Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Ganan las derechas, Sánchez aguanta el órdago y Europa frena la amenaza ultra
El Partido Popular ha ganado las elecciones europeas de este 9 de junio por dos escaños y cuatro puntos de diferencia sobre el PSOE, pero Alberto Núñez Feijóo ha perdido el “plebiscito” que había planteado para “echar” a Sánchez del Gobierno. Fracasa así aquella proclama de Aznar, “el que pueda hacer que haga”, a la que se apuntaron también poderes mediáticos y judiciales. Sánchez resiste como resiste algo mucho más importante: la Europa de los valores frente a la amenaza de unas extremas derechas que no han conseguido el apoyo suficiente para condicionar las mayorías en el Europarlamento.
El PP no se cansa de perder ganando.- La ley de hierro de las expectativas es contumaz en política, más aún en la era digital. El éxito o el fracaso en las urnas depende del contraste entre el objetivo que uno mismo marca y el resultado final conseguido (ver aquí). Fue el propio Alberto Núñez Feijóo quien se empeñó en convertir la cita europea del 9J en un plebiscito nacional para “echar a Sánchez”, para obligarle a convocar elecciones generales (ver aquí), confiado en los diez puntos de ventaja que las encuestas daban al PP hace sólo dos meses. El millón y medio de votos que le distanciaban del PSOE en marzo se ha reducido a la mitad a base de errores de bulto: desde la misma matraca plebiscitaria o las hipérboles sobre la ley de amnistía hasta abrirse a una moción de censura con apoyo ¡de Junts! pasando por el uso y jaleo de acusaciones sin pruebas contra Begoña Gómez (ver aquí). Conviene no despreciar el peso que puede haber tenido también el apoyo de Feijóo a las actuaciones genocidas de Netanyahu, que también resultan vomitivas e inhumanas para muchos votantes del PP (ver aquí). Feijóo aterrizó en la presidencia del partido ejecutando a Casado y convencido de que en unos meses habitaría en La Moncloa. Apostó casi todo a que este domingo sí, esta vez Sánchez no tendría más remedio que tirar la toalla, con la inestimable ayuda del juez Peinado y su hallazgo de una “apariencia inicial de sospechas de indicios de elementos de hechos delictivos…” en mitad de la campaña. El fango y la judicialización de la política pueden dar votos… a sus víctimas.
El ‘perro’ Sánchez era un gato.- Hace ya años que algunos analistas advertían que Pedro Sánchez está acostumbrado a caer de pie (primarias PSOE, moción de censura, victorias ajustadas contra pronóstico…), y que alguna vez se partiría la crisma de tanto arriesgarse a saltar por la ventana. El 9J ha vuelto a salvarse, y prácticamente sin arrugas en el traje. Una vez más ha plantado cara a propios (Felipe González haciendo campaña a la contra) y extraños (Feijóo, Abascal, Alvise… los tropecientos medios alineados en las derechas y jueces dispuestos a criminalizar a su mujer, a quien algunos denominan “entorno”). Sus Cartas a la ciudadanía, sus cinco días de reflexión, su anuncio de un plan de “regeneración democrática” han tenido mucho que ver en la reactivación de las filas socialistas, que una vez más (ya ocurrió el 23J) se han movilizado no sólo ante la amenaza ultraderechista sino ante la realidad de unos poderes políticos, judiciales y mediáticos que no aceptan gobiernos de izquierda en España. La resistencia del PSOE este 9J disuelve la pretensión del PP de unas elecciones generales inmediatas, pero no garantiza la estabilidad para toda la legislatura. Sánchez podría aprovechar el viento de cola y la necesidad de sustituir a Teresa Ribera en el Gobierno para abordar cambios de calado en el Ejecutivo que le permitan recuperar iniciativa política tras el desgaste de la amnistía, plantear reformas acordes con esa anunciada “regeneración democrática” e iniciar la complejísima negociación de presupuestos para 2025. Pero si ERC no permite gobernar a Illa (este mismo lunes tendremos algún indicio con la constitución de la Mesa del Parlament), no sería descabellado pensar que Sánchez se planteara hacer coincidir la repetición electoral en Cataluña con el anticipo de las generales. Tiempos veloces, difíciles de gestionar… y de digerir.
Vox gana dos escaños y mantiene fortaleza.- La campaña de Abascal ha sido la envidia de unos cuantos dirigentes del PP. Sin curvas, sin contradicciones, con la habilidad de copar protagonismo en la marabunta mediática. Tiró del loco Milei para provocar incluso un conflicto diplomático con España, organizó una parada de los monstruos del extremismo nacionalpopulista en Madrid y posó en plena campaña con Trump, con Meloni o con Netanyahu. Surfea Abacal esa ola que recorre Europa y otros lugares del mundo, aunque sus socios no han conseguido en la suma la influencia decisiva que pretendían. Y eso, de alguna forma, agua el resultado de Vox casi tanto como el mordisco sufrido por ese hijo pródigo y aún más gamberro que es Alvise, de profesión propagador de bulos y calumnias.
