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Laura Freixas y la felicidad de vivir su propia realidad

Laura Freixas opta por descartar sueños imposibles, utopías y realidades inalcanzables y se decanta por vivir la realidad tal y como es, disfrutando de los pequeños detalles y de su familia. Contesta a la pregunta de a quién le regalaría un pasaje de avión sin estridencias: “En un ataque de sensatez, diré que el billete que me compraría es exactamente el que ya me he comprado, un Madrid-Toulouse-Madrid”.

La escritora no cambiaría el billete que ya tiene en su bolsillo. Laura Freixas cuenta que pasará dos semanas de agosto en el sur de Francia. “Una será con mi compañero, Alain, en la casa de campo de unas amigas francesas, cerca de AlbiAlbi, adonde vamos casi todos los veranos desde hace años: es un sitio ideal para dormir, leer, pasear, charlar...”, cuenta.

Después de esa semana de tranquilidad, la escritora cambiará la montaña por la playa y viajará a BiarritzBiarritz –ciudad al suroeste de Francia limitada al oeste con el mar Cantábrico–, adonde se trasladará con sus dos hijos, Alain y su madre. “Tanto mi hija, de 22 años, como mi hijo, de 17, son aficionados al surf, y los demás iremos a la playa, leeremos, y luego nos encontraremos para comer y cenar juntos”, confiesa.

Así, demuestra que es feliz con la realidad que vive y con la gente que la conforma, y que no cambiaría ninguna de estas dos cosas si le dieran la oportunidad. “A mis recién cumplidos 58 años, he dejado de situar la felicidad en los sueños más o menos imposibles, y disfruto de la realidad que tengo: quizá no es nada del otro mundo, pero es la mía, mi vida, no la que me ha tocado sino la que me he construido a fuerza de tiempo, esfuerzo, trabajo y decisiones, y la verdad es que me hace muy feliz”.

Y en la vida real…

La verdad es que Laura Freixas (Barcelona, 1958) ya ha comprado varios billetes de avión durante este año. Según cuenta, ha pasado los dos últimos meses alternando, “como de costumbre”, la escritura con conferencias, por ejemplo en Estados Unidos, donde tampoco ha sabido perder el tiempo. “He aprovechado para pasar unos días de vacaciones en Nueva York y hacer una excursión de senderismo por el Gran Cañón del Colorado”, cuenta.

Pero, a pesar de sus vacaciones en el sur de Francia, Laura Freixas no deja de lado su carrera profesional. “Estoy escribiendo un libro ambicioso, una autobiografía en la que intento entender cómo me convertí en mujer y qué significa eso. Va para largo…”, afirma.

A pesar de ser licenciada en Derecho, Laura Freixas siempre se ha dedicado a la literatura. Ha escrito novelas, ensayos, relatos y autobiografías y, además, es presidenta de Clásicas y modernas, una asociación que lucha por la igualdad de género en la cultura. Freixas ha desarrollado una intensa labor en la investigación y la promoción de la literatura realizada por mujeres. Así, en 1996, compiló y escribió el prólogo de Madres e hijas (Anagrama), en el 2000 escribió el ensayo Literatura y mujeres y ya en 2009 escribió el prólogo de Cuentos de amigas (Anagrama) y la obra La novela femenil y sus lectrices, con la que ganó el Premio Leonor de Guzmán.

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Además, ha sido editora, crítica literaria –en El País– y traductora –por ejemplo de los diarios de Virginia Woolf y de André Gide, así como las cartas de Madame de Sévigné y la novela de Elisabeth Smart En Grand Central Station me senté y lloré–. Fundó y dirigió, de 1987 a 1994, la colección literaria El espejo de tinta, de la editorial Grijalbo, además de impartir talleres literarios y ser profesora, conferenciante y escritora invitada en varias universidades, tanto españolas como extranjeras.

También ha formado parte del jurado del Premio Nacional de Narrativa y del Premio Nacional de las Letras, además de pertenecer al Parlamento Cultural Europeo.

Su último libro publicado, El silencio de las madres y otras reflexiones sobre las mujeres en la cultura (Aresta), pretende descubrir si existe una literatura femenina hecha por y para mujeres, por qué no existen, prácticamente, obras de autoras registradas o por qué la guerra es un recurso utilizado habitualmente en la literatura mientras que la maternidad no está apenas representada.

Laura Freixas opta por descartar sueños imposibles, utopías y realidades inalcanzables y se decanta por vivir la realidad tal y como es, disfrutando de los pequeños detalles y de su familia. Contesta a la pregunta de a quién le regalaría un pasaje de avión sin estridencias: “En un ataque de sensatez, diré que el billete que me compraría es exactamente el que ya me he comprado, un Madrid-Toulouse-Madrid”.

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