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La adicción confesable de Marwán a 'Cobra Kai': “Es una serie tan entrañable como patética”

El artista Marwan actúa en la clausura del mes de homenaje al músico Luis Eduardo Aute, en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), a 27 de mayo de 2022, en Madrid (España).

Laura Prieto

Marwán Abu Tahoun Receio (Madrid, 1979) es uno de los cantautores y poetas más reconocidos del panorama actual. Nacido en el popular barrio de Aluche, sus raíces palestinas forman parte de sus letras, poemas y todas sus creaciones artísticas.

A sus espaldas cuenta ya con una decena de álbumes y libros: Las cosas que no pude responder, La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, Mis paisajes interiores o, el último, Una mujer en la garganta. En ellos habla de la vida, del amor y del desamor, pero también de la política, la guerra y su familia. Su último disco, El viejo Boxeador, habla de “segundas y terceras oportunidades” y es un homenaje a su padre Salmán, que vivió en un campo de refugiados hasta los 16 años. En él, plantea la vida como un ring de boxeo en el que hay que saber encajar los golpes. 

Las referencias al deporte están presentes en algunas letras del cantautor y también en su día a día. Escribe columnas regularmente en el diario As y realizó la serie Crónicas Poéticas para El País durante el Mundial de Fútbol de Rusia. Además, antes de dedicarse a las letras, Marwán estudió Ciencias del Deporte e incluso llegó a trabajar como profesor de educación física en un colegio. 

Como ha comentado en alguna ocasión, de adolescente le gustaba jugar al fútbol, aunque a los 18 tuvo que dejarlo por una lesión. A pesar de ello, entre las series favoritas de su infancia no destaca Oliver y Benji, sino que se decanta más por el arte de la lucha y confiesa a infoLibre que le encantaban las historias de Jackie Chan. Es este uno de los motivos por los que, cuando le preguntamos por su “placer culpable”, Marwán elige la serie Cobra Kai

No todo el tiempo tiene que ser sublime, ni de producción, ni para aprender. Valoro esos momentos en los que me dejo ir y, simplemente, descanso

“Es una serie tan entrañable como patética. Sus protagonistas tienen la capacidad racional de un niño de tres años, pero a la vez es un viaje de regreso a mi infancia”, afirma. Cobra Kai es la continuación, 36 años después, de la histórica franquicia de Kárate Kid, en la que un antiguo estudiante, Johnny Lawrence, reabre el dojo Cobra Kai y se enfrenta a su rival Daniel LaRusso. La producción, que comenzó en 2018 en la plataforma de YouTube, dio el salto a Netflix y en breve saldrá a la luz su sexta y última temporada.

No vamos a estar todo el día leyendo a Tolstoi ¿no?

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El poeta y cantautor cree que "la nostalgia tiene mucho poder sobre nosotros”, aunque reconoce que una parte de él siente que pierde el tiempo viendo estos capítulos delante del sofá en lugar de hacer algo “de mayor calidad”. “No todo el tiempo tiene que ser sublime, ni de producción, ni para aprender. Valoro esos momentos en los que me dejo ir y simplemente descanso”, defiende el cantautor, mientras sigue insistiendo en que “la serie es bastante mala”. “La trama es más floja que yo mismo en un concurso de pesas”, apunta divertido, así que, por si todavía no había quedado claro, no la recomienda, “salvo como anécdota". 

La serie de artes marciales ha tenido su éxito entre los que pasan ya de la cuarentena. El politólogo Lluís Orriols defendía hace un par de años en infoLibre: "Esta secuela era una de las principales deudas pendientes con la generación que crecimos en los ochenta y que tenemos a Karate Kid como una de las películas pilares de nuestra infancia". Este profesor e investigador se la recomendaba entonces a las personas de su edad y destacaba como principal atractivo el poder ver cómo han crecido sus personajes, porque son los mismos actores, ahora adultos, que aparecían en el filme original.

Marwán asegura que no suele ocultar sus placeres, aunque supone que aquellos que lo hacen, actúan “bajo el miedo a ser juzgados y etiquetados como ‘superficiales’”, algo que, cree, está más presente cuando la labor de uno, por la que es reconocido, tiene que ver “con algo más profundo y cultivado”. No le viene a la cabeza ningún placer de aquellos que tienden a generar culpabilidad en referencia a sus conocidos y amigos, pero da por sentado que todos los tenemos y que, además, es muy sano que sea así. “No vamos a estar todo el día leyendo a Tolstoi ¿no?”, concluye. 

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