedor en las primarias colombianas— es un ejemplo", mantiene. "Petro tiene un discurso en teoría bastante progresista en todos los ejes y claramente es anti-establishment, pero ha tenido peleas con importantes mujeres significadas dentro de su movimiento que se han salido, como Ángela Robledo".

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El sociólogo vincula el conservadurismo de estos dirigentes con el sistema electoral, que es presidencialista en todos los países de América Latina. "Puedes conseguir ganar la primera vuelta con gente que está a la izquierda en todas las dimensiones, pero cuando quieres ganar la segunda necesitas una mayoría, y eso te obliga a irte hacia el centro o a la derecha, más en la dimensión social y cultural que económica". ¿Por qué en Chile no ha sucedido esto? Porque, según Galindo, el votante medio es menos conservador en lo social, al igual que en Argentina y Uruguay.

El tercer eje es el de la "izquierda pro-establisment": "Es el caso de Argentina, Costa Rica y Uruguay, en los que la izquierda es el establishment. En Chile, curiosamente, lo era: Bachelet tenía un programa de centroizquierda en lo económico y centroizquierda en lo cultural. Pero eso resultó insuficiente para la población chilena, se acabó rompiendo y hubo espacio para la izquierda anti-establishment que ha ocupado ahora Boric", resume.

Galindo asegura que lo ocurrido en Chile "es un aviso" para todas las izquierdas pro-stablishment: "Hay una ruptura generacional fuerte que atravesará el continente, en algunos lugares tendrá una expresión más nítidamente de izquierdas y en otros menos nítidamente de izquierdas. Pero está al llegar", vaticina.

En el inicio del siglo XXI la izquierda latinoamericana estaba en auge. En el año 2000, el socialista moderado Ricardo Lagos se situó al frente de Chile; en 2003, Lula da Silva alcanzó la presidencia en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina; en 2005, Tabaré Vázquez hizo lo propio en Uruguay y Manuel Zelaya en Honduras. Un año más tarde, Evo Morales en Bolivia y Alan García en Perú, seguidos en 2007 de Rafael Correa en Ecuador y, en 2008, de Fernando Lugo en Paraguay. A lo largo de la primera década del siglo llegaron a coincidir gobiernos considerados de izquierdas en 13 de los 20 países latinoamericanos, incluyendo la longeva dictadura cubana.

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