Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955) es uno de los periodistas de guerra más importantes y reputados de nuestro país. Ahora, más alejado de las trincheras y de las balas, se dedica a escribir libros en los que habla sobre la pandemia, el periodismo o sobre sí mismo . En su trayectoria, principalmente en el diario El País, sus pies pisaron los lugares más lejanos del mundo, guerras que desangraron países y tragedias que ahora están en los libros de historia de los Balcanes, Chechenia, Iraq o Afganistán. Pero hoy, Ramón Lobo no viene a hablar de las muertes, la desesperanza y los conflictos sobre los que tantas veces escribió, sino para abrir un rayo de luz entre todo el pesimismo que nos invade en la actualidad.
Y es que 2022 está siendo, para el periodista, un año complicado para ser optimista. “La cosa se torció cuando Rusia invadió Ucrania y ahora está cocinándose una recesión económica con inflación alta y cortes de suministro de gas en otoño y en invierno. Será un año difícil". Un clima bélico en el que, pese a todo, ve dos ventanas para la esperanza.
A nivel político, nos habla de la Unión Europea, “un regalo al que cuidar” en el choque de potencias de la política internacional. "Lo más destacable para mí es que creo que la Unión Europea se ha dado cuenta de su importancia y de la importancia de trabajar unidos en un mundo que está dominado por tres potencias. Dos de ellas que son autocráticas, Rusia y China, y una tercera, Estados Unidos, que va de cabeza a un gobierno autocrático en 2024. Porque en enero de 2025 seguramente esté Trump o un presidente peor en la Casa Blanca".
En cuanto a lo social, Ramón Lobo ve esperanzas de futuro en la gente corriente. En un mundo lleno de malas noticias y donde el propio periodista admite que su consumo de información es cada vez menor, quiere ver en la calle el refugio de las buenas noticias. Porque precisamente se pueden encontrar esas buenas noticias que con tanto empeño buscamos “cuando sales a la calle y ves a la gente haciendo cosas buenas por los demás, empeñada por ejemplo en conseguir que funcionen los Bancos de Alimentos”. "Con Twitter da la sensación de que todo es basura y, bueno, se ve y se huele mucho la basura, pero también hay cosas interesantes", apostilla.
Hay que sospechar de toda la información que nos llega, aunque parezca cierta
Lobo duda del pesimismo generalizado y lo atribuye a los círculos cerrados en los que los políticos y los periodistas se mueven. Para él, la clave es, una vez más, bajar a la calle, y en concreto, al metro. “Como me dijo una vez una inmigrante: ‘la realidad viaja en metro’”. Y continúa: “la vida es muy complicada para muchas personas que no pueden llegar a final de mes, tienen sueldos bajos o pueden perder el trabajo”. En ese contexto, Lobo destaca la lucha para salir de esta coyuntura y, sobre todo, para él es importante no pensar que somos los únicos en una situación negativa. Añade que en un mundo globalizado, problemas como la inflación o la crisis son mundiales y por ello es fundamental estar informados y tener “una actitud defensiva ante la información”.
Ver másTodo es propaganda menos la realidad
"Hay que sospechar de toda la información que nos llega, aunque parezca cierta. Siempre hay que tratar de confirmar y estar seguro de que es cierto lo que estás consumiendo, sea un tuit o una información en un reportaje. Hay mucha gente que está diciendo y haciendo cosas muy interesantes que hay que saber seleccionar y leer, que eso que se ha hecho toda la vida. Tú no vas a una librería y coges cualquier libro, sino que lo seleccionas o bien porque es un autor que conoces o porque un amigo o una amiga te ha dicho que es un buen libro. Pues es lo mismo, hay que seguir funcionando con esa prevención", reflexiona.
Y aún prosigue: "Hace poco leí un artículo de una periodista y escritora que decía que le costaba decirlo reconocerlo, pero se había dado cuenta de que hay muchos amigos suyos periodistas a los que les pasa lo mismo. Que están dejando de consumir noticias por la mezcla de noticias falsas con otras verdaderas pero redactadas de forma muy poco entretenida, siempre desde un punto de vista negativo, nunca con la esperanza". Confiesa entonces que él mismo ha reducido "muchísimo el consumo de noticias" y, por ejemplo, no ve apenas televisión y nunca los informativos en castellano de ninguna cadena: "Cuando hay algo gordo, me nutro por las extranjeras, sobre todo la BBC. Y leo mucha prensa nacional e internacional siempre en las webs, hace mucho que no compro papel".
Con un porvenir tan lleno de incertidumbre, el periodista nos invita a centrarnos en vivir el presente: "El principal truco para mirar el futuro es no mirar al futuro, puesto que no existe y es una proyección de nuestros miedos y esperanzas. Lo que hay que hacer es trabajar con lo que tenemos, con el presente, y yo creo que para no caer en melancolías lo mejor es trabajar en el presente y vivir la vida. Alguien me dijo que la vida hay que medirla cada cinco años. Si miras hacia atrás y mides tu vida en los últimos cinco años te das cuenta de si avanzas. Por lo tanto, no hay que ponerse muy nervioso, y en estos meses de verano cuando todo el mundo se va de vacaciones, yo que vivo solo, lo noto más. Yo estoy aquí en mi casa refugio, con dos gatos, mis libros, la televisión y mi ocio". Así cumple con el ejemplo de sus palabras y pasa los días relajado en estos meses tan calurosos como inciertos.
Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955) es uno de los periodistas de guerra más importantes y reputados de nuestro país. Ahora, más alejado de las trincheras y de las balas, se dedica a escribir libros en los que habla sobre la pandemia, el periodismo o sobre sí mismo . En su trayectoria, principalmente en el diario El País, sus pies pisaron los lugares más lejanos del mundo, guerras que desangraron países y tragedias que ahora están en los libros de historia de los Balcanes, Chechenia, Iraq o Afganistán. Pero hoy, Ramón Lobo no viene a hablar de las muertes, la desesperanza y los conflictos sobre los que tantas veces escribió, sino para abrir un rayo de luz entre todo el pesimismo que nos invade en la actualidad.