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Vox vuelve al punto de partida y pone en Andalucía al mismo portavoz que antes de la apuesta fallida por Olona

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Tras un atribulado rodeo, un rodeo llamado Macarena Olona, Vox vuelve al punto de partida. Al frente del partido en Andalucía, al menos como referente en el Parlamento, queda Manuel Gavira (Cádiz, 1969), el que ya lo era antes de la gran apuesta por la candidata estrella que ha acabado fuera de la política tras una sonora decepción electoral.

Así lo anunció este miércoles Vox, que eligió para desvelar oficialmente el nombre de su portavoz parlamentario una jornada que pretende ser solemne en Andalucía: la conmemoración anual del asesinato de Blas Infante, con un acto oficial al que el partido de extrema derecha no acude.

De Serrano a Gavira, Olona y vuelta a Gavira

A pesar de que Vox trata de presentarse como un partido estable y sin líos internos, lo único cierto de todo ello es que sus máximos dirigentes, con Santiago Abascal al frente, jamás se pronuncian sobre ellos en público. Pero su inestabilidad es inocultable. A su salida masiva de concejales y sus disputas en múltiples territorios se suma el singular caso andaluz, donde Vox busca ahora rumbo tras perder en las elecciones del 19 de junio toda su capacidad de influencia por la mayoría absoluta del PP.

En Andalucía fue donde Vox irrumpió en diciembre de 2018. Su primer portavoz, Francisco Serrano, duró un pleno, el de investidura. Abascal y su entorno se habían dado cuenta, ya durante la campaña, de las limitaciones políticas del juez condenado por prevaricación que habían puesto como candidato, explica alguien que conoce al que había sido también aspirante en 2015. Serrano, ya sin portavocía y obsesionado con las denuncias falsas por violencia de género, perdió relieve político y acabó dimitiendo por un caso de supuesto fraude destapado por infoLibre.

Su sustituto como portavoz fue Alejandro Hernández, un diputado que llegó a golpear el micrófono y soltar un "a tomar por culo" tras una discusión con la presidenta de la Cámara. Duró de febrero de 2019 a mayo de 2021, cuando entró Manuel Gavira, un "asesor de empresas" que actuaba tan evidentemente al dictado de Madrid que en las ruedas de prensa no tenía claro qué contestar si no había hablado antes la dirección nacional.

A Gavira le tocó el papel de marcar distancias con el PP, al que Vox había apoyado en lo esencial durante la legislatura, con la vista puesta en las elecciones de 2022, donde pretendía mostrarse como alternativa. El alejamiento no estuvo exento de contradicciones y tropiezos. Tal cantidad de veces amenazaba Vox con romper, para acabar salvando al Gobierno de PP y Cs en el último minuto, que a los "ultimátums" de Vox se los conocía ya como "peninultimátus". Cuando finalmente Juan Manuel Moreno convocó las elecciones, Gavira era una opción a mano para ser candidato. Hubiera sido como seguir el ejemplo de Juan García-Gallardo en Castilla y León: un primer espada poco conocido que no se saliera un milímetro del guión y aprovechara el tirón de la marca.

Pero se apostó por ir a lo grande: Macarena Olona, la candidata "con cara de presidenta", como dijo Abascal. La campaña de Olona dejó boquiabiertos a los especialistas en estrategia electoral. Pero no por su calidad. En primer lugar, tuvo que dar explicaciones por su empadronamiento irregular en Salobreña (Granada) para ser candidata. La batalla legal la ganó y pudo presentarse, pero en ningún momento logró marcar la agenda, tampoco tras unos debates electorales en los que llegó a acusar al presidente Moreno de permitir la exposición a pervertidos a "niños de diez años" en los colegios andaluces. Olona aparecía con atavíos típicos andaluces para atacar al PP con toda crudeza como si fuera una prolongación del PSOE. La estrategia no le funcionó. Vox creció pero por debajo de sus expectativas y sin evitar la mayoría absoluta del PP, lo que deja el partido de ultraderecha sin margen de influencia. La candidata aseguró que se quedaría en Andalucía, pero duró dos semanas. Antes, había ensayado una autoenmienda absoluta, prometiendo una oposición con "sonrisas".

Ni el partido ni Olona han explicado la dimisión, más allá de la alusión a unos problemas de salud que en el cualquier caso ni le impedirán reincorporarse "tan pronto como sea posible" a su puesto de abogada del Estado. Lo cierto es que Olona había quedado anclada y sin margen de influencia en una ciudad nueva para ella, en una plaza política en la que tenía que aprender a moverse, con su capacidad de generar repercusión más que mermada, al frente de un grupo que no controlaba y con miembros que, en muchos casos, ni conocía. Rodrigo Alonso, parlamentario y presidente del sindicato Solidaridad, era el hombre mejor conectado con la dirección nacional, no ella. Sus principales colaboradores, Jacobo Robatto y el periodista Javier Zancajo, quedaron bajo sospecha tras el fracaso de la campaña. Y el colmo de la sucesión de mazazos llegó cuando anunció precipitadamente que su "amigo" Robatto sería elegido en senador por Andalucía, lo que finalmente no ocurrió.

Rodrigo Alonso y Javier Cortés

Tras el anuncio de dimisión de Olona el 29 de julio –aunque no la formalizó hasta el 3 de agosto–, el partido no anunció de inmediato un sustituto. Gavira era sólo una de las opciones. Y finalmente ha sido la elegida.

Sus escoltas, sus portavoces adjuntos, serán: 1) El almeriense Rodrigo Alonso, secretario general del sindicato Solidaridad, que ni siquiera se despidió públicamente de Olona cuando dimitió. Recordada es su intervención, antes de convertirse en líder sindical, en la que defendía que los ricos lo son "por naturaleza" y "contra los ricos no podemos hacer nada". 2) Javier Cortés, presidente de Vox en Sevilla, con una trayectoria vinculada a los movimientos antiinmigración y cuyas manifestaciones públicas acreditan posiciones de defensa de Franco. Cortés sí era de confianza de Olona. La gaditana Blanca Armario presidirá el grupo parlamentario. Capítulo cerrado: Vox encara su etapa de irrelevancia parlamentaria en Andalucía tirando de lo ya conocido.

Tras un atribulado rodeo, un rodeo llamado Macarena Olona, Vox vuelve al punto de partida. Al frente del partido en Andalucía, al menos como referente en el Parlamento, queda Manuel Gavira (Cádiz, 1969), el que ya lo era antes de la gran apuesta por la candidata estrella que ha acabado fuera de la política tras una sonora decepción electoral.

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