Las urnas cerraron y el polvo se irá posando en las próximas semanas (más de 90 eurodiputados no están inscritos en ningún grupo político), pero ya podemos ver un poco más allá en el camino que tiene la alemana Úrsula Von der Leyen para repetir como presidenta de la Comisión Europea.
La primera cita llegará la noche del 17 de junio. Ese día los dirigentes nacionales tendrán una cena informal para analizar el resultado electoral y poner sobre la mesa los nombres de las personas a las que apoyarán y de aquellas a las que de ninguna manera querrán ver en altos cargos europeos. Von der Leyen es favorita porque los populares son la única fuerza europeísta que crece, porque son el mayor grupo del Parlamento Europeo, porque su mandato tiene más luces que sombras (acumuladas en el último año) y porque casi la mitad de los jefes de Estado o de Gobierno son populares.
Lo que salga de los postres de esa cena se recalentará para volver a servirse en una cumbre, esta ya formal y ordinaria, el 27 y 28 de junio. Ese día debería reconducirse a Von der Leyen o, descartada, buscar otro nombre. En los últimos días crecía el consenso en cuanto a la idea de dejar que pasara viva la casilla del Consejo Europeo y ver si era capaz de conseguir el apoyo de 361 eurodiputados. En 2019, cuando contaba sobre el papel con más de 440, le sobraron sólo nueve y había unos 40 ultraderechistas menos. Entonces perdió a buena parte de los ecologistas.
Ese es el escenario más probable, pero el adelanto electoral en Francia, con la primera vuelta de las legislativas dos días después de esa cumbre, pone en duda que el francés Emmanuel Macron vaya a respaldar a una supuesta opositora. El correctivo sufrido por los socialdemócratas alemanes, por otra parte, y la victoria de la CDU (partido de Von der Leyen), que crece hasta el 30% del voto, la refuerzan.
La cumbre sienta a 27 personas, pero no todas tienen la misma influencia ni el mismo poder. A la presidenta o presidente de la Comisión la propone el Consejo Europeo, si no hay consenso, por mayoría cualificada, no por unanimidad. Eso significa que se necesita el voto afirmativo de al menos el 55% de los Estados miembro y que estos representen al menos al 65% de los ciudadanos. Es muy probable que Von der Leyen alcance esos números, salvo que los grandes pacten otra cosa. Si se da ese pacto, Scholz, Macron, Meloni, Sánchez y Tusk serán las voces cantantes.
Ningún jefe de Gobierno se ha puesto ya abiertamente contra Von der Leyen, pero no es normal hacerlo en público. Si cae lo hará como su compatriota Manfred Weber, que se veía de presidente de la Comisión Europea en 2019 por ser el candidato del Partido Popular Europeo y a quien Macron vetó. Eso no impide que en la cumbre se saquen otros nombres y sin oponerse abiertamente a Von der Leyen, algunos decidan apoyar candidatos alternativos.
Tras la reconducción de la alemana o la búsqueda de un sustituto que proponer al Parlamento Europeo (Macron quiere a Mario Draghi, pero es una apuesta arriesgada para muchos porque puede ser difícil de controlar y porque les restará protagonismo), se decidirán los siguientes altos cargos. Una alemana y conservadora en la Comisión Europea debería significar un socialista y del sur en el Consejo Europeo. El gran candidato, que cuenta con el apoyo de su Gobierno conservador, es el socialista portugués António Costa, a quien también proponen socialistas y ecologistas en el Parlamento Europeo. Pero necesita que su nombre salga impoluto de la saga de corrupción en la que parecía mezclado. Muchos países, sobre todo los escandinavos, no aceptarían nunca a una persona con eventuales casos de corrupción sin aclarar a sus espaldas. Si Costa cae empieza a sonar con fuerza el nombre del italiano Enrico Letta, quien también cumple los requisitos de haber sido jefe de Gobierno, y ser del sur y socialdemócrata.
El tercer alto cargo a repartir es el del sucesor o sucesora de Josep Borrell como Alto Representante. Con el reparto ideológico sobre la mesa, debería ser un liberal, salvo que los populares se hayan echado en brazos de la italiana Giorgia Meloni. Si es un liberal, la gran favorita es la primera ministra estona Kaja Kallas. Tras ella aparecen los ministros de Exteriores de Polonia (Radek Sikorski) y Luxemburgo (Xavier Bettel) y desde ayer el recién dimitido (sigue en funciones) primer ministro belga Alexander de Croo. Kallas es favorita, como lo puede ser la primera ministra danesa Mette Frederiksen como alternativa a Costa, pero es poco creíble en Bruselas que un gobernante en ejercicio deje el cargo para saltar a las instituciones comunitarias.
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Las negociaciones no se acaban ahí porque no todas las carteras tienen igual peso en la Comisión Europea. España aspira a obtener una vicepresidencia ejecutiva con competencias en Energía y Clima para Teresa Ribera y Francia quiere una potente cartera de Mercado Interior con competencias en industria y, sobre todo, industria militar, para Thierry Breton. No es lo mismo paquetes así, o carteras potentes como Competencia o Economía (a la que apuntan los italianos), a otras muy livianas como por ejemplo Innovación o la que gestiona la administración, recursos humanos y presupuestos para el funcionamiento de las instituciones comunitarias. Ampliación, que en esta última legislatura no pesó casi nada, será ahora de las potentes porque deberá llevar todo el dossier ucraniano. El polaco Radek Sikorski, si no es elegido Alto Representante, es uno de los principales candidatos a esa cartera.
Si fueran los favoritos quienes se hicieran con los cargos se podría hablar ya de un trío de Von der Leyen en la Comisión Europea, Antonio Costa en el Consejo Europeo y Kaja Kallas o Alexander De Croo en la diplomacia comunitaria. Tras ellos deberían obtener carteras potentes Francia, España y Polonia. E Italia si Meloni juega al juego de los partidos de centro. Los primeros dos años y medio de presidencia del Parlamento Europeo serían para la popular maltesa Roberta Metsola, que continuaría en la silla. Los segundos dos años y medio podrían ser para la española Iratxe Gaspar si se reedita el pacto que italianos y españoles hicieron en 2019, por el que Gaspar dirigía el grupo y el ahora fallecido David Sassoli presidió la Eurocámara los primeros dos años y medio.
Pero estas cumbres las carga el diablo. Si Charles Michel y Josep Borrell eran favoritos en 2019 en todas las quinielas, nadie esperaba a aquella ministra de Defensa alemana, Úrsula Von der Leyen. Cuando Macron levantó el teléfono para llamar a Jean-Claude Juncker, cuentan las malas lenguas, este respondió: “¿Úrsula Von der quoi?”
Las urnas cerraron y el polvo se irá posando en las próximas semanas (más de 90 eurodiputados no están inscritos en ningún grupo político), pero ya podemos ver un poco más allá en el camino que tiene la alemana Úrsula Von der Leyen para repetir como presidenta de la Comisión Europea.