Los planes de rearme de la UE y la remilitarización de los 27 dividen a las izquierdas europeas

“Cuando se trata de bombas y de aviones, ya no les importa el déficit”. El líder de la France Insoumise, Jean-Luc Mélenchon, está siendo una de las voces europeas más críticas contra los planes de rearme impulsados por la Comisión Europea y que los Estados Miembros de la UE están concretando, apremiados por la OTAN y los Estados Unidos de Trump, con un aumento considerable de sus presupuestos militares.
Mélenchon denuncia que la exigencia de Donald Trump sobre un 5% del PIB en gasto en defensa es un “tributo” y al tiempo que tacha de hipocresía a los gobiernos nacionales o a los dirigentes de la UE porque habían criticado las demandas del estadounidense pero luego no cuestionaron los planes de 800.000 millones de euros en inversiones militares propuestos por la Comisión, “el equivalente al 5% del PIB de la Unión Europea”, según el político galo.
“Los grandes charlatanes que habían hecho declaraciones indignadas sobre Trump, la primera decisión que tomaron fue obedecer”, se indignó Mélenchon recientemente en un acto público, recordando que “cuando habíamos pedido un 3% para la sanidad y las enfermedades o para la educación, nos dijeron que era imposible, que era una catástrofe”, para ironizar con un “pero para comprar bombas y aviones, por supuesto, se lo ruego, sírvase usted”.
Mélenchon es posiblemente hoy el gran referente político en activo de la izquierda europea, huérfana del Alexis Tsipras derrotado, del Pablo Iglesias que tocó la Eurocámara mientras las fuerzas progresistas son minoritarias en Italia y Alemania y están desaparecidas en el este del continente. La socialdemocracia, sea en Dinamarca, Reino Unido o España, abraza las políticas de rearme en un sándwich de Washington y la OTAN con Rusia.
La izquierda de Francia e Italia se moviliza contra el rearme
Los insumisos de Mélenchon rivalizan con los ultras de Le Pen por la oposición política en Francia contra Emmanuel Macron, tras encabezar la alianza progresista ganadora de las pasadas legislativas pero quedarse fuera del Gobierno por decisión del presidente francés. Exceptuando a Sumar o a Die Grünen, verdes alemanes, ambas con presente o pasado en el poder, ninguna formación de izquierdas en Europa tiene tanto peso.
Con un discurso anticapitalista, pacifista, ecologista y antifascista, Mélenchon en París y su líder en el Parlamento Europeo, la potente joven voz de Manon Aubry, critican la remilitarización de los presupuestos nacionales y el belicismo en la narrativa política de la UE. Desde su escaño, Aubry denuncia que “la defensa de Europea está bajo el yugo de la OTAN y los Estados Unidos porque el 55% de los gastos militares europeos ya está consagrado a la industria americana”. Algunos datos confirman sus palabras. Por ejemplo, pese a la dependencia de la voluntad de Washington, trece países europeos ya han adquirido o están comprando el cazabombardero estadounidense de última generación F-35. Alemania, Países Bajos, Bélgica, Polonia, Grecia o Finlandia tienen el mismo avión de combate que Israel emplea para sus mortíferos bombardeos.
En la Eurocámara, los insumisos están encuadrados dentro de La Izquierda, el único grupo parlamentario, salvo excepciones individuales de eurodiputados no adscritos, que rechaza los planes de rearme propuestos por la Comisión. La Izquierda denuncia que la presidenta Úrsula von der Leyen se está saltando a la Eurocámara con “acciones opacas que minarán la solidaridad europea”. Los 150.000 millones anunciados por Bruselas en préstamos a los Estados Miembros para inversiones militares, dicen, “representan una enorme porción del presupuesto comunitario para políticas de cohesión y es mucho más que lo que Europa ha estado dispuesta a gastar durante siete años en la lucha contra el cambio climático”.
Otro partido de este grupo, el recién incorporado Movimiento 5 Stelle, es también contrario al rearme europeo. Liderados por el antiguo primer ministro, Giuseppe Conte, a nivel doméstico son la oposición al gasto militar que tímidamente está realizando la actual mandataria Giorgia Meloni mientras en Bruselas protagonizan protestas llamativas. Respaldado por sus eurodiputados con pancartas de “No al RearmEU” o “Más trabajo, menos armas”, Conte viajó hasta el Parlamento Europeo para acusar a los dirigentes de la UE de “servilismo ante Washington” al tiempo que calificaba como “totalmente erróneo” y “desprovisto de cualquier racionalidad política y militar” el plan de Von der Leyen.