Sumar respira… de momento.- Costaba mucho entender la forma en que Yolanda Díaz hilvanó estas elecciones europeas, ubicando a una respetada activista pero absolutamente desconocida en política, Estrella Galán, en el número 1 sin consultar con nadie, dando el segundo puesto a los Comunes y privilegiando a Compromís por delante de Izquierda Unida y Más Madrid, y retirando a María Eugenia Rodríguez Palop, que había trabajado, pico y pala, la representación en Bruselas. Todo eso habría sumado una debacle absoluta si Sumar hubiera quedado por detrás de Podemos, su enemigo íntimo, el hermano que abandonó la casa y con el que no se habla. Ha salvado los muebles al quedar por delante del partido morado (ver aquí). Es un respiro relativo y engañoso por dos motivos: el espacio a la izquierda del PSOE pierde con la fractura un escaño (de los 6 que obtuvo Podemos en 2019) e Izquierda Unida, socio clave del proyecto Sumar, se queda fuera, lo cual tendrá consecuencias para el liderazgo de Díaz.
En España han ganado las derechas del PP, Vox y Alvise, Feijóo ha perdido el plebiscito lanzado contra Sánchez y a la izquierda del PSOE se debe abrir una reflexión sobre su división y debilidad
Podemos resiste y pide respeto.- Entre los mantras aceptados hace sólo dos meses figuraba el de que Podemos aspiraba sólo a lograr un escaño para Irene Montero en estas europeas. Ha conseguido dos, de modo que demuestra su capacidad de resistencia, o bien certifica la incapacidad (al menos hasta ahora) de Yolanda Díaz de minimizar a los morados. Podemos tiene que asumir su cuota de responsabilidad en el hecho de que la suma a la izquierda del PSOE pierde un escaño en Bruselas, pero su presencia supone una llamada al respeto por parte de quienes dieron por liquidada a la formación hace ya meses. Tanto Sumar como Podemos deberían hacer la reflexión que merece una caída del espacio común que puede ser decisiva en el mapa político futuro.
El propagador de bulos Alvise ya es aforado.- Empieza ahora la fiesta para Alvise Pérez, creador y divulgador de falsedades y difamaciones (con condenas dictadas y causas judiciales pendientes) que ha logrado tres escaños con esa gamberrada política titulada ‘Se Acabó la Fiesta’, sin programa y sin partido. Quizás es el dato que más debería preocuparnos en términos de calidad democrática, aunque no sea estrictamente novedoso (hace muchos años que Ruiz Mateos logró también un paraguas de protección judicial en unos comicios europeos a base de insultos y numeritos espectaculares). Nadie duda que sus votos se sumarán constantemente a los de Vox, y que junto al PP sirven para que las derechas acumulen un 48% del total frente a un 38% de las izquierdas. Probablemente sea un fenómeno provisional, pero significativo de estos tiempos en los que cualquier influencer con seguidores suficientes y sin la más mínima intención de aportar soluciones a ningún problema puede llegar a un parlamento utilizando financiación opaca y redes sociales para multiplicar el eco de sus insultos y disparates en sectores de la ciudadanía (hombres jóvenes, fundamentalmente) atrapados por diversos miedos y entregados a la indignación permanente.
Junts y ERC se desploman.- Era una de las incógnitas clave de la noche electoral en clave nacionalista. La coalición Ahora Repúblicas (formada por ERC, Bildu y BNG) ha logrado mantener los tres escaños que tenía, mientras Junts ha perdido dos de los tres que obtuvo en 2019. Lo cierto es que el independentismo catalán cae del 49,8% de voto conseguido en 2019 al 32,8%, casi 17 puntos. El dato es relevante, aunque no sea trasladable a unos comicios catalanes, porque sí puede influir en la toma de decisiones sobre la gobernabilidad pendiente de resolver en Cataluña. Este mismo lunes habrá indicios en la conformación de la Mesa del Parlament, pero sobre todo habrá que pulsar en las próximas semanas cómo resuelve ERC una duda casi existencial: si permite gobernar a Salvador Illa o no. Ha bajado más Junts que ERC, pero el debate que se abra sobre este resultado puede condicionar también la duración de la legislatura estatal. El PNV ha conservado su escaño en Bruselas pese a caer también del 33 al 25% en votos en Euskadi.
Los demócratas resisten en Europa frente al ascenso ultra.- Lo que se jugaba de verdad este domingo la UE tenía poco que ver con las cuitas nacionales aquí centradas en la amnistía o las actividades de Begoña Gómez. Era factible la posibilidad de que el PP europeo se entregara a pactos con algunas fuerzas de extrema derecha si estas obtenían números decisivos pese a que su objetivo declarado es desmantelar desde dentro el proyecto europeo. No ha sido así (ver aquí). Pese al ascenso del nacionalpopulismo, la suma de Populares, Socialdemócratas, Liberales y Verdes obtiene un 63% de los votos y mayoría suficiente para que no se produzcan alianzas ni siquiera con Meloni, blanqueada durante la campaña por la aspirante a seguir presidiendo la Comisión, Úrsula Von der Leyen, y también por Feijóo. Los valores europeos aguantan la embestida, pese al muy preocupante hecho de que Le Pen ha ganado ampliamente en Francia y provocado el inmediato adelanto electoral decidido por Macron, y la extrema derecha alemana ya es segunda fuerza.
Si hubiera que resumir (mucho) lo ocurrido en esta jornada electoral habría que decir que en España han ganado las derechas del PP, Vox y Alvise, Feijóo ha perdido el plebiscito lanzado contra Sánchez y a la izquierda del PSOE se debe abrir una reflexión sobre su división y debilidad. En términos de bloques, el de investidura se ha quedado a 330.000 votos del que forma el lado diestro (no hay "goleada", por mucho que bramen en las redes). Y ante riesgos e incertidumbres, sigue quedándonos Europa, que ha resistido frente al ciclón de las extremas derechas antieuropeístas.
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