LA HORA DE EUROPA

La 'mili' vuelve a Europa ante la amenaza rusa y las dudas sobre el papel de los EEUU de Trump como aliado militar

Los militares que componen la segunda rotación de la Brigada Líbano XLII en la Base Aérea de Torrejón, a 17 de noviembre de 2024.

El 9 de marzo de 2001, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, anunciaba el final de la mili, el servicio militar obligatorio con dos siglos de vida en España. Aznar adelantaba a ese año su conclusión, prevista para 2002, mientras las Fuerzas Armadas experimentaban una profunda transformación pasando del sistema de reclutas temporales al soldado profesional, lo que requería convocatorias anuales de contratación.

España imitaba el modelo aplicado por la mayoría de países occidentales desde el final de la Guerra Fría, cuando los ejércitos empezaron a reducir considerablemente su tamaño en pos de una mayor eficiencia y profesionalización, y también de un enorme ahorro de costes. Antes que España, Bélgica había terminado con su mili en 1994, Francia en 1996, Italia lo hizo en 2005 y Alemania acabó con el servicio militar obligatorio en 2011.

La desmilitarización de la sociedad fue sostenida hasta que la invasión de Ucrania por parte de Rusia detonó un movimiento sísmico en la política europea, un punto de inflexión que en Alemania llaman zeitenwende. En 1990, la República Federal germana contaba con unos 200 batallones de combate y 500.000 integrantes en sus fuerzas armadas, mientras que la Alemania unificada sólo tenía 30 batallones en 2023. Este año sus fuerzas armadas superarán de nuevo los 200.000 soldados. La fotografía del continente está cambiando, las botas militares pisan de nuevo con fuerza.

El mar Báltico, donde la mili sobrevivió

Durante las pasadas décadas de desmilitarización en el viejo continente, varias aldeas galas no bajaron la persiana de sus servicios de conscripción. Con la excepción de Grecia o Chipre, ejemplos singulares por su rivalidad perenne frente a Turquía, la mili seguía funcionando en las orillas del mar Báltico. Dinamarca, Estonia o Finlandia nunca llegaron a derogarla y ahora sus vecinos de Suecia, Letonia o Lituania les imitan.

“Si Europa quiere evitar la guerra, debe estar lista para la guerra”, exhortó hace unas semanas la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a los cadetes de la academia militar de Copenhague, haciendo suyo el dicho latino si vis pacem, para bellum. Y así parecen hacerlo la mayoría de Estados miembros de la UE en una carrera belicista más propia de los imperios del siglo XIX y no tanto de pensadores sansimonistas como Prosper Enfantin, que ya entonces preferían el si vis pacem, para pacem.

Lituania fue el primer país de la UE en reintroducir el servicio militar, en 2015, temerosa de la amenaza rusa después de la ocupación de la península de Crimea. El sistema era aleatorio entre los jóvenes que habían adquirido la mayoría de edad y se basaba en un sorteo informático. En 2024, el Parlamento lituano aprobó finalmente una mili obligatoria para todos los ciudadanos de 18 a 22 años.

Al norte, Letonia hizo lo propio a principios de 2023, con un sistema de reclutamiento temporal de once meses para todos los hombres entre 18 y 27 años y voluntario para las mujeres.

Uno de los últimos países de la UE en adherirse a esta corriente de remilitarización es Polonia, cuyo primer ministro, Donald Tusk, viene de anunciar “preparativos en marcha para ofrecer a cada adulto de Polonia un entrenamiento militar a gran escala y permitir a esa gente que se conviertan en soldados de pleno derecho en situaciones de conflicto”. A finales de este 2025 el Gobierno de ese país tendrá listo un nuevo sistema con el que crear “una fuerza de reserva”. Entre los motivos expuestos para recuperar la mili, abandonada hace sólo quince años, Tusk mencionó la amenaza de Rusia, la guerra en Ucrania, pero también que “las fuertes garantías de seguridad” de los Estados Unidos para con el país son, sin mencionar a la Administración Trump, menos probables.

