IGUALDAD
Las cinco versiones de Dani Alves o cómo cuestionar a una víctima de violencia sexual
Dani Alves se sienta en el banquillo. Tras más de un año de instrucción, el futbolista se enfrenta al juicio que determinará si fue el autor de la violación contra una joven el pasado 30 de diciembre de 2022, en la discoteca Sutton de Barcelona. La acusación reclama doce años de prisión, la Fiscalía pide una pena de nueve años de cárcel. Para esquivarlos, el futbolista ha ido tejiendo un relato desigual, contradictorio y cambiante. Con una tónica común: poner el foco en la víctima y en su comportamiento.
Este lunes, fue la víctima quien declaró y ratificó su versión, respaldada por las declaraciones de su prima y otra amiga, ambas presentes la noche de los hechos. Este martes, los Mossos d'Esquadra aseguraron que la denunciante estaba "abrumada", en "estado de shock" y que "se derrumbó". Los agentes, quienes han subrayado que las cámaras dan cuenta de que lo sucedido ocurrió en los términos narrados por la víctima, señalaron además que la joven tenía "un ataque de ansiedad" y "mucho terror".
A pesar de ello, la estrategia de Dani Alves ha sido la de desacreditarla. Así ha sido el recorrido del caso según la voz del presunto agresor.
"No sé quién es esa señorita"
La primera reacción del futbolista fue, sencillamente, negar los hechos. Es decir, desacreditar el relato de la víctima desde lo más básico: él ni siquiera conocía a aquella joven. Así lo aseguró en un primer momento y a través de un vídeo enviado a un programa de televisión. "No sé quién es esa señorita. No sé su nombre, no la conozco, nunca la vi en mi vida", afirmaba sin titubear. El vídeo fue compartido con los medios en enero de 2023, seis días después de los hechos.
Hoy, más de un año después, la defensa del presunto agresor pide suspender el juicio por existir, a su entender, un "juicio paralelo en los medios de comunicación". A pesar de que fue el propio Dani Alves quien se sirvió en un primer momento del altavoz mediático para propagar su relato y desmentir el de la víctima.
"Distorsión narrativa"
Pronto Dani Alves altera su versión. Concretamente, cuando se ve obligado a declarar ante el Juzgado de Instrucción Número 15 de Barcelona. Entonces el jugador reconoce por primera vez que sí coincidió aquella noche con la víctima. Eso sí, vuelve a impugnar la versión de la joven: según declara, ambos coincidieron en el baño, pero no intercambiaron palabra ni se produjo ningún tipo de contacto físico.
Él entró en el baño con intención de hacer uso del servicio, momento en el que se cruzó la víctima. La interacción, afirmaba entonces, fue nula.
En este punto, la defensa se centra en cuestionar directamente las vivencias narradas por la víctima. Sus abogados señalan que no existió "la intimidación ambiental que la notoria jurisprudencia de nuestros tribunales estima como bastantes para doblegar la capacidad de la víctima". Tampoco hay rastro de "terror, pavor o dominación", completan. El relato de la joven, insisten, es producto de una "distorsión narrativa".
"Fue directa hacia mí"
La cosa cambia drásticamente con la tercera versión. Durante un interrogatorio, el jugador decide dar un giro completo y señalar directamente a la víctima: fue ella, destaca, la que se abalanzó contra él. Y sí, asiente, él accede a que la mujer le practique sexo oral. "Fue directa hacia mí, yo no toqué a esa chica", esgrime. Este cambio de versión viene determinado por la existencia de una nueva prueba: las muestras de semen recogidas en el baño la misma noche de los hechos.
"Conducta abiertamente sexualizada"
Pero las pruebas contradicen lo relatado por el jugador. El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses determina que los restos biológicos que se hallaron intravaginalmente en la víctima pertenecen al acusado. Así que en abril de 2023, el brasileño reconoce por primera vez que se produjo "un acto sexual con penetración". Según él, consentido. "Le pregunté dos veces si le estaba gustando y me dijo que sí", afirma, para también añadir: "Yo simplemente fui un cómplice de las ganas que ella tenía".
Y para ello pone en cuestión a la víctima, una vez más, ahora señalando su conducta previa. La defensa del jugador se escuda en la actitud de la víctima para renombrar la agresión: dejaría de ser un delito para ser, simplemente, una relación sexual no sólo consentida, sino buscada por la joven. "Se observa en la denunciante una conducta abiertamente sexualizada, propia de un galanteo sexual en fase de cortejo", razona la defensa.
La víctima sí reconoce haber accedido voluntariamente al servicio en compañía del jugador, aunque sólo después de que él insistiera y sin saber que el cubículo era un lavabo, pero relata que se opuso a mantener relaciones sexuales con el jugador. Según la versión de la joven –que ha permanecido inalterable a lo largo de este año–, él cierra la puerta por dentro con el pestillo, le propina varios golpes, la agarra de forma violenta y la agrede sexualmente.
Última baza: atenuante por consumo de alcohol
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La última baza del jugador tiene que ver con un elemento de sobra conocido por los penalistas: la atenuante por consumo de alcohol. No es raro encontrar el consumo de alcohol como circunstancia atenuante o incluso eximente en los casos de violencia sexual, una circunstancia que suscita dudas entre las juristas feministas.
Lo que alega exactamente el jugador de cara al juicio, es que aquella noche el acusado se hallaba bajo los efectos del alcohol y que por lo tanto no era consciente de sus actos. Las pruebas que tiene la defensa no son científicas –ni análisis de orina, ni de sangre–, como es obvio debido al tiempo transcurrido desde entonces. Sus argumentos se sostienen en cuestiones como los tiquets de sus consumiciones y la declaración de su pareja. Este martes, la mujer del acusado, declaró efectivamente que el jugador llegó a casa "muy borracho" y cayó desplomado en la cama.
En este contexto de descrédito y cuestionamiento, la víctima ha tenido que lidiar con otro duro golpe. El pasado 30 de diciembre, la madre del futbolista madrileño difundió una serie de imágenes de la víctima con el fin de poner en duda su testimonio. Lo hizo a pesar de que la jueza prohibiera la difusión de cualquier dato que pudiera desvelar su identidad.