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Detrás de la historia

Esclavos contra el hijo de Colón: el tráfico de seres humanos bajo bandera española

Recreación de la llegada de Cristóbal Colón a La Española en 1492.

José Carlos Huerta

El día de Navidad de 1521 los esclavos africanos de Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón, se rebelaron en la isla de La Española (que acoge actualmente a Haití y República Dominicana). Comenzaron una revuelta en la que murieron "varios blancos", según las crónicas, y aunque fueron derrotados rápidamente y castigados brutalmente, serían los primeros esclavos en rebelarse en la historia de América, según algunos autores. El sometimiento de la población indígena y de los esclavos africanos traídos expresamente por los españoles estuvo marcado por las rebeliones y las luchas contra los invasores

El transporte de esclavos desde África a América fue una de las mayores migraciones forzadas de toda la historia con, como mínimo, 12 millones y medio de personas cargadas de cadenas a través del Atlántico entre 1501 y 1866, aunque algunos autores elevan la cifra hasta los 60 millones. Este tráfico comenzó con los primeros viajes de España y Portugal.

Desde que Cristóbal Colón llegó a la Española, la población autóctona fue diezmada violentamente, por las condiciones de trabajo y por enfermedades infecciosas para las que su sistema inmunitario no estaba preparado. Tan sólo 25 años después, el 95% de los indígenas habían muerto. Para que la explotación del "Nuevo Mundo" continuara, había que conseguir mano de obra donde fuera. Entre 1501 y 1866, barcos con bandera de España transportarían más de un millón de esclavos desde África hasta América, el 8,3% de todo el tráfico estimado.

El primer barco del que se tiene constancia que realizara este viaje fue una nave presumiblemente de bandera española en 1526, y hay constancia de que Fernando el Católico autorizó el traslado de 50 esclavos africanos para las minas de Oro de La Española en 1510. Este flujo estaría dominado por comerciantes españoles y portugueses durante la práctica totalidad del siglo XVI. Ambas naciones embarcarían a más de 60.000 africanos en este periodo. Este volumen de tráfico sería posible porque desde mediados del siglo XV ya se habían establecido rutas de traslado de esclavos desde África a Europa, llegando a tal punto que, en 1455, el 10% de la población de Lisboa era negra.

 

Reproducción de un grabado en madera sobre un tratante de esclavos (h. 1854).

De los 60.000 esclavos embarcados en África por España y Portugal en este periodo, 9.000 morirían ya en el viaje. Las condiciones de los viajes transatlánticos para los esclavos eran inhumanas y brutales. Los prisioneros viajaban bajo cubierta, desnudos, encadenados y hacinados en unas travesías cuya duración media era de 32 días. Además, en torno al 25% de los esclavos eran niños. Las condiciones eran tan duras que alrededor del 12% moría antes de llegar a su destino.

El traslado de esclavos africanos sería declarado ilegal posteriormente por España, ya que un tratado de 1713 cedía la totalidad de este negocio a Inglaterra. No obstante, el comercio español de esclavos seguiría funcionando, y existen registros de barcos de bandera española (o de las colonias americanas) transportando esclavos hasta tan tarde como el siglo XIX. De hecho, la esclavitud no sería abolida en España hasta 1837, y perduraría en algunas colonias americanas hasta 1886, 365 años después de aquella temprana rebelión navideña.

Almas a cambio de oro: la encomienda

Guarocuya, conocido como EnriquilloEnriquillo por los españoles, era el hijo de un cacique indígena taíno de La Española, y en 1519 huyó de la hacienda en la que hacía de capataz del resto de indios. Contactó con los taínos que aún se ocultaban en la sierra de Bahoruco y empezaron una serie de acciones contra los invasores españoles. Quemaron plantaciones, atacaron fincas y, tras 14 años de rebelión, consiguieron un tratado de paz en el que se garantizaba la libertad de la población indígena, que por aquel entonces ya estaba tan diezmada y dispersa que la aplicación del tratado no se llevó a la práctica.

 

Francisco Hernández Girón, encomendero español que se rebeló en el Perú en 1553 contra la autoridad real.

Enriquillo era hijo de uno de los caciques taínos de la isla que, años antes, trataron de negociar la paz con los invasores. Según cuentan las crónicas, soldados españoles bloquearon la casa en la que se habían reunido los caciques indígenas y le prendieron fuego, matando a los que escapaban. El líder indígena fue entonces criado entre españoles, y bautizado con el nombre de Enriquillo. Bartolomé de las Casas, fraile dominico y uno de los más célebres cronistas de la primera ocupación de América, fue mentor suyo y le enseñó a leer y escribir.

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De las Casas, fraile dominico y cronista español, fue muy crítico con el sistema de explotación que instauraron los españoles en América para con la población indígena: la encomienda. El sistema de encomienda establecía que los indígenas se ponían "en manos" de un encomendero, que debía "cuidar de los indios en lo espiritual y en lo temporal". Es decir, el encomendero debía proporcionarles cobijo y comida, pero sobre todo debía evangelizarlos.

La evangelización era el sustento ideológico del sistema: "salvar" las almas de los indígenas. A cambio, estos le debían al encomendero unos tributos en especie (como un cascabel de Flandes lleno de oro cada tres meses), de una forma muy similar a como funcionaba el feudalismo, solo que debía tener una duración máxima de dos años. Al menos esa era la teoría. En 1515, De las Casas denunció ante la Corona los abusos del sistema, que se convierte en una práctica esclavitud. Los abusos estaban tan extendidos que, en 1547, Carlos I redactó unas nuevas leyes declarando que no se asignarán nuevas encomiendas y las existentes morirán con sus titulares.

Esta nueva ley causará revueltas entre los encomenderos en América, lo que hará que se mantenga la condición de que la encomienda sea hereditaria. Así, el sistema pervive en algunas zonas hasta 1791. Pero no hay que olvidar que la encomienda solo se aplicaba a los indígenas americanos, que habían sido declarados "libres" por la bula papal Sublimis Deus en 1537Sublimis Deus. Esta bula no se aplicaba a los africanos, que podían ser esclavizados por "paganos", según recogía la bula papal Dum Diversas de 1452.

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