La izquierda fragmentada de Grecia mantiene posiciones diferentes sobre las políticas de rearme. En Syriza pasan de puntillas y hasta el ex primer ministro y hoy diputado raso, Alexis Tsipras, equipara la defensa, la energía, la transición verde o las inversiones en I+D como sectores a financiar para conseguir la “autonomía estratégica de la UE”, mientras la antigua presidenta del Parlamento griego, Zoe Konstantopoulou, quien había roto con Tsipras por aceptar el tercer rescate de la troika, mantiene una dura crítica con la inversiones militares masivas y su formación capitaliza la oposición a los conservadores de Nueva Democracia.
En Alemania, Die Linke rechaza “cualquiera acumulación militar” o la “reintroducción del reclutamiento” como pactaron los socialdemócratas con liberales y verdes en su gobierno conjunto y como hará la nueva coalición liderada por la CDU, mientras denuncian “la militarización de la sociedad”. Están también en el grupo parlamentario de La Izquierda, donde han sido críticos con la OTAN, exigido la retirada de los misiles balísticos que Estados Unidos mantiene desde la Guerra Fría en territorio alemán y demandado “romper con la lógica de la carrera armamentística”. Pero su posición está ahora comprometida. Aunque en el Bundestag votaron contra la investidura del futuro canciller, Friedrich Merz, y el levantamiento del freno de deuda para realizar masivas inversiones en las Fuerzas Armadas, en el Senado alemán sus ministros regionales sí lo apoyaron. Escribe el historiador alemán Nathaniel Flakin en la publicación Left Voice que ese voto a favor “es una traición clara al programa de Die Linke, a sus principios y estructuras” al tiempo que recuerda el viejo dicho del socialista revolucionario Wilhelm Liebknecht: “ni una persona, ni un céntimo para el militarismo”.
El actual líder de Die Linke, Heidi Reichinnek, justifica esta traición a los paradigmas clásicos del socialismo alemán asegurando que “siempre se nos ha atacado por supuestamente no apoyar a la Bundeswehr [las Fuerzas Armadas del país] y eso no tiene sentido. Por supuesto que queremos una Bundeswehr que esté bien armada como ejército defensivo”. El ex ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, ya les acusa de querer convertirse en un “partido normal y aceptable” y unirse “al belicoso centrismo radical en su locura rearmamentística”.
La encrucijada ecologista
La fracasada participación en el gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz como segundo partido de la coalición, con una vicecancillería o la cartera de Asuntos Exteriores, acarreó un fuerte varapalo electoral para Die Grünen, Los Verdes alemanes. Acusados de falta de ambición política, de ir a remolque de los liberales, la tercera pata, en cuestiones como la fiscalidad o por los lentos avances en las políticas contra el cambio climático y su equidistancia ante la guerra en Palestina, perdieron parte del voto progresista y, especialmente, entre los jóvenes.
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Los problemas de la formación ecologista continúan. Acaban de apoyar en el Bundestag la supresión del freno de deuda, como pidió el investido canciller Merz, para facilitar ingentes inversiones en Defensa a cambio de dedicar 100.000 millones de euros en medidas climáticas de transformación económica. Y exportan a Bruselas esta posición.
La contradicción se fragua en el fracturado grupo parlamentario de Los Verdes. Alemanes, belgas o formaciones ecologistas nórdicas han apoyado el RearmEU de Von der Leyen con tímidas críticas a que no crea “una capacidad europea para operar autónomamente, sea dentro de una OTAN europeizada o, si fuese necesario, sola”, al tiempo que defienden en la Eurocámara los créditos de 150.000 millones para inversiones militares porque “Europa por fin ha despertado, tres años después de la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania”.
Frente a esta corriente, los eurodiputados de ERC, BNG y Compromís dentro del grupo pero pertenecientes a la Alianza Libre Europea, han votado en contra del Plan de Rearme y llaman a Von der Leyen “señora de la guerra a la que no le importa que los pueblos paguen el gasto militar”. Esta división en la izquierda ecologista viene fraguándose y estuvo a punto de provocar la ruptura hace unos meses cuando los verdes alemanes se negaban a publicar un comunicado contra las acciones militares de Israel en Gaza, evidenciando una vez más que el contexto geopolítico internacional está abriendo profundas fisuras y creando contradicciones en las formaciones progresistas europeas.