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El 'sólo sí es sí' no cala en la UE: las claves por las que Francia y Alemania han vetado tipificar el delito de violación

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“Oportunidad perdida” o “gran paso adelante”, "decepción” o “acuerdo histórico”,  “insatisfacción” o “éxito”. Entre el éxito y el fracaso puede haber una línea muy fina y las reacciones al anuncio del acuerdo entre el Parlamento y el Consejo para aprobar la primera directiva contra la violencia de género de la historia de la Unión Europea parecen demostrar que un acuerdo histórico también puede ser decepcionante. Las largas e intensas negociaciones entre ambas instituciones terminaban el pasado martes con un acuerdo que logra por primera vez una protección específica contra la violencia de género a nivel europeo pero que a la vez se quedaba muy lejos de las ambiciones de los europarlamentarios.

Estas se basaban esencialmente en conseguir que la UE tipificara como delito la violación basada en el consentimiento de la misma forma en la que lo hace la ley del solo sí es sí en España, algo que finalmente no se ha logrado. La batalla entre la Eurocámara y el Consejo alrededor de este término ha monopolizado los largos meses de reuniones sin que, finalmente, los países contrarios hayan dado su brazo a torcer. Las negociaciones parecían encallar a finales del pasado año cuando tanto Francia como Alemania se cerraban en banda enrocándose en una posición contraria a la inclusión del consentimiento en la directiva, postura de la cual no se han movido un ápice.

“Ha sido una negociación muy larga y muy intensa que ha girado, lamentablemente, alrededor del elemento de la violación, que no hemos logrado finalmente incorporarlo por la resistencia obstinada de los dos países”, explica María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada del grupo The Left (en el cual se encuadra su formación, Sumar) y ponente en la sombra del informe del Parlamento Europeo sobre la directiva. 

La española ha participado activamente en las negociaciones a favor de la posición parlamentaria y describe a infoLibre las dificultades para convencer a Francia y Alemania: “Macron ha ofrecido enormes resistencias para para reformar su código penal y Alemania, que esperábamos que se moviera algo más, tampoco se ha movido”, explica Rodríguez Palop. “Estos dos países tienen tipificado en sus legislaciones el delito de violación tal y como estaba en España antes de la ley del solo sí es sí. Introducir un cambio como el que planteaba el Parlamento en la directiva significaría modificar toda su legislación y eso podría ser muy disruptivo. Por ejemplo, en Francia tampoco sabemos cómo reaccionaría la sociedad a eso y, para un Gobierno liberal, menos progresista que, por ejemplo, el de España, podría ser complicado lidiar con esa situación. Es mucho más fácil para ellos presionar para que no salga”, explica Claudia de Mesa, experta en género y autora del Informe sobre la Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y el Consejo, sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica de la Fundación Alternativas.

Con el voto en contra de los dos países, la directiva era prácticamente insalvable. Para sacar adelante unas negociaciones de este tipo, es necesario contar con el voto favorable de, como mínimo, 15 estados miembros que representen al menos el 65% de la población europea. Los europarlamentarios lograron el apoyo de 13 países para la inclusión del consentimiento (con España como uno de los principales puntales), pero con el peso de Alemania y Francia, todos ellos tuvieron que ceder para no hacer descarrilar la directiva.

“Nosotros siempre que hacemos una directiva tenemos como base los eurodelitos. En esta ocasión en concreto nos hemos basado en dos: el de derechos informáticos para la ciberviolencia y el de explotación sexual, del cual se han derivado la tipificación del matrimonio forzado y de la mutilación genital femenina. Nuestra teoría era que la violación también se puede derivar de ese delito de explotación sexual, pero ellos decían que no había ninguna relación entre la violación como tipo penal y la explotación sexual”, explica Rodríguez Palop. Una situación que, según la eurodiputada, no se entiende cuando se había usado ese mismo eurodelito para justificar la tipificación de la mutilación genital femenina. 

Pese a todas esas resistencias, la oposición tan enconada de Alemania y Francia llama mucho la atención cuando son países que han firmado el Convenio de Estambul, un documento que, precisamente, se basa en el consentimiento para definir el delito de violación. “El Convenio de Estambul es un es un acuerdo de mínimos que no es vinculante pese a que lo firmes. En este sentido, y además por ser un tratado internacional creo que hay una percepción mucho más benévola por parte de la sociedad. Ahora, cuando se trata de una directiva de la Unión Europea que te obliga a reformar tu legislación, todo se complica”, explica De Mesa.

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Pese a todo ello, Rodríguez Palop no hace una lectura derrotista del acuerdo. Para la eurodiputada el acuerdo es realmente histórico por ser la primera vez que la Unión Europea legisla de esta forma y protege a las mujeres de delitos como la mutilación genital, el matrimonio forzoso y la difusión de imágenes sin consentimiento, este último, un aspecto que en España no tenemos muy desarrollado aún. “En toda la UE solo hay dos leyes de violencia de género, una en España y otra en Suecia, aún hay 10 países donde se habla de violencia doméstica y en el resto el delito se subsume en tipos penales convencionales. Estamos hablando de que millones de mujeres no tenían hasta ahora ninguna protección, muy baja o poco especializada”, comenta Rodríguez Palop.

En esta línea opina también De Mesa, que pide abrir el foco para ver las virtudes de la nueva legislación: “Es verdad que la directiva se puede quedar un poco corta si la comparamos con lo que nosotros hemos hecho en España, pero si lo vemos con perspectiva y tenemos en cuenta que ha aunado posiciones muy diferentes en toda Europa, es un paso muy grande porque abre las puertas y facilita las cosas para seguir avanzando de cara al futuro”, concluye la investigadora. Por ese motivo, la directiva hace que las víctimas puedan acceder a una serie de medidas que en la mayoría de países de la UE, algunos enormemente conservadores, no tienen.

Por otro lado, y pese a no conseguir tipificar el delito, los europarlamentarios han logrado introducir en la directiva la obligatoriedad por parte de los países a llevar a cabo campañas de concienciación sobre la violación basadas en el consentimiento, un paso muy importante de cara a ir asentando en los europeos esta idea. La otra victoria de consolación ha sido incluir una revisión de la directiva para dentro de 5 años en la cual se pueda introducir modificaciones e intentar así incorporar definitivamente la tipificación de la violación basada en el consentimiento a la legislación de la UE. “Con esto estamos dejando la puerta muy abierta a que con esa labor educativa por parte de los estados, dentro de un tiempo se pueda reformar la directiva. Le dejamos a las niñas de hoy y a las mujeres del mañana esta tarea”, afirma la eurodiputada. 

“Oportunidad perdida” o “gran paso adelante”, "decepción” o “acuerdo histórico”,  “insatisfacción” o “éxito”. Entre el éxito y el fracaso puede haber una línea muy fina y las reacciones al anuncio del acuerdo entre el Parlamento y el Consejo para aprobar la primera directiva contra la violencia de género de la historia de la Unión Europea parecen demostrar que un acuerdo histórico también puede ser decepcionante. Las largas e intensas negociaciones entre ambas instituciones terminaban el pasado martes con un acuerdo que logra por primera vez una protección específica contra la violencia de género a nivel europeo pero que a la vez se quedaba muy lejos de las ambiciones de los europarlamentarios.

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