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Un concierto (de los de antes) para volver a la normalidad (de verdad)

No sé de dónde viene la frase, pero siempre he oído que la música amansa a las fieras. En mi caso funcionó como una especie de chaleco salvavidas de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor cuando la pandemia inundó todo. Siempre lo ha sido, pero de marzo a junio de 2020 —más o menos el tiempo que la casa tuvo que ser el trabajo, el bar, el cine, el teatro… todo, vaya—, lo fue muchísimo más. Digamos que la música, a mi entender, lo que amansa es la ansiedad. Al fin y al cabo, otra fiera.

En ese momento en el que todo era más extraño que crear una Oficina del Español en Madrid, encontré una vía de escape. Lo que más eché de menos durante el confinamiento, y a la vez lo que más lejano veía, era ir a un concierto. Y aunque he dicho antes que mi casa se había convertido en todo, eso no es del todo verdad. Mi casa no se convirtió en ningún concierto, ese papel lo adoptó mi coche. Y lo hizo cada sábado, además.

Sé que suena extraño, pero acabó siendo una especie de ritual. Hacía una lista con todo lo que hacía falta —en la que siempre aparecía papel higiénico—, cogía las bolsas del supermercado —bien visibles por la calle, no fuera a pensar nadie que me estaba saltando las normas— y cogía el coche para ir a hacer la compra. Ahí empezaba el concierto. En el escaso trayecto que separaba mi casa del Mercadona, escogía minuciosamente un par de canciones, las programaba en el móvil, lo conectaba y subía el volumen. Y se me olvidaba todo. Ni pandemia ni pandemio.

Ahora no lo programo. Simplemente, cuando suenan determinadas canciones en el modo aleatorio del móvil, me traslado automáticamente —y mentalmente, claro— a un concierto. Pero a uno de verdad, de los de antes, de los que salías agotado, afónico y con la ropa manchada con el contenido del vaso de alguien que, de manera poco meticulosa, había vertido el líquido encima de ti. Cosas que pasan. Que pasaban, mejor dicho.

He querido utilizar este espacio para compartir algunas de ellas. Sería algo así como mi concierto ideal, un paréntesis en el tiempo que curaría (a mi entender) todo lo que hemos vivido. Es verdad que para que se hiciera realidad habría que revivir a alguna que otra persona, pero obviémoslo.

El orden no tiene ningún tipo de sentido lógico, así que se puede escuchar como se quiera, aunque se recomienda un volumen elevado para una mejor experiencia (cuando la música hace retumbar tu estómago, suena diferente):

Inmigrant Song, Led ZeppelinInmigrant Song

Empezar por aquí es un poco tramposo, pero es una promesa. Esta canción no formaba parte de mi lista inicial, pero sí de la de mi sobrino de 8 años.

—¿Cuál es la canción que más te gustaría escuchar en un concierto ahora mismo?

—I’m strong, de Led Zeppelin

Se confundió en el nombre pero lo tuvo clarísimo. La conoce porque forma parte de la banda sonora de la película Thor Ragnarok. Y porque Led Zeppelin es de sus grupos favoritos. Además, tienen algo en común con Thor: desde que esta canción vio la luz en los setenta, el sonido de la banda empezó a ser llamado “el martillo de los dioses”. Todo viene de la letra: “El martillo de los dioses llevará nuestro barco a nuevas tierras”. La canción hace alusión a las batallas épicas de los vikingos, aunque el objetivo de incluirla a la lista es que evoque, en realidad, a un concierto épico.

You are simply the best, Tina TurnerYou are simply the best

La canción es un clásico y Tina Turner tenía que estar. No lo parece para nada, pero la reina del rock acaba de cumplir 80 años. Ya se ha retirado y vive en Suiza desde 2013, tras una vida llena de turbulencias. Ha sufrido un accidente cerebrovascular, un cáncer de intestino, insuficiencia renal y un trasplante de riñón. Además, vivió un primer matrimonio en el que sufrió abusos y maltrato —cuya historia inspiró la película Tina— y tuvo que sobreponerse al suicidio de su hijo. Por todo, y porque escucharla un minuto repone a cualquiera, Tina es the best.

