Andrés Suárez: "El humor de Ferrol es selecto y humilde, te arranca la carcajada sin pretenderlo"

Tiene fama y pinta Andrés Suárez (Ferrol, 1983) de tipo intenso y sobradamente emocional. La pasión que pone en sus canciones y en sus interpretaciones parece dejarnos bien claro que estamos ante un músico que vive la vida exprimiendo al máximo los sentimientos como única manera de crear y, en última instancia, habitar. Una manera irrenunciable de vivir para sacar lo más profundo de uno mismo y compartirlo con sus millones de seguidores en un contrato sin firma con un único punto a cumplir: residir en la honestidad brutal.

Aunque aparentemente en su obra musical no sea la comedia un recurso habitual, su sensibilidad y perspicacia vital le lleva a encontrar en ella también cierto tipo de refugio en su día a día. "Reír es la única salida", asegura a infoLibre, citando al "maestro" Andreu Buenafuente, aún añadiendo: "Nos queda el arte, la palabra, el sexo y los amigos. Muy por encima de todo está el humor. El humor es un lugar distinto, muy por encima de la realidad, donde todos somos mejores. Tal vez, el problema venga de camuflar la ira, el racismo, la homofobia y los complejos en algo que pretende ser humor. La cobardía y el humor han de ser antónimos".

Después de afirmar que "en el humor todo vale, comenzando por uno mismo", reconoce con sorna que si hay algo que le hace "gracia" es la "poca vergüenza" que tienen algunos políticos, si bien intuye que no es demasiado original en este punto, pues es algo generalizado en la ciudadanía. No es de extrañar, por tanto, tornándose un poco más serio, que no haya ningún político que le haga una gracia especial en sus intervenciones. "El Parlamento se ha convertido en la cara agria del humor", lamenta con desencanto.

Me reencontré recientemente con un viejo amigo de la infancia. Los dos presumimos de ser los mayores fans de Martes y 13 y volver a la infancia en risa es un ejercicio precioso. Millán Salcedo tiene momentos superlativos

Mucho más contento se pone al recordar la última vez que pudo encadenar una carcajada detrás de otra y reír sin parar sin poder evitarlo, sintiendo esa capacidad curativa que tiene la risa cuando nos agota de tanto rebotar en la tripa. "Me reencontré recientemente con un viejo amigo de la infancia -relata divertido-. Los dos presumimos de ser los mayores fans de Martes y 13 y volver a la infancia en risa es un ejercicio precioso. Millán Salcedo tiene momentos superlativos".

A estas alturas ya nos vamos convenciendo de que no es Andrés Suárez el señor tan serio que en ocasiones puede parecer. Y por si nos queda alguna duda, nos cuenta uno de esos ataques de risa en el momento más inesperado y el lugar más inapropiado: "Recuerdo un ataque de risa de mi padre como algo mío. Se le ocurrió preguntarle en un velatorio a la viuda qué había ocurrido. 'Le falló el aparatito', fue la respuesta. Os podéis imaginar el final..."

"Me inculcaron la risa desde mi niñez, no creo que sea cuestión del paisaje sino de las ganas que tengas de estar vivo", plantea el músico, que en cualquier caso acto seguido se moja a la hora de repartir honores de humores por nuestras diferentes regiones. "Creo firmemente en la risa de Cádiz, que tiene el humor más elegante", concede, pero en este punto se detiene y mira hacia el noroeste inevitablemente: "Ahora bien, admiro profundamente la sorna gallega. El humor de mi ciudad, Ferrol, es selecto y humilde, te arranca la carcajada sin pretenderlo".

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Y para muestra, un botón: "Pondría de ejemplo un camarero viendo el fútbol sin atender a un cliente durante mucho, mucho tiempo. Cuando este estalla y le recrimina el 'llevar mucho tiempo aquí', el camarero le contesta: '¿Y te acostumbras?'" Entre risas y ya más suelto después de esta concatenación de chascarrillos, se anima incluso Andrés a contarnos un chiste malo. Muy malo, pero eso ya lo sabemos y esa es la cosa. Atentos: "El tartamudo que solo sabe decir 'vermú' y eso pide a diario en el bar. Cansado, aprende a decir 'café'. ¿Lo quiere solo o con leche? 'Vermú'".

Como guinda a semejante obra de arte sacro (risas enlatadas), ya para terminar, un veraniego Andrés Suárez recuerda con nosotros sus vacaciones más divertidas, que fueron hace tan poco como "el primer día en el que se abrieron las puertas de aquel infierno de marzo de 2020 y pudimos volver a viajar". "En aquel viaje de nosotros tres en coche volviendo al mar están todas mis canciones", asegura, volviendo a recuperar su conocido tono de intensidad.

Y como colofón final comparte con todos nuestros lectores tres recomendaciones culturales para pasar un buen rato, escapar del mundanal ruido de fondo que nos persigue 24/7 y encontrar cobijo en este mundo rebosante de desvaríos. ¿Un libro? Los surcos del azar, de Paco Roca. ¿Una serie? Friends. ¿Un disco? Pensión Triana, de Javier Ruibal.

Tiene fama y pinta Andrés Suárez (Ferrol, 1983) de tipo intenso y sobradamente emocional. La pasión que pone en sus canciones y en sus interpretaciones parece dejarnos bien claro que estamos ante un músico que vive la vida exprimiendo al máximo los sentimientos como única manera de crear y, en última instancia, habitar. Una manera irrenunciable de vivir para sacar lo más profundo de uno mismo y compartirlo con sus millones de seguidores en un contrato sin firma con un único punto a cumplir: residir en la honestidad brutal.

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