¿Se ha vuelto Von der Leyen más de derechas?

Giorgia Meloni y Ursula von der Leyen, en Lampedusa, Italia, el 17 de septiembre de 2023.

Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, fue elegida en 2019 por el Consejo Europeo (los jefes de Estado o de Gobierno) cuando ni era favorita para el cargo ni había sido la candidata del Partido Popular Europeo. Su ratificación, que no fue fácil, contó con votos de los populares, pero también de euroescépticos como los eurodiputados de Orban, de socialdemócratas y de liberales. Sus primeros cuatro años de mandato, salvo excepciones, los hizo desde el centro político, hasta el punto de que poco a poco empezó a generar malestar en algunas delegaciones populares. Ponía buenas caras al liberal Macron o al socialista Sánchez a pesar de que Macron y Sánchez eran poco menos que el ogro para los populares de sus países.

Von der Leyen no ha dicho todavía en público si aspira a renovar en el cargo (otros antecesores lo hicieron) ni los populares parecen tener otro candidato claro, pero en su grupo político se movieron contra ella, por ejemplo cuando en el Parlamento Europeo hubo que aprobar la directiva de restauración de la naturaleza que Von der Leyen defendía y contra la que votaron buena parte de los eurodiputados populares. Era una presidenta de centro-derecha no sólo de nombre, también de obra.

Algo cambió este verano. Al inicio del curso, en su discurso sobre el estado de la Unión Europea de este mes, Von der Leyen apareció más como candidata de los populares que como presidenta de la Comisión. Fue un discurso más partidista, más claramente volcado a la derecha y menos neutral. Más de reivindicación de su legado político más conservador que de propuesta de nuevas ideas desde la Comisión Europea, como solía ser ese discurso en los últimos años, con ella y con sus antecesores.

La derechización se confirmó con varios asuntos, pero sobre todo con las políticas de inmigración. Von der Leyen viajó a Lampedusa con la jefa del Gobierno italiano Giorgia Meloni y de su boca salió una retórica muy cercana a los partidos de extrema derecha: “Seremos nosotros los que decidamos quién llega a Europa y no los traficantes”.

Es una frase populista porque ni los gobiernos nacionales ni las autoridades comunitarias tienen el poder de decidir quién llega a Europa. Llega quien huye de algo o quien busca una vida mejor. En 2015 y 2016 llegaron más de un millón de sirios y apenas ningún jordano cuando la ruta migratoria y las mafias eran las mismas. Los sirios huían de la guerra, los jordanos no tenían guerra. Esas frases también olvidan que si hay traficantes de migrantes se debe a que no hay forma legal de emigrar a Europa cuando eres africano o de Oriente Medio y eres pobre.

El giro conservador y hasta reaccionario de Von der Leyen se entiende normalmente en Bruselas como una forma de asegurarse el respaldo del Partido Popular Europeo y de la extrema derecha para renovar en el cargo, pero puede estar yendo demasiado lejos. Varios gobiernos mostraron la semana pasada su malestar porque el acuerdo migratorio con Túnez se firmó sin su preceptivo visto bueno (la inmigración es competencia nacional).

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Consultado este fin de semana, un veterano diplomático escandinavo de simpatías liberales contaba que entre los diplomáticos y altos funcionarios de la Comisión Europea hay dudas sobre la estrategia de Von der Leyen. Explica este diplomático que lo más probable a la vista de los sondeos nacionales es que en el Parlamento Europeo siga habiendo una mayoría europeísta suficiente entre el centro-izquierda, los liberales y el centro-derecha para renovar a Von der Leyen si los gobiernos pactan que siga.

También explica que Von der Leyen “tendría en principio el apoyo de gobiernos que no son de los populares, como los liberales francés, belga, holandés o luxemburgués y los socialistas español, portugués, alemán o danés. Sin otro candidato popular de peso, su ratificación estaba hecha”. En cambio, una Von der Leyen escorada a la derecha “puede perder el apoyo de los socialistas e incluso de algunos liberales y verse en las manos de la extrema derecha”. Von der Leyen parece olvidar, cuenta esta fuente, que los populares no tienen mayoría en el Consejo Europeo.

Von der Leyen también arrastra desde hace tiempo críticas por querer centralizar en su gabinete todo el poder de la Comisión Europea y por asumir poderes y competencias que los tratados no conceden a quien preside el Ejecutivo comunitario. La liberal Sophie in’t Veld, una de las diputadas más influyentes de su familia política, llegó a decir que Von der Leyen no respeta la separación de poderes y limita que la Eurocámara pueda ejercer su labor de control democrático.

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