En Italia, la Lega de Matteo Salvini ha presentado ante el Parlamento un proyecto de ley para reintroducir un servicio militar o civil entre las personas de 18 a 26 años durante seis meses, como una especie de servicio comunitario a desarrollar en sus propias regiones. Sin embargo, el titular de Defensa del país, miembro de Fratelli d'Italia, el partido de la primera ministra, Giorgia Meloni, es reticente. Mientras, en la vecina Austria funciona el servicio militar obligatorio de ocho meses.

Como cualquier debate en la UE, el de la recuperación de la mili estará influenciando por lo que haga la primera potencia comunitaria. El nuevo Gobierno de coalición alemán debe concretar un plan ya diseñado para reintroducirla, no de forma obligatoria, sino mediante un servicio de formación básico y voluntario a partir de los 18 años, para hombres y mujeres, durante seis meses ampliables a un total de diecisiete, idea del anterior ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, quien tiene todas las papeletas para seguir en el cargo.

Alemania aplicaría el modelo sueco con un cuestionario de obligada respuesta a las personas en esa franja de edad sobre sus capacidades físicas y estado de salud o la voluntad de servir en las fuerzas armadas. Los resultados determinarían si deben pasar un examen físico militar. El propio Pistorius ha confirmado que “la idea es seleccionar a aquellos en mejor forma, los más adecuados y motivados para el servicio militar” con el objetivo de restablecer “un sistema de reclutamiento militar”.

Reclutamiento voluntario, reservistas en auge

Este modelo sueco de creación de un registro estatal de todos los ciudadanos en edad militar, incluido su estado de salud, habilidades o experiencia militar, se está extendiendo por el centro y norte de la Unión Europea. Bélgica acaba de copiar la iniciativa de los Países Bajos para aumentar el número de reservistas de sus fuerzas armadas a través de un servicio militar voluntario entre los jóvenes. Tanto el Gobierno belga como el neerlandés enviarán en los próximos meses a las personas de 18 años cartas informativas sobre el Ejército y su voluntad de incorporarse a filas.

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Los dos países pagarán a estos nuevos reclutas durante un año el sueldo de un militar mientras reciben formación y adiestramiento, pero sin la obligación de incorporarse oficialmente a las fuerzas armadas, engrosando así las listas de reservistas, que ambos países pretenden aumentar de manera considerable. Bélgica habla de pasar de 6.000 a 20.000 jóvenes adiestrados.

En el flanco meridional, en España, Francia o Portugal, el debate no está presente. El ejército galo es posiblemente el más potente de la Unión Europea, tanto por la capacidad nuclear de sus fuerzas aéreas como por el poderío de su armada o el tamaño de su ejército, con 120.000 soldados, además de su importante industria militar. Funciona desde hace tres décadas con soldados profesionales, en un modelo similar al español. Aunque el presidente Emmanuel Macron y sus sucesivos gobiernos no se han manifestado a favor de reinstaurar el servicio militar obligatorio, una reciente encuesta del periódico Le Parisien apuntaba que un 86% de los franceses estaría a favor de algún tipo de reclutamiento temporal, dividiéndose los encuestados entre un sistema obligatorio o voluntario.

Y, mientras, en España sólo tímidamente Vox propuso recuperar la mili. Lo hizo su líder, Santiago Abascal, hace más de un lustro y parece que la guerra en Ucrania, las amenazas de Rusia a países de la OTAN o la incertidumbre que Donald Trump arroja sobre la seguridad colectiva del continente le han hecho recapacitar. En un entorno de seguridad más complicado, en Vox ya no hablan de ello. Ni el Gobierno de Pedro Sánchez ni el principal partido de la oposición, el PP, proponen recuperar el servicio militar obligatorio y los planes de las Fuerzas Armadas pasan por aumentar sus filas con más tropa profesional gracias a mejores condiciones económicas, como los recientes aumentos de sueldo. La mili que revive en gran parte de Europa sigue ausente en España.

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