Shot Down in Flames, ACDCShot Down in Flames

El sonido de la guitarra de Angus Young se reconoce desde el primer acorde. Y con esta canción, más todavía. Forma parte del álbum Highway to Hell, lanzado en 1979, y es uno de los clásicos de la banda australiana. Su último disco, Power up, se publicó en noviembre de 2020 y fue una especie de tirita contra la pandemia. Más todavía cuando empezaron los rumores de que ACDC iniciaría una gira cuando fuera posible —ya sabemos que los conciertos del mítico grupo no permiten ni estar sentado, ni no gritar, ni no saltar—. Todavía no se sabe qué pasará, pero subir el volumen con esta canción transporta. En mi caso, al Calderón, al 31 de mayo de 2015. Queda lejos. Y, además, ese estadio ya ni existe.

Soy, RosendoSoy

El de Carabanchel (Madrid) tampoco podía faltar. Reconozco que conocí esta canción de pura casualidad, sonó sola mientras escuchaba una lista aleatoria con sus mejores canciones —todas, vaya—. Es de esos temas que creo que te obligan a subir el volumen, de los que se te clavan en la mente y ya no puedes dejar de cantar. Para desgracia de todos los que admiramos a la mejor guitarra nacional —con esto se puede no estar de acuerdo, claro—, el cantante se despidió de los escenarios con una gira llamada Mi tiempo, señoríasMi tiempo, señorías. En Madrid fue en diciembre de 2018 en el Palacio de los Deportes —reniego de llamarlo Wizink Center, aunque acabaré cayendo igual que empecé a llamar Carrefour al Pryca— y, como siempre, dejó la piel de los brazos de su público de gallina durante unos días. Ahora Rosendo ya no toca, el Palacio de los Deportes es un centro de vacunación y lo único que pone la piel de gallina de la emoción es ver cómo vamos acabando con la maldita pandemia. Las cosas cambian, pero la música de Rosendo, por suerte, nunca lo hará.

Bribriblibli, ExtremoduroBribriblibli

Con lo que costó conseguir las entradas, la mayoría hemos acabado devolviéndolas. De nada sirvió poner varios ordenadores en la “cola virtual” de Ticketmaster, llamar a tus amigos o familia para ver cuántas entradas querían y respirar de alivio al meter los dígitos de la tarjeta en el momento de pagar. Extremoduro, que llevaba años sin tocar porque Robe Iniesta, el vocalista, había emprendido su propio camino, iba a volver a los escenarios para contentar a los nostálgicos de los de Plasencia en junio de 2020. Claro, en marzo no nos imaginábamos que el covid fuera a ocasionar lo que ocasionó. Cuando llegó abril ya dudábamos y en mayo tuvimos que descartarlo. La banda dijo que intentaría tocar “en otoño”, pero cuando llegó el verano la esperanza volvió a disiparse.

En julio ya dijeron que la gira era imposible. Quedó aplazada para mayo de 2021. “Un mes antes de empezar no tendrá que haber ninguna restricción de ningún tipo, ni mascarillas, ni geles, ni distanciamiento”, dijeron. Lo anunciaron cuando se publicó que la vacuna de Pfizer funcionaba. Se emocionaron. Y la pandemia obligó a volver a aplazarlo a junio. Y pasó lo mismo. “Dije que tocaríamos por cojones, pero ahora ya no estoy tan seguro”. Palabras de Robe, que aconsejó devolver las entradas. Habrá que seguir esperando. Pero para los que no puedan, el extremeño ya ha dicho que hará otra gira con su último disco en solitario, Mayéutica. Cura cualquier mal día y las canciones, estas sí, pueden escucharse sentado y con la mascarilla pertinentemente colocada.

El 13 de julio, Gonzalo Muñoz, más conocido como Salo, uno de los fundadores de la banda, falleció en Plasencia. "¡Que suene bien alta esa música!", publicó el grupo en sus redes. Habrá que hacerles caso. 

Badlands, Bruce SpringsteenBadlands

Bruce Springsteen vuelve a los escenarios este verano. Con polémica, además: sólo permitirá la entrada al público vacunado, pero a los que no lo estén con AstraZeneca. "Bajo la dirección del estado de Nueva York, Springsteen en Broadway y el Teatro St. James solo aceptarán pruebas de vacunas covid-19 aprobadas por la FDA (Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson)", explican en la web del evento, según recoge la Cadena Ser. De momento no cruzará el charco, así que los españoles tendremos que esperar para escuchar en directo otra vez Badlands, quizá la canción más mítica de Springsteen —con permiso de Born in te USA—, también conocido como The Boss The Boss(el jefe, apodo que se ganó porque en sus inicios con la E Street Band era el que organizaba hasta los pagos a los músicos). Por ahora, un móvil, un reproductor de música o un coche tendrán que bastar para transportarse a Broadway.

En blanco y negro, BarricadaEn blanco y negro

La canción, creo, más mítica de la banda encabezada por Enrique Villareal, más conocido como El Drogas —sí, el que admitió, quién iba a pensarlo, que algún que otro estupefaciente había consumido—. En blanco y negro no hace justicia a su título, porque con sólo escuchar el inicio del tema cualquier mal día puede convertirse en un subidón. Los navarros, que se juntaron en 1982, ya no tocan juntos, pero esta canción siempre forma parte del recital que El Drogas ofrece encima de los escenarios. Sabe lo que le gusta a su público. Eso sí, se recomienda que si no se quiere acabar la canción como explicábamos antes, se haga uso de un chubasquero. Aunque bien es cierto que con las ganas que hay de escuchar una canción como esta en directo, ni el más tiquismiquis pondría pegas.

Jumping Jack flash, The Rolling StonesJumping Jack flash

Que me perdone Angus, pero ver a Keith Richards saltar al escenario no tiene comparación posible. Perdón por el momento fan melancólica, pero el 25 de junio de 2014 pude verlo. Esta vez en el Bernabéu, que tampoco sigue en pie tal y como estaba entonces —me hago mayor, parece—. A mí, que en aquel entonces tenía 19 años, pues alguna que otra lágrima se me saltó. Ya cuando pudimos ver a Mick Jagger con su chaqueta de lentejuelas roja, cundió la locura —el atuendo lo he consultado, no tengo tanta memoria—. Estas entradas sí que costó comprarlas. Ni conseguir papel higiénico en pleno mes de marzo fue tan difícil.

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Hay teorías sobre qué significa la letra de la canción de la banda inglesa, que además aparece en una película que lleva el mismo nombre y que protagonizó Whoopi Goldberg. Con hacer una pequeña búsqueda aparecen las dos posibilidades: o que la canción la inspiró el jardinero que trabajaba en una casa de Richards —a la que fue con Jagger—, o que el tema trata sobre drogas. Solo lo saben sus satánicas majestades. A lo mejor, de hecho, ni siquiera tiene nada que ver con todo esto.

Cuando el mar te tenga, El último de la filaCuando el mar te tenga

Tiene poco que ver con los temas anteriores, pero me gustaría terminar con él. La música puede trasladarte a muchos lugares, pero también puede traer de vuelta a muchas personas. Cuando el mar te tenga —Ruge mistral, para mí es uno de los clásicos de El último de la fila, la banda encabezada por Manolo García que vivió su época dorada en la década de los ochenta y los noventa. Se disolvieron en 1998, pero temas como este siempre quedarán en el recuerdo. Más si tienen un significado para quien los escucha.

No sé de dónde viene la frase, pero siempre he oído que la música amansa a las fieras. En mi caso funcionó como una especie de chaleco salvavidas de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor cuando la pandemia inundó todo. Siempre lo ha sido, pero de marzo a junio de 2020 —más o menos el tiempo que la casa tuvo que ser el trabajo, el bar, el cine, el teatro… todo, vaya—, lo fue muchísimo más. Digamos que la música, a mi entender, lo que amansa es la ansiedad. Al fin y al cabo, otra fiera.

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