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París, 1981: el verano que Laura Freixas desmitificó la "vida de escritor" con 'El jardín de al lado', de Donoso

La escritora Laura Freixas

Las mujeres han luchado durante siglos por la igualdad de derechos y oportunidades en la esfera social, política y cultural. Las restricciones impuestas por normas y expectativas de género han limitado su acceso a la educación y a la esfera pública, relegándolas a roles domésticos y secundarios. Estas limitaciones también se han reflejado en la literatura, donde las voces femeninas han sido tradicionalmente infrarrepresentadas y, a menudo, silenciadas. En este contexto, Laura Freixas (Barcelona, 1958), destacada autora y promotora de la literatura escrita por mujeres, ofrece a infoLibre una reflexión profunda sobre la importancia de la representación femenina en cuestiones artísticas y, por supuesto, vitales.

Hablando desde su propia experiencia, Freixas observa que muchas mujeres, como su propia madre (quien le transmitió el gusto por leer), han utilizado la lectura “como una forma de vivir experiencias que la sociedad les ha negado”. La escritora cree que su madre leía tanto porque, como ocurre todavía hoy con muchísimas mujeres, "la vida real y la sociedad que la rodeaban no le permitían desarrollar todo su potencial". Añade que, en parte, su progenitora lo hacía "de manera pasiva e imaginaria, leyendo vidas ajenas" porque "no podía actuar en la sociedad de manera real".

Esta reflexión refleja una realidad más amplia: las mujeres han encontrado en la literatura un espacio para explorar y expresar sus vidas interiores, deseos y frustraciones. Sin embargo, Freixas también señala que esta exploración no siempre se ha traducido en una presencia equitativa en la literatura canónica. La falta de representación de experiencias cruciales como el embarazo y la maternidad en la literatura subraya, a su juicio, la necesidad de que las mujeres no solo lean, sino también escriban y publiquen sus historias.

Me di cuenta de la necesidad de que las mujeres escriban y publiquen sobre sus propias experiencias si queremos una visión completa del mundo

Agradeciendo a su madre y siguiendo su ejemplo, Freixas explica que pronto se acostumbró a que su vida fuera siempre un "diálogo entre lo vivido y lo leído". "Todo lo que yo vivía lo había leído antes en distinta forma. Podía contrastar mis vivencias con las lecturas”, destaca.

Desafortunadamente, ese “diálogo entre lo vivido y lo leído” se quebró cuando se quedó embarazada. Descubrió, buscando grandes novelas sobre el embarazo y la maternidad, que esa experiencia, crucial y común, no estaba representada o apenas aparecía en la literatura. “Me di cuenta de la necesidad de que las mujeres escriban y publiquen sobre sus propias experiencias si queremos una visión completa del mundo, no solo una visión de la mitad del mundo”, agrega la autora.

Por ende, la novelista destaca que la literatura redactada por mujeres no solo aborda temas únicos, sino que “también ofrece una visión crítica del mundo, incluyendo una perspectiva sobre el machismo que a menudo se trata con naturalidad en la literatura escrita por hombres”.

La calidad literaria y el éxito no están necesariamente relacionados

En este contexto colectivo, la obra que la autora ha querido destacar, y que recuerda con especial cariño, es El jardín de al lado, de José Donoso. “La leí en el verano de 1981. Fue un verano crucial porque era mi último como estudiante. Había terminado la carrera de Derecho en Barcelona y ya sabía que no quería ejercerla. Siempre tuve vocación de escritora, así que ese verano, mientras estaba en París, me marcó profundamente”, rememora.

Así las cosas, explica que este libro le impactó porque “ofrecía una visión desmitificadora de la vida de escritor". Y aún prosigue: "Era una novela autobiográfica que hablaba de la cotidianidad, las dificultades económicas, y las envidias dentro del mundo literario. Esto me hizo confrontar la realidad de lo que implica ser escritor, y distinguir entre quienes tienen vocación auténtica y quienes buscan fama y glamour”.

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En esta misma línea, El jardín de al lado le ayudó a entender la relación existente entre la calidad literaria y el éxito: “La calidad literaria y el éxito no están necesariamente relacionados. Aprendí que mi objetivo principal debe ser escribir libros de los que yo esté contenta, esa satisfacción de haber escrito lo que querías escribir para mí no tiene precio”.

Releer un libro es como volver a recorrer un sendero conocido en un bosque; aunque sepas lo que te espera durante el camino, cada árbol y cada detalle te impactan de manera distinta. La familiaridad de la trama y los personajes ofrece una sensación de bienestar, pero también puede revelar nuevos matices y significados que pasaron desapercibidos en la primera lectura. Así, la relectura no solo implica recordar, sino también redescubrir

Pese a esto, para la escritora barcelonesa releer “es como dar prioridad al pasado sobre el futuro, o perder un poco de confianza en el futuro”. Por esta razón, aunque no sea especialmente aficionada a hacerlo, sí que ha releído al escritor francés Marcel Proust. “Releí cuando cumplí 50 años todo Proust. Era algo que siempre pensaba que haría desde que lo leí a los veintitantos. Y me volvió a deslumbrar, por cierto”, apunta, citando otras obras que también volvió a leer tiempo después de la primera vez: Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë, y La educación sentimental, de Gustave Flaubert. En cualquier caso, más allá de casos puntuales, tiene claro Freixas que solo merece la pena releer “unos pocos grandísimos libros, unas pocas grandísimas novelas y unos pocos grandes clásicos”